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El gran botón de la nueva guerra fría

La humanidad a expensas de dos personajes de cuestionable salud mental | Ulises Sandal

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Escrito en OPINIÓN el

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el pasado 22 de diciembre la Resolución número 2397, que condena al gobierno de Corea del Norte por el lanzamiento de un misil balístico el pasado 28 de noviembre, lo anterior considerando que dicha acción pone en riesgo la paz y seguridad internacionales.

Los señalamientos realizados por el Consejo en su Resolución establecen la prohibición a Corea del Norte, para que no realice nuevos lanzamientos de misiles balísticos y ensayos nucleares, además de suspender todas las actividades relacionadas con su programa nuclear, proscripción que deberá ser completa, irreversible y verificable.

Adicionalmente se aprobaron una serie de medidas de embargo comercial en contra del gobierno de Pyongyang, mismas que prohíben la compra-venta directa e indirecta de petróleo y sus derivados; así como de productos agrícolas, alimentos, maquinaria industrial, vehículos y refacciones. Medidas que incluyen la interdicción marítima de sus buques de carga alrededor del mundo.

Todas estas medidas se instrumentaron como respuesta a las acciones contrarias al derecho internacional por parte de Corea del Norte, especialmente por su contravención a sendos tratados concatenados: el primero sobre la No Proliferación de Armas Nucleares de 1968, mismo que se revisa cada lustro, por los miembros de la Conferencia de los Estados Parte desde el año de 1995, siendo la reunión más reciente el 22 de mayo de 2015. Este instrumento autoriza a los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China) a poseer armas nucleares. El segundo, es el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares que se adoptó el 7 de julio de 2017 por la mayoría de países del orbe. No obstante, ninguno de los nueve países que tienen armas nucleares participó de dicho instrumento: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China, Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.

La inestabilidad emocional de dos líderes


Empero, el problema actual sobre el armamento nuclear no radica únicamente en la flagrante trasgresión de instrumentos internacionales, que pudieran ser obsoletos y anticuados, creados para regular este tipo de armas de destrucción masiva, tampoco en la negligencia o falta de voluntad de quienes son o no parte de dichos tratados, la más grande amenaza en este sentido, se encuentra sin duda, en la notable inestabilidad emocional de dos de los líderes mundiales que, paradójicamente, tienen la tecnología para desatar una guerra atómica: Donald Trump y Kim Jong-un. Ambos han comenzado una especie de guerra fría postmoderna y apocalíptica a través de diversas amenazas bilaterales, en donde tiene lugar una burda e insensata discusión sobre quién tiene el botón de lanzamiento más grande, cerca y sensible para desatar una confrontación grotesca, que conllevaría la destrucción de ciudades enteras y una devastación climática global.

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Un nuevo marco internacional


El problema regulatorio internacional transita en el anacrónico sistema de la ONU, que se erigió con base en la retórica de buenos y malos, ganadores y vencidos en la Segunda Guerra Mundial, pasando por la contraposición de sistemas políticos, ideologías y religiones, factores que definen quiénes sí tienen derecho a exterminar a la humanidad y quiénes no.

De esta manera, la reforma estructural de la ONU particularmente sobre los poderes de veto y la composición del Consejo de Seguridad son urgentes, entre muchas otras modificaciones, que evidentemente resultan necesarias para que la organización pueda garantizar de alguna manera la paz y seguridad entre las naciones del mundo. Un nuevo marco internacional debe ser configurado, o tendremos que esperar a que otra guerra mundial o nuclear se desate para entender que el sistema actual ya fue rebasado.

En este sentido, si bien es cierto, que las medidas votadas unánimemente por los 15 miembros del Consejo de Seguridad son necesarias para frenar o disuadir en alguna medida a Kim Jong-un, también es cierto que no hay instrumento internacional alguno, hasta el día de hoy, para frenar a Donald Trump. La humanidad a expensas de dos personajes de cuestionable salud mental, mismos que se encuentran apuntando a una sola dirección: el gran botón de la destrucción.

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