PUEBLA

Don Felipe Tecuapetla se titula de ingeniero a los 87 y quiere ahora estudiar big data

Con 79 años de edad don Felipe se graduó y ahora es ingeniero en Procesos y Gestión Industrial de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, esta es su historia

Créditos: LSR/ Especial
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PUEBLA. - “Si es uno un chango viejo hay que hacer maromas nuevas”, asegura don Felipe Espinosa Tecuapetla, un hombre que a los 79 años de edad decidió que era tiempo de quitar de su lista un pendiente menos, estudiar una carrera universitaria y graduarse de ingeniero, el cual ya había largamente postergado por dedicarse al comercio durante gran parte de su vida, y a su familia.

Es padre de cinco hijos y tiene un hermano, con quien su relación es distante; su esposa falleció hace dos décadas. Su lucidez alcanza a recordar que con un peso se surtía de mercancía para vender, que sólo dos de sus hijos escuchan sus consejos, y que se casó, él, a los 22 años de edad. Y también que uno de los motivos que lo llevaron a estudiar fue un accidente por el que casi le amputan un pie que de tan negro que se le puso ya se le paraban las moscas.

Quitar ese pendiente implicó curarse él mismo su pie casi gangrenado cuando ya ningún médico quería atenderlo, e inscribirse, en 2016, como aspirante a alumno de la primera generación de la Ingeniería en Procesos y Gestión Industrial de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

¿Y cómo curó don Felipe su pie? “Ese es un secreto divino que si se lo digo ni me lo va a creer”, responde a bote pronto y luego cede: “¿ha visto cómo cuelgan a los pollos así de las patas y con la cabeza colgando?, bueno, pues así me colgaba y me comenzó a bajar la hinchazón”. De esta manera ingeniosa quedó resuelto su primer obstáculo.

El otro: tener conocimientos básicos en matemáticas, física e inglés, ser hábil al usar tecnologías de la información y comunicación, en comunicación oral y escrita en español, ser responsable y disciplinado, esto parecía insalvable para alguien que dedicó la mayor parte de su vida al comercio.

Felipe Espinosa Tecuapetla | Fotografía de Israel Velázquez (Corresponsal LSR)

“¿Qué me puede detener?” don Felipe cuenta cómo logró entrar a estudiar

Al ahora ingeniero Felipe le significó apenas un trámite, porque “no tomo, no fumo y estoy al tiro (…) lo que tengo poderoso es la mente y además si oigo bien y veo bien ¿qué me puede detener?”. La suya fue una decisión basada en aquello del chango: “A mi edad ya no es fácil hacer las tareas de toda mi vida. Entonces, pensé que con un título sería más fácil conseguir trabajo y míreme. Además, si estudiando pude sanar mi pie…”, dice en entrevista con La Silla Rota.

En julio de 2016 se dieron a conocer los resultados de los aceptados en la BUAP y uno de los nombres que aparecieron en los listados más esperados de cada año en Puebla fue el de Felipe Espinosa Tecuapetla.

Don Felipe fue una de los 2 mil 593 mayores de 40 años que ese año solicitaron ingresar a algún tecnológico o universidad pública del estado de Puebla, de acuerdo con el Anuario Estadístico de Educación Superior 2016-2017 de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies).

Cifra que aumentó a 2,860 para el periodo 2017-2018, año en el que a sus 57 y 58 años Javier Cervantes y Lucrecia Bello buscaron cursar la licenciatura en Derecho y Enfermería en la BUAP, respectivamente. En el ciclo 2022-2023 cayó hasta 313 el número de las personas de 40 años y más de nuevo ingreso a alguna institución pública de educación superior en el estado.

Don Felipe recibió mucho reconocimiento a nivel nacional | Fotografía de BUAP

Las desmañanadas dieron frutos y ahora es ingeniero

Así comenzó una nueva etapa en la vida de don Felipe, quien confesó ser admirador del presidente Andrés Manuel López Obrador: durante cuatro años debió despertar a las 4:30 de la mañana, tomar dos autobuses para llegar, en alrededor de dos horas, a San José Chiapa, donde está el plantel de la BUAP. Y luego, otras dos horas de regreso a casa para hacer tareas y trabajar un poco.

