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Rubén, un adulto mayor víctima del cierre de verificentros

Debido a que el verificentro donde trabajaba cerró, no puede solventar los gastos de su esposa e hija enfermas de cáncer

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Escrito en METRÓPOLI el

Rubén Rivas Ortiz hace 20 años entró a trabajar a un taller mecánico, hace cuatro su compadre, que es accionista de un verificentro, lo invitó a laborar, porque nadie lo contrataba debido a su edad. A partir del pasado 1 de enero se quedó sin empleo. 

Hace unos meses, primero le detectaron cáncer de mama a su esposa y luego a una de sus hijas. Rubén Rivas es el único sustento de su familia, quien además del alimento, provee de medicinas y mantiene a su nieta. 

“En ningún lado me dan trabajo por las normas del gobierno que ya hasta 45 años, y este año cumplo los 80. Yo trabajo por necesidad y ese es el problema, tengo a mi mujer enferma de cáncer de mamá y mi hija que vive con nosotros tiene cáncer cervicouterino, ella no tiene seguro. Los gastos son fuertes, tiene una niña y hay que tenerla en escuela”.

Sin embargo, el verificentro donde trabajaba cerró, luego que la Secretaria del Medio Ambiente (Sedema) no le renovó el permiso para poder operar, debido a la implementación de una nueva medida del gobierno capitalino que entrará en vigor a partir del 1 de julio de este año. 

En diciembre de 2017, la administración de Miguel Ángel Mancera anunció que a mediados de este año funcionarían solo 55 verificentros, que deberán contarán con equipo para la aplicación de pruebas físico- mecánicas y medición de partículas ultrafinas, cambios que forman parte de las recomendaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). 

El verificentro, ubicado en la delegación Cuauhtémoc y donde trabajaba el señor Rivas, fue de los 50 centros que el gobierno de la ciudad no les renovó la concesión.  

A sus 79 años, el señor Rivas se encargaba de notificar a los automovilistas si su vehículo pasaba o no la verificación. Entraba a las 8:00 horas y salía de su empleo a las 16:00, tenía 40 minutos de comida. 

“Desde luego al dar los resultados a la gente no les parecía, si es que salían rechazados o con alguna falla, salían enojados y decían hasta malas palabras. Todo mundo cree que su auto está bien”, dice.

En el tiempo que trabaja temas relacionados a la mecánica automotriz se ha percatado de los problemas que los automovilistas desconocen de sus propios coches, ha sido testigo de los cambios para que los vehículos contaminen menos, así como de las trabas del gobierno para que los verificentros ofrezcan el servicio. 

Recuerda que cuando empezó la verificación se medían dos gases, los hidrocarburos y el CO, que es la gasolina. A través de los años, las fábricas modificaron y el sistema OBD1 desapareció, ya no se hacen esos autos. Ahora con el OBD2 todo es diferente. 

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Dice que además de que la población creció de manera exponencial, en México hay gasolina de muy mala calidad y por eso los niveles altos de contaminación. “Ese es el primer problema que tenemos, y que no sabemos lo qué es la combustión, ella es la que nos va a matar a través del tiempo y lo que perjudica la atmósfera y como no lo sentimos, no lo vemos”. 

Critica que los automovilistas no tienen el cuidado de mantener en perfectas condiciones a los vehículos, y eso abona a que aumente la contaminación del aire. La gente piensa que al comprar un automóvil nuevo le va a durar toda la vida y no hay que darle mantenimiento. Eso es un error, agrega.  

“Cuando vienen aquí y les ponen los aparatos ya se ven las fallas, y vemos lo que perjudica a la atmósfera, no hay preparación”. 

Antes de incorporarse a la mecánica, Rivas Ortiz era vendedor de muebles, sin embargo las devaluaciones y crisis económicas lo llevaron a trabajar hace 20 años a un taller mecánico, en ese tiempo laboró en tres. 

“Ya en el último taller aprendí más, tuve un patrón que se fue a estudiar a Alemania a la Mercedes Benz, trajo todos los conocimientos y yo los aprendí, vi los catálogos que él traía”. 

A pesar de que está jubilado, Ruben tiene la necesidad de trabajar, ya que su pensión es de las más bajas, y ahora con la enfermedad de su esposa e hija, lo requiere más. Por eso, pide al gobierno que reconsidere el cierre de los verificentros que ya operaban. 

“Quedarse sin trabajo, en mi caso, es el más tremendo porque nadie me da trabajo y no hay lugar donde me contraten, y eso nuestros gobernantes no lo ven”, cuenta Rubén.

Injusto, el cierre de verificentros actualizados

El apoderado legal de dos verificentros, uno ubicado en la Cuauhtémoc, donde trabajaba el señor Rubén y otro en Álvaro Obregón, explica que los centros que el representa cerraron el 31 de diciembre, debido a que el gobierno capitalino no les renovó la autorización. 

“Nosotros somos los empleados especializados por la norma vigente para llevar a cabo el servicio de la verificación vehicular en la ciudad, y ahora nos manifestamos por la injusticia que cometió el gobierno al licitar nuevos verificentros y los que contamos con una infraestructura certificados por la EMA, no nos están tomando en cuenta”. 

Los dos verificentros que representa Manuel, quien pidió omitir su nombre verídico por temor a represalias, comentó que operan desde 1995 y en este tiempo han cumplido con los requisitos que el gobierno capitalino les ha pedido para renovar su permiso.

“Siempre hemos contado con las actualizaciones de infraestructura y personal, no es posible que ahora se nos haya negado la autorización. No es creíble”.

En los 50 verificentros que cerraron perdieron el trabajo 2 mil 500 personas, y en estos dos centros, se quedaron desempleados 100, de entre ellos, el señor Rubén. 

“Se tuvo que liquidar a toda gente, fue una cuestión dolorosa, porque nunca se toma en cuenta a los trabajadores cuando se toman este tipo de decisiones”.

fmma