El uso del lenguaje inclusivo se ha convertido en una discusión constante, desde los posicionamientos de la Real Academia Española, hasta el uso de pronombres en inglés o en español; la realidad es que esta discusión se ha visto dominada por las personas a quienes no les afecta de manera directa su utilización.

La comunidad no binaria es una de las principales en aplicar el uso del lenguaje inclusivo y una de las más violentadas por la misma razón, no sólo se encuentra expuesta a burlas, amenazas y violencias en redes sociales, sino que el mal uso de los pronombres y del lenguaje abona al nulo reconocimiento de las violencias que viven.

Diego Cortés, activista por la comunidad LGBTTTIQAP+ y persona no binaria, nos comparte su experiencia tras nombrarse como no binarie y hacer públicos sus pronombres en la universidad.

“Desde hace algunos meses he anunciado al público que utilizo los pronombre elle y él. Mi vida cambió más de lo que esperaba y no cambió para algo positivo. Las preguntas que me han hecho no vienen de un lugar de querer aprender, de querer conocer y de querer deconstruir, sino de querer criticar, querer juzgar y cuestionar mi existencia”. 

Foto: Diego Cortés

Las personas no binarias tienen que enfrentarse de manera constante a una serie de cuestionamientos que buscan desacreditar su identidad, pues no nombrarse  dentro del espectro binario, como hombres o mujeres, los vuelve vulnerables incluso dentro de la comunidad trans. Para Diego, la crítica hacia los pronombres se realiza desde un espacio de nula reflexión, ya que es un proceso complejo para cada historia de vida.

“Autopercibirme como una persona dentro del espectro no binario fue algo bastante dificil porque tenía mucho miedo de utilizar un pronombre neutro, de renunciar al pronombre con el que me han nombrado toda mi vida. Y encontrar que en la misma comunidad LGBT+ y las personas dentro del espectro trans también te nieguen, es bastante fuerte.”

Las protestas dentro del Tecnológico de Monterrey

Uno de los espacios que más cambió para elle fue la convivencia dentro de su universidad. Como alumne del Tecnológico de Monterrey, Diego habla de cómo se vivió todo tras viralizarse el caso de su compañere Andra Escamilla.

“Al compartir espacio en la universidad con elle, fue bastante complicado volver a entrar a mis clases, poner mis pronombres y defender mi identidad. Resistir se volvió más complicado, por miedo a todo lo que recibió elle. No solo eso, en el momento en que yo empecé a ser más active en mis redes sociales recibí amenazas de muerte, recibí mensajes de odio, comentarios ofensivos, LGBTfóbicos, en todas mis redes sociales. Eso derivó en una protesta bastante fuerte y un movimiento que sigue dentro del TEC de Monterrey, porque a pesar de ser una institución tan prestigiosa, esto sucede más de lo que se imaginan, la violencia contra las personas de la comunidad trans y no binaria está más fuerte que nunca.”

Dentro del Tecnológico de Monterrey se inició un movimiento a finales del mes de septiembre como respuesta a la violencia hacia la comunidad trans y no binaria, la formación de un grupo antiderechos en el campus Monterrey, el encubrimiento de acosadores y violadores por parte de la institución. Desde la cuenta PROTEST3C se realizó la convocatoria para protestar dentro de las instalaciones.

“El Protocolo de Género sólo intenta proteger a las mujeres e ignora por completo a población no binaria y trans; si la situación es terrible para las mujeres, la situación para la población trans y no binaria, además está invisibilizada. Eso me ha puesto en una posición bastante fuerte porque si no tienen la apertura para comenzar a nombrarme con mis pronombres, menos van a tener la apertura para nombrar mis discriminaciones. El lenguaje tendría que nombrar lo que vivo y lo que experimento, porque se supone que la escuela es un espacio seguro y no es así”

Foto: Diego Cortés

El uso del lenguaje inclusivo es importante no sólo para reconocer las identidades de la comunidad no binaria, sino como una forma de resistir y reconocer la violencia que viven de manera cotidiana. “Mis pronombres definen mi identidad y no tendrían que definir si merezco mis derechos o no, esos los tengo por ser humane y punto”.