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Ensiriados. Las víctimas invisibles de la guerra

Van Leeuw trabajó con exiliados y exiliadas de Siria, mostrando cómo se vive la guerra desde diferentes perspectivas, privilegiando la visión femenina

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Escrito en OPINIÓN el

Como saldo parcial del conflicto armado interno de Colombia, 49.6 por ciento del total de víctimas son mujeres: 4 millones 116 mil 53 mujeres han sido afectadas por actos de violencia hacia sus personas en los más de 40 años de duración del  mismo, según datos del  Centro Nacional de Memoria Histórica de Colombia, organismo creado para contribuir a la reparación integral a quienes hayan resultado afectados en las acciones bélicas y garantizar el derecho a la verdad de las víctimas y de la sociedad colombiana.

En los diferentes documentos emitidos por el centro de investigación se destaca que “las mujeres han sido impactadas por el conflicto de una forma desproporcional y diferenciada por la guerra, han sufrido los impactos de vivencias como el desplazamiento, el despojo y la desaparición, pero también han sido afectadas particularmente por violencias como la violencia sexual” esta última, considerada como un continuum de las que violencias que ya se ejercían en contras de las mujeres, y también como una de las formas de violencia “más olvidada y silenciada”.

Algunos datos refuerzan la idea

Por ejemplo, el informe “La guerra inscrita en el cuerpo” revela que, hasta noviembre de 2017, 15 mil 76 personas habían denunciado ser víctimas de delitos contra la libertad y la integridad sexual en el marco del conflicto armado. De estas, el 91.6 por ciento han sido niñas, adolescentes y mujeres adultas. La táctica del uso de la violencia sexual ha sido ejercida por ambos bandos, pues, de los casos registrados, cuatro mil 837 casos (32.2 por ciento) fueron llevados a cabo por paramilitares y cuatro mil 722 casos (31.5 por ciento) por integrantes de las guerrillas.

El objetivo de la elaboración de estos documentos es mostrar las dificultades a las que se enfrentan las víctimas de violencia sexual durante la guerra para que sean reconocidas como víctimas de la guerra, la obtención de un reparo de los daños por parte de los Estados y que los crímenes sexuales sean reconocidos como crímenes de lesa humanidad o de guerra, o, incluso, una estrategia de genocidio o actos de tortura, postura a la que se ha sumado la Organización de las Naciones Unidas.

No ha sido el único testimonio al respecto

Los soldados soviéticos violaban a niñas de entre 12 y 13 años mientras luchaban en Alemania para tomar Berlín y poner punto final al conflicto en territorio europeo entre los países del Eje (Alemania, Italia y Japón) y sus aliados, y las fuerzas aliadas, conformadas por Gran Bretaña, Francia, Estados Unidos y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviética,  se puede leer en uno de los testimonios recopilados en el libro “La guerra no tiene rostro de mujer” de la periodista bielorrusa, Svetlana Alexievich, una pieza periodística que implicó un reto para su autora debido a que en Rusia y otros países de la región no deseaban que se compartieran los testimonios de estas mujeres. En esa narración, recogida de la voz de un censor ruso, se afirmó que a veces eran hasta 10 hombres por los que pasaba una mujer mientras era golpeada si lloraba o decía que le dolía, soportando las carcajadas de sus agresores.

Graciela y Graziella Cifuentes. Doble feminicidio

Igualmente, la escritora Herta Müller recuerda en su novela "La Bestia del Corazón" cómo las mujeres rumanas que aspiraban a salir de las fronteras del territorio rumano durante la Guerra Fría, tenían que pasar por controles fronterizos vejatorios, pues parte de las revisiones realizadas incluían un tacto vaginal, que comúnmente terminaba con la introducción de los dedos de los vigilantes en la cavidad vaginal de las mujeres que por diversas razones tenían que ir hacia Hungría y Checoslovaquia.

Por casi una década, Siria ha ocupado gran parte de los espacios en la prensa internacional debido al conflicto armado interno que ocurre en el interior de su territorio. Lo que comenzó como una serie de manifestaciones en contra del actual mandatario, Bashar al Asad, por considerar que tenia políticas represivas y altos índices de corrupción, se ha convertido en una guerra en la que se conjuga un gran número de intereses geopolíticos de países como Rusia, Irán, Turquía, Arabia Saudita, entre otros, además de diferentes grupos étnicos y corrientes de pensamiento islámico, generando un flamable cocktail social, arrojando al extranjero a más de 5 millones de personas y que ha costado la vida de más de medio millón más.

Ensiriados

Un grupo de familias de un conjunto habitacional de Damasco resiste los embates de ambas fracciones armadas. Escasez de agua y de alimento, hacinamiento, miedo constante a posibles invasiones y, en sí, renunciar a todo lo exterior para poder preservar la vida, es lo que se asoma en la cámara del director belga, Philippe Van Leeuw, quien en un ejercicio de ficción, Ensiriados, muestra la cotidianeidad a la que se enfrentan miles de familias sirias que no han podido ubicarse en lugares más seguros.

Una puerta atrancada con dos grandes pedazos de madera, que seguramente eran parte del ornamento del apartamento de Oum Yazan, son la única protección que ella, sus hijas e hijo, su padre, el novio de una de sus hijas, Halim, su vecina; su esposo y su bebé, y la trabajadora del hogar que les acompaña, tienen del exterior, un yermo colmado de retacería de concreto y acero, de cuyo cielo llueven balas no piadosas, emanadas de las armas de los francotiradores, al momento de poner un pie sobre su superficie arenosa.

Ese microcosmos, que podría ser aletargado e insomne, pero en realidad es un vaivén de emociones y conflictos humanos derivados de la necesidad de vivir, es donde el realizador belga, cuyo primer filme estuvo ambientado en el conflicto ruandés, colocó a actores y actrices no profesionales, todos ellos exiliados y exiliadas de Siria, residentes en Líbano, y que muestran las maneras en que se vive la guerra desde diferentes perspectivas, privilegiando la visión femenina, muy particular y endeble por cuestiones sociohistóricas de género, que pocas veces puede ser vista en su crudeza y vulnerabilidad.    

De esta manera, Van Leeuw cumple con esa labor del arte, de partir de algo en particular, para mostrar una situación general que afecta a la condición humana y, por ende, debe ser objeto de múltiples reflexiones, entre ellas la ética, para cuestionar las sinrazones de un conflicto bélico, cualquiera que sea, condenante de la vida de millones de personas.

Ensiriados, ganadora del premio del público de la sección panorama del Festival Internacional de Cine de Berlín y del de la audiencia del Festival de Cine de Copenhague, se exhibe en la Cineteca Nacional como parte de la 64 Muestra Internacional de Cine.

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