Esa fase terminó cuando a los 84 años se convirtió en egresado de la primera generación de la ingeniería, a cinco años de distancia y cientos de horas consumidas en los traslados desde la China Poblana, en su natal Puebla, a San José Chiapa.

Y vino la titulación con la tesis Implementación piloto de ERP para la gestión y control de almacén de materia prima en la empresa Domcar pinturas y recubrimientos de la que es coautor junto con los también egresados Juan Carlos Gómez Jiménez, Allende López Hernández y Daniela Zoquiapa López.

El perfil del egresado de la ingeniería señala que don Felipe es capaz de solucionar y prever problemas mediante modelos físicos o experimentos que describen y reproducen situaciones; de administrar los elementos que intervienen en un proceso, analizando recursos y estableciendo estrategias; analizar y proponer soluciones a la problemática organizacional con visión de mejora continua y diseñar, implementar y administrar las directrices de la cadena de suministros para la toma de decisiones.

Ya tiene su primer empleo formal

Quizá por eso el hasta ahora más longevo egresado de la BUAP hizo su servicio social en Agua de Puebla Para Todos, empresa concesionaria que presta servicio público de agua potable, drenaje, alcantarillado, saneamiento. Ahí, sin duda, los procesos juegan un papel fundamental y cabía bien el entonces estudiante universitario.

Sentado en un pasillo de la Secretaría del Trabajo de Puebla, donde ha conseguido su primer empleo formal después de graduarse, don Felipe Espinosa Tecuapetla cuenta que gran parte de su vida la dedicó al comercio: iba por productos a Veracruz y en el camino a la ciudad de México iba vendiendo y comprando otros hasta llegar a la Central de Abasto del entonces Distrito Federal.

Don Felipe trabajando en su oficina | Fotografía de Israel Velázquez (Corresponsal LSR)

¿Qué compraba y vendía?, “lo que fuera, lo que se vendiera y me dejara dinero: pescado, tomate, cebolla, chile o limón que iba llevando a la Central de Abasto o a Tepeaca y Cholula y que eran baratísimos”. Y cuando los precios en el mercado eran ingratos, fue obrero o le entraba a la industria textil o la industria petrolera, porque la vida no se detiene nunca, cambia, no deja de cambiar menciona.

“Yo he podido trabajar sin papeles, pero me di cuenta de que ya no es igual, que las cosas han cambiado y por eso decidí estudiar. Ya tengo mi título y ahora le tiro a estudiar big data, este año veré en qué universidades puedo seguir estudiando”, asegura mientras sus manos juegan con un bastón que lo acompaña.

Que don Felipe haya sido contratado por la Secretaría del Trabajo “es una buena oportunidad para demostrar que la capacidad laboral de las personas va más allá de la edad”, dijo en noviembre pasado Gabriel Biestro Medinilla, titular de la Secretaría del Trabajo en Puebla. E invitó a los empresarios de Puebla a generar ofertas laborales que no estén condicionadas por la edad.

Para don Felipe la vida es fácil: alguna vez llevó rábano al Mercado de Jamaica en Ciudad de México, pero como iba terroso nadie lo dejó entrar a vender y “me arrumbaron a un rincón donde no pasaba nadie. Esperaban que llegara alguien con rábano limpio, pero nadie apareció. Y ya cuando era tarde se acordaron de mí, que seguía con toda mi cosecha y querían comprarla barato… pero yo puse el precio que me convino”. Don Felipe se pregunta “¿qué cambió? Sólo lo lavaron, le quitaron la tierra y vieron que mi rábano estaba hermoso. Así es la vida, a veces hay que saber esperar, es fácil” reflexiona el ingeniero.