“Las historias que relatamos sobre nosotros mismos solo pueden narrarse en pasado. El pasado se remonta hacia atrás donde ahora nos encontramos, y ya no somos actores de la historia, sino espectadores que se han decidido a hablar”: Siri Hustvedt

En pleno maratón #GuadalupeReinas2019, quiero hablar de una autora admirable, Siri Hustvedt, originaria de Minnesota, feminista, quien este año sumó a sus múltiples reconocimientos, el premio Princesa de Asturias, cuya dedicatoria fue para “las niñas que leen mucho, que piensan, preguntan, dudan, imaginan y se niegan a estar calladas”. 

En diversas entrevistas ha dicho que el feminismo “es una forma muy profunda de humanismo, es un modo de afrontar la liberación de las restricciones impuestas por el género”.

 

El libro que la catapultó a la fama y que la hizo liberarse del terrible mote “esposa de…” (está casada con el escritor Paul Auster), fue Todo cuanto amé, una historia donde la voz principal corre a cargo de un hombre. Se trata del historiador de arte, Leo Hertzberg, quien gracias a un cuadro que lo deja fascinado, inicia una amistad entrañable con el pintor Bill Weschler, autor de la obra de arte.

Nueva York, como escenario y el arte, como eje de la historia, Leo ya en su vejez, da cuenta una relación entre dos familias, de los lazos irrompibles que los unieron pese a las traiciones, de la solidaridad, el amor y el dolor, recuerdos guardados celosamente en un cajón.

En la primera parte del libro, Hustvedt plantea las bases de esa amistad en la década de los 70, Leo narra la relación con su esposa Erica, la relación de Bill con su primera esposa Lucille. Ambas familias tuvieron un hijo y los niños se llevaban como primos. Bill se separa y se casa con Violet, una modelo e investigadora, que de inmediato se integra a la dinámica familiar de los Hertzber – Weschler.

Uno de los logros de Siri es dar voz a estos personajes masculinos, logra darles una sensibilidad y pasión que los hace reales, con las virtudes y debilidades de todo ser humano. En cuanto a los personajes femeninos, son entrañables, mujeres libres que toman sus propias decisiones con las consecuencias que tengan que asumir por ello.

En la segunda parte, nos encontramos con una historia contemporánea, sin perdernos de ese eje que es la amistad y el arte. Violet, la esposa de Bill está enganchada en una investigación sobre uno de los males que aquejan a las mujeres, los trastornos alimenticios.

Incluso Siri hace unas reflexiones interesantes como la siguiente: “La comida – escribía Violet – es a la vez nuestro placer y nuestra penitencia, nuestro bien y nuestro mal. Al igual que ocurriera con la histeria hace un centenar de años, se ha convertido en el foco de una obsesión cultural que ha infectado a grandes cantidades de personas…”

Otro de los temas que vale la pena destacar en esta novela, es la falta de empatía, cuando ésta desaparece, “los demás dejan de formar parte de nosotros mismos para convertirse en cosas”. La vida de los niños de esta historia sufre cambios inesperados, que nos conducen por la parte oscura del arte y de la vida misma.

Para empezar a conocer a esta autora, Todo cuanto amé es un excelente inicio, pues se trata de una historia estructurada, con personajes de carne y hueso, con el arte como vehículo a lo largo de la narración del entrañable Leo Hertzberg. 

Una historia que justo en el inicio de la segunda parte, te quiebra.