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A 10 años del New´s Divine, Ingrid tiene aún secuelas físicas y sicológicas

Tras ser aplastada en el operativo policiaco fue entubada, corrió el riesgo de no caminar y pasó 10 meses en rehabilitación

Escrito en ESPECIALES LSR el

Ingrid Estefany Tapia Maya es una sobreviviente del fallido operativo policíaco que, el 20 de junio de 2008, acabó con la vida de 12 personas en la discoteca News Divine.

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A 10 años de la tragedia aún vive con secuelas, tanto físicas como sicológicas, por el aplastamiento que sufrió ese día y que la mantuvo entubada una semana en un hospital con el riesgo de no volver a caminar. Pasó 10 meses en rehabilitación.

En entrevista con La Silla Rota, Ingrid narró su testimonio sobre un evento que, con tan solo 16 años de edad, cambió su vida para siempre.

Aquella tarde llegó junto con dos amigas al antro ubicado en Avenida Eduardo Molina, en la colonia Nueva Iztacalco, en la delegación Gustavo A. Madero. Llegaron a las 4 de la tarde y debieron esperar media hora para entrar, pues como ellas, decenas de jóvenes acudieron a la disco a celebrar el fin del curso escolar.

Recuerda que poco antes de las 5, apenas habían llegado al primer piso, el gerente pidió a los jóvenes desalojar el lugar por cuestiones de seguridad pública y les prometió que para la siguiente semana la entrada sería gratis, pero “los chavos protestaron”.

Entonces vio cómo algunos policías vestidos de civil rodearon la pista, y cuando Ingrid volvió a tomar la palabra para decir que debían salir en 5 minutos, irrumpieron policías uniformados que abarrotaron aún más el lugar. Vaciaron la parte de abajo y comenzaron a desalojar el segundo piso, donde se ubicaba la pista.

Había policías ubicados en las escaleras que estaban apostados, y no dejaban bajar a los asistentes porque les decían a los jóvenes que los iban a formar, pero ya arriba se oían gritos como de dolor, y se esparció la voz que era porque estaban siendo golpeados.

A Ingrid le pidieron formarse y comenzaron a descender por grupos de 10. En el descanso una policía teñida de güera la empujó “Bájate hija de tu puta madre”, le gritó a la adolescente.

“Caí de rodillas, le dije no me avientes”. Se agarró de un joven y en ese instante escuchó un estruendo, como un cohete. “Entonces se vienen los chavos, habían arrojado una bomba de gas lacrimógeno”. Todos querían bajar, pero en la puerta que daba a Eduardo Molina, otro grupo de policías impedía el paso en la puerta, que de por sí era estrecha.

“Se me dejaron venir”, añade con voz pausada y apagada Ingrid. Los policías les gritaron que aguantaran, “¿no que tanto les gustaba el desmadre?”.

Ella estaba cerca de la puerta, intentaba salir, pero ya comenzaba a sentirse sofocada, le faltaba la respiración y se cayó. Quedó a mitad de la salida, la parte de la cabeza fuera, las piernas dentro. Encima de ella había una policía y debajo otra adolescente, a la postre solo ella sobrevivió, el policía y la otra mujer fallecieron.

Ella no lo cuenta pues se desmayó pero cuando eso ocurrió, de acuerdo con algunos testimonios, quien destrabó la puerta con una barreta fue el gerente Alfredo Maya.

Diez años viviendo con secuelas

Al despertar estaba entubada en el hospital de La Villa donde pasó una semana. “Tenía la columna desviada, la pelvis lastimada, cuatro costillas rotas, los labios por dentro estaban floreados, el oído izquierdo reventado, una lesión craneoencefálica, el brazo izquierdo con piel desprendida y ahora traigo injerto”, menciona mientras muestra su brazo, que luce en un área una zona de piel más suave y en otras partes se ve más abultado.

Cuando volvió en sí escuchó a su mamá llorando, pero no sabía que había pasado. Le habían dicho que su estado era crítico y las posibilidades de volver a caminar eran pocas, que podría no volver a hacerlo y que la lesión del cráneo la había puesto en riesgo de quedar en estado vegetal.

“Me canalizaron a rehabilitación y a dependencias. A los 10 meses gracias a Dios pude volver a caminar”.

Pero tiene una ligera hinchazón del lado izquierdo, cerca del corazón, dolores en el pie izquierdo, la pantorrilla izquierda la tiene más abultada que la derecha, y los huesos le duelen cuando hace frío. Las lesiones que tuvo en la pelvis le han acarreado dificultades y ha perdido tres bebés.

Respecto a las secuelas sicológicas sufre claustrofobia y aun se angustia al escuchar sirenas de patrullas.

Hoy se dedica al activismo

A una década de la tragedia Ingrid decidió superar sus miedos y comenzar a participar en las marchas de los padres de quienes fallecieron, para pedir justicia y castigo contra los responsables, entre ellos el ex coordinador de la Unipol, Guillermo Zayas, quien comandó a los cientos de policías que sacaron a los jóvenes, los subieron a camiones y los llevaron a ministerios públicos, y Francisco Chiguil, entonces jefe delegacional de Gustavo A. Madero, en cuya gestión se reabrió el lugar pese a tener una clausura definitiva.

“Me da rabia, impotencia, coraje, dolor. Veo que en México siendo una persona pobre no se nos hace justicia. Lo tomo como burla a mi como afectada, una burla a los papás que perdieron a sus hijos, que nos restrieguen candidatura, como es posible que se te olvide, eso da mucho coraje”.

La joven, que hoy tiene 26 años, además cuestionó en alusión a Chiguil, quien busca volver a gobernar Gustavo A. Madero, ahora como alcalde.: “Veo que no se ha hecho nada a 10 años, más allá del dolor y la impotencia. ¿Cómo es posible que a gente no común no se le haga justicia mientras los responsables estén prófugos e incluso se postulan a un cargo?”

Durante los nueve años anteriores evitó acudir a las marchas porque el trauma estaba aún presente luego de ver videos en el interior del antro, como cuando la sacaron, o como estaba su mamá de impactada y afectada. Su hermano acudía a las marchas, y ella decidió regresar este año porque quiere luchar para que haya justicia.

“Decidí regresar porque fueron jóvenes que por una mala decisión de un funcionario, se les quitó la vida, por un mal operativo y por una firma se reabrió el lugar cuando estaba Francisco Chiguil”, acusa.

Ingrid recibió apoyo psicológico pero solo un mes, de parte del DIF capitalino, y considera que fue insuficiente. Dice que ahora luchará porque se haga justicia a las 12 personas fallecidas y sobrevivientes como ella.

jamp