“Cualquier violación del cuerpo de una mujer puede convertirse en sexo para los hombres; ésa es la verdad esencial de la pornografía”: Andrea Dworkin

La pornografía ha sido criticada entre corrientes feministas que afirman está basada en la sumisión y violencia de la mujer. Y aunque también hay voces del feminismo liberal que dicen que una mujer tiene derecho a decidir sobre lo que sucede en su cuerpo, la realidad es que la industria del porno ha sometido a cientos de mujeres a la explotación laboral y las han expuesto a una violencia que no siempre es consensada, aunque en la pantalla se vea lo contrario. 

Cultura Colectiva recopiló los testimonios de algunas ex actrices porno, quienes decidieron alzar la voz y denunciar la forma en la que fueron humilladas y agredidas durante sus participaciones. 

Los testimonios exhiben no solo la explotación laboral, sino que refuerza la idea de que la pornografía sólo está al servicio de los placeres del hombre, utilizando una cultura de violencia y violación en contra de la mujer.

(Las imágenes que son utilizadas son sólo para ilustrar los testimonios)

ALEX

“Una película tuvo la escena más atemorizante, deprimente y brutal que he hecho. He tratado de quitarlo de mi memoria por el severo abuso que recibí durante la filmación. El actor tenía un odio natural en contra de las mujeres, en el sentido de que siempre ha sido más brutal de lo que se requiere. Accedí a hacer la escena, pensando que me iba a pegar solamente una vez en la cabeza. Si te das cuenta, él usó un anillo de oro sólido todo el tiempo y siguió golpeándome con él. Detuve la escena a la mitad porque me dolía demasiado”.

JESSI

“Fue la cosa más horrible, vergonzosa y degradante. Tuve que filmar un DVD interactivo, lo cual tarda horas y horas de filmación, mientras tenía fiebre de 104 grados (Fahrenheit). Estuve llorando y me quería ir pero mi agente no me dejó. Dijo que no me podía dejar flaquear. También hice una escena en la que me pusieron con un actor que estaba en mi "lista de no". Quería complacerlos, así que lo hice. Él me pisó la cabeza [...] Me asusté y comencé a gritar. Dejaron de filmar y me enviaron a casa con una paga reducida porque tenían sólo un poco de la toma y no toda la escena”.

ANDI

“Después de un año de ''la vida glamourosa'' tristemente descubrí que las drogas y la bebida eran parte del estilo de vida. Comencé a beber y estuve en fiestas hasta que se salió de control. La cocaína y el éxtasis eran mis favoritas. Después de un poco, me convertí en alguien que no quería ser. Después de hacer tantas escenas hardcore, no pude seguir. Sólo recordé estar en situaciones horribles, experimentando depresión extrema, estando sola y triste”.

REGAN

“Me rompieron la cara. Muchas de las chicas estaban llorando porque de verdad estaban adoloridas. Yo no podía respirar. Me pegaban y ahorcaban. Estaba muy alterada y ellos no se detenían. Siguieron filmando. Les pedí que apagaran la cámara y siguieron filmando”.

JESSIE

“La gente en la industria del porno están entumecidos en la vida real y son como zombis caminando. El abuso que sucede en la industria es increíble. La forma en que estas jovencitas son tratadas es realmente enfermizo y parece como un lavado de cerebro. Lo dejé por el trauma que experimenté aunque sólo estuve un corto periodo de tiempo. Salí con mucha gente de la industria, desde chicas contratadas hasta las gonzo. Todos tienen el mismo problema. Todos están drogados. Es un estilo de vida vacío tratando de llenar un vacío. Me hice adicta a la heroína y al crack. Casi entro en sobredosis. Tuve momentos en los que me amenazaron con cuchillos. Me han golpeado casi hasta morir”.

GENEVIEVE

“El abuso y la degradación fue dura. Sudé y estaba en un horrible dolor. Además de la experiencia horrorosa, todo mi cuerpo me dolía y estaba molesta todo el día. Al director no le importaba cómo me sentía. Sólo quería terminar el video”.

MOLLY

“Fui forzada a entrar al porno por un chulo de Ft. Lauderdale. Me envió en un avión a Nueva Jersey para filmar "abuso facial". El manager de "abuso facial" me violó después de la escena y me dio dinero para no denunciarlo. Aún no tengo propiedad del video. Mi manager se gastaba alrededor de 100 dólares al día para mantenerme drogada”.

ANÓNIMO

“Las actrices jóvenes sin experiencia son estafadas por agentes que les dicen que estarán haciendo escenas sencillas, cuando en realidad llegan y son brutalizadas para crear contenido que está claramente hecho para hombres que odian a las mujeres. La industria sabe sobre esto, pero como los creadores siempre tienen control sobre los actores, fingen que no pasa nada”.

ELIZABETH

“Me forzaron a recibir fluidos corporales en mi cara o en cualquier lugar a donde el productor quisiera, y si yo no aceptaba, no me pagaban. A veces tenías una escena en la que el productor cambiaría lo que tendría que ser normal a algo más intenso, y si no te gustaba te decían: "Si no te gusta, muy mal, lo haces o no te pagamos”.

Estas mujeres no sólo denunciaron la violencia, sino que señalaron “la gran mentira” que se repiten todas cuando entran a la industria: “yo no voy a hacer algo que no quiera”.

Pero no es así. Al final, sus testimonios reflejaron que –sin un consenso- fueron víctimas de sistema que mantiene a la mujer como un objeto sexual y subordinada al placer del hombre.

LA CULTURA DE LA VIOLACIÓN

La Dra. Mary Anne Layden, Directora del Programa de Trauma Sexual y Psicopatología del Centro de Terapia Cognitiva, explica que la pornografía “puede enseñar no sólo comportamientos sexuales específicos, sino actitudes generales hacia las mujeres y los niños, cómo son las relaciones y la naturaleza de la sexualidad”.

Grupos de feministas explican que la pornografía deshumaniza completamente la sexualidad y se ampara en una fantasía para mostrar una realidad, pues “la pornografía se cuela en nuestras relaciones interpersonales desde adolescentes y perpetúa la violencia machista atando nuestras relaciones a las representaciones pornográficas que son las únicas referencias sexuales de millones de jóvenes”.

La pornografía como una cultura de violación se ve reflejada en una sociedad misógina y violenta, donde en 2019, a nivel nacional, se registraron 5 mil 347 llamadas de mujeres al teléfono de emergencia por incidentes de abuso sexual. Es decir, 8 llamadas por cada 100 mil mujeres. Y eso sólo son números que logra registrar el Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Además también se registraron 3 mil 874 llamadas por incidentes de violación contra mujeres.

(Brenda Lugo)