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"Yo era halcona de un cártel"

“Me involucre mucho trabajando con el cártelellos, era una de sus más de cien halcones. Mi mamá no sabía que estaba con ellos porque uno de ellos era mi pareja”

Escrito en NACIÓN el

La carita de Ivette es la de una niña dulce e inocente. Al tenerla enfrente me es difícil comprender por qué a sus 14 años ha vivido lo que ha vivido; pero ella lo relata a La Silla Rota con franqueza y sinceridad por una sencilla razón: “quiero contar mi historia porque hay muchos chavos y chavas que andan en esta misma situación, sea en el barrio de Tepito y otros estados. Quiero que mi historia les sirva a ellos”.

Sí, su respuesta es consecuencia de una madurez que llegó a golpes; y esta no es una frase hecha sino real. “Mi hermano y yo vivimos maltrato infantil”, relata de inicio. Y por defenderlo a él -al ser menor que ella-, terminó peleando con su mamá quien la corrió de casa, en una entidad del norte de México donde una organización del crimen organizado lidera el trasiego y venta de drogas. ¿Qué debería hacer una niña en la calle? ¿A quién debería haber pedido ayuda? ¿Quién, sin conocerla, le hubiera tendido la mano?

“En ese entonces tenía trece años. En la calle unas personas me mostraron lo que es el consumo de drogas, el alcoholismo. Yo no sabía de ese ambiente: era una niña de casa, todo era color de rosa. Solo sabía del alcohol y cigarro porque mis papas lo consumían”

En menos de un año pasó por tres drogas: marihuana en abuso, cocaína en uso y activo en experimentación. Y ella explica por qué sucedió eso. “Decidir o no, consumir drogas es una decisión muy privada; y en mi caso decidí empezar a dejarlas porque en terapia entendí que yo era el verdugo de mi mamá, cuando ella no era mi deber ni mi responsabilidad. Sin darme cuenta, dejé de ver por mí para ver por los demás”.

De niña a halcona

Ivette desea contar su historia, se le nota porque no es necesario hacer demasiadas preguntas. Con una sola, ella empieza a contar su breve y dura vida. No obstante, cuando esta por entrar en algunos detalles duros y dolorosos, sus ojos expresan duda y por segundos titubea, temiendo ponerse en riesgo sin querer.

-Mmmm… Es que no sé si debo contarte eso, me dice con confianza.

-Platícame hasta donde tú me quieras contar, nada más, le expreso

Sintiéndose entonces segura, continúa.

“Salí de mi ciudad por el cártel que dominaba ahí. Me involucre mucho trabajando con ellos, era una de sus más de cien halcones y les reportaba desde cierta ubicación -mediante un aparato-, todas las veces que pasaba la policía. Mi mamá no sabía que estaba con ellos porque uno de ellos era mi pareja”, dice en referencia al que fue su novio.

“Él tenía 16 años y cuando el cártel se da cuenta que él me contaba cosas, creyeron que era un soplón. Entonces me buscan, me localizan y secuestran a mi hermano y mi mamá. Yo me entero y me dicen que tengo que pagarles 25 mil pesos para regresarlos. Y les dije ¿estás idiota o qué? ¡Mira mi casa! ¡Mira cómo estoy viviendo! ¡No tengo dinero para darte 25 mil de un puto golpe! ¡No me pases a chingar! Y me dicen ¿no tienes el dinero? Bueno, entonces vas a trabajar para nosotros y te vamos a quitar el dinero que te ganes. Okey les dije con solo 13 años porque yo solo quería que soltaran a mi hermano y mi mamá, sin importar qué me pasara a mí”.

“Cuando terminé de pagar les dije ahí te quedas, yo me voy. Y me contestaron ¡Ah no mamacita! Tú ya entraste, ya estás aquí, estas informada, me sabes todo el pinche pedo. Yo no te puedo soltar. Ahí se hizo todo el zafarrancho. Mi mamá no se enteró de la realidad porque nunca me quiso escuchar; no me creía, creyó que lo suyo era solo porque le habían dado un levantón. Y cuando le quise decir la verdad me soltó un putazo y dijo ¡Cállate! Entonces se volvió más violenta”.

De halcona a niña en fuga

El cártel mató a su novio, relata ella sin entrar en mayores detalles; a partir de ahí desapareció y se escondió donde pudo y como pudo. No me atrevo a preguntar más; y no por razones periodísticas, sino por respeto y empatía pues en ese momento de la entrevista es evidente que Ivette desea brincar ese fragmento de su vida por el dolor y el miedo que le causó y que aún no termina de comprender. Por eso aquellos días los resume solo en una frase: “cuando eso sucedió preferí esconderme”. Afortunadamente alguien la escuchó y ayudó a salir del estado. El resto fue obra de la suerte y su destino, que la llevaron al lugar donde hoy se encuentra protegida y recibe ayuda.

“Si los chavos que están consumiendo supieran que no están solos y que muchas personas esperan poder ayudarlos…”, expresa, “yo creo que su vida sería diferente, como lo pudo haber sido la mía”.

Ivette, no se llama Ivette. La Silla Rota determinó por su seguridad y la de su familia, conservar su identidad bajo resguardo no solo por lo dura que fue su experiencia; sino porque en realidad, ella sigue siendo una niña, una menor de edad que con 14 años cumplidos lleva a cuestas la vida de una adulta.

Desafortunadamente no es la única, aunque en este sentido se carece de información y estadísticas oficiales. La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, abordó el tema hace unos días y no por iniciativa propia, sino a pregunta expresa de una reportera. “Lamentablemente ya están siendo cooptadas las mujeres como halcones del crimen, las jovencitas, las enganchan en la droga y les dan pastillas de muchos tipos para poderlas involucrar más y coptarlas más. Lo peor también, llevárselas como esclavas sexuales en un tipo de trata. Estamos en una situación muy delicada”, resumió.

La Silla Rota ha abordado este tema -al igual que otros medios- en algunos reportajes, luego de que en redes sociales se difundió información de que las mujeres (independientemente de su edad) no juegan ya solo el papel de sexo servidoras (o chicas prepago, como también se les denomina); o acompañantes o parejas sentimentales de narcotraficantes, sino que se han integrado ya a su estructura desempeñando diversos roles que las ha convertido, incluso, en sicarias



El 22 de junio una cuenta de la red social Twitter difundió videos donde se conoció que en Huimaguillo, Tabasco dos mujeres halconas fueron víctimas de tortura por un líder huachicolero, quien las azotó argumentando que ellas no cumplieron con su trabajo pues no informaron a tiempo a la estructura de este grupo, la llegada intempestiva de un operativo por la Sedena y Marina. 

¿Quién tiene entonces datos de estas mujeres que aún no existen en las estadísticas oficiales? Por ahora, todo indica que María Salguero -experta en violencia de género- podría ser la única por ser la creadora de una amplia base de datos hecha por la recopilación de notas periodísticas sobre feminicidios. Así lo explicó en la mesa de opinión de El Heraldo de México y La Silla Rota (29 mayo) al precisar que, durante este período de confinamiento resultado de la pandemia, “más del 50 por ciento de las mujeres víctimas de violencia son asediadas por el crimen organizado y eso nos habla de otro contexto diferente. Del 16 de marzo al 20 de abril, 92 mujeres fueron asesinadas en casa de la cuales, 45 fueron por irrupciones armadas y cuatro por asalto”.