Main logo

Manuela Taboada

Manuela Taboada, entre otras mujeres, fueron testigas presenciales de los hechos históricos de nuestra nación y aún no han sido escuchadas. | Leonardo Bastida

Por
Escrito en OPINIÓN el

El inicio del siglo XIX, en el entonces territorio novohispano, fue convulso debido a las diferentes ideologías políticas convergentes y las antítesis existentes entre ellas. Suscitándose un conflicto que duraría 11 años, agotaría tanto a quienes estaban a favor de que los destinos de la entonces Nueva España continuarán bajo el designio de la corona española, como a quienes preferían alejarse de la administración española e iniciar un nuevo camino.

El Bajío mexicano fue el escenario donde se fraguó el conflicto, en las poblaciones de Dolores Hidalgo y San Miguel de Allende, y sus alrededores, donde el cura Miguel Hidalgo, destacado por sus conocimientos de teología y filosofía, ejercía una gran influencia en un amplio sector de la población, el de los hijos e hijas de españoles nacidos en América, quienes cuestionaban muchas decisiones tomadas en la metrópoli, entre ellas, el apoyo hacia la casa real francesa.

A mediados de septiembre de 1810, después del descubrimiento de ciertos núcleos de conspiradores, se inician las acciones del Ejército Insurgente, encabezado por el propio Hidalgo, Ignacio Allende e Ignacio Aldama, entre otros. Todos ellos, hoy en día, ensalzados en el olimpo de la memoria nacional, donde, hasta hace poco, sólo era colocada la corregidora de Querétaro, Josefa Ortiz de Domínguez, y más recientemente, Leona Vicario.

Pero, hay muchas otras mujeres participantes en la revolución de Independencia, por casi dos siglos ahogadas en los mares de la historia nacional. Una de ellas, Manuela Taboada, a quien, en los últimos años, se le ha visibilizado como la esposa de Mariano Abasolo, capitán de regimiento y amigo de Ignacio Allende, además de integrante de una de las familias más ricas de la zona, pero cuya trascendencia va más allá de ser la pareja de alguien.

Sin embargo, es una de las pocas personas en cuya trayectoria se tiene registro de haber cuestionado al propio Miguel Hidalgo, debido a su política de encarcelar a quienes habían nacido en España, sin distinción, y hacer uso de sus bienes inmuebles y económicos, encargándose de pugnar porque no fueran sujetos de abuso bajo la justicia insurgente.

En otros casos, ayudándoles a que pudieran huir antes del arribo del ejército insurgente a fin de evitar su aprehensión y/o actos de violencia en su contra. Una situación, cuestionada por quienes simpatizaban de lleno con la causa independentista y aplaudida por quienes veían sus intereses afectados. 

Incluso, la propia Manuela llevó a cabo todo un proceso legal para evitar que su marido muriera fusilado junto con otros insurgentes, entre ellos Hidalgo, en Chihuahua, cuando fueron atrapados por las tropas realistas y enjuiciados. Ella pugnó porque se reconociera que Abasolo no participó en el inicio de los alzamientos ni en las diversas revueltas sostenidas hasta el momento. 

A través de la documentación existente sobre el juicio a Abasolo es posible recrear parte de esta historia, que permitió al insurgente cumplir su condena en el exilio, donde moriría cinco años más tarde. Además de observar, que si bien Manuela, conocía en sus entrañas al ejército insurgente y sus líderes, les cuestionó por su actitud antiespañola y sus acciones de saqueo, del cual, ella misma y su familia, fueron víctimas a pesar de apoyar al bando independentista. 

Recientemente se ha publicado la novela La Insurrecta de Guillermo Barba (Martínez Roca, 2020), cuyo enfoque está centrado en la propia Manuela, y las peripecias vividas a lo largo del primer año de guerra de independencia, en diferentes puntos, así como el encarcelamiento de Abasolo y la paga de su condena en Cádiz. 

Una novela que sirve de estímulo para conocer y adentrarse en pasajes de la historia de México aún poco explorados, pero que rompen con la visión tradicional histórica sobre el movimiento de Independencia, mostrando la diversidad de ideas prevalecientes, y de puntos de vista, así como el primer año del proceso, clave para la conformación y pervivencia del mismo, desde el punto de vista de las mujeres, una mirada aún pendiente por conocer, y muy necesaria, pues al igual que Manuela, fueron testigas presenciales de los hechos y aún no han sido escuchadas.