Algunas de nosotras recordamos a nuestras abuelas con ternura, sabemos que no es así en todos los casos.

En México, alrededor de 55% de ellos de acuerdo con el Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) son los cuidadores de los menores mientras que los padres o madres trabajan.

¿En tu caso, cómo fue tu historia? ¿Quién te cuidó? ¿Cómo fue la experiencia con tus abuelos?

En mi caso, la mayoría del tiempo era estar con mi abuelita en el campo, acompañándola mientras yo tenía vacaciones de verano, ella tenía ciertas actitudes feministas, aunque no lo supiera. Algunas de las enseñanzas que me dio fueron:

1. Hazlo tú, yo que no pude

Mi abuelita siempre me motivó  a viajar e ir a lugares cuando estaba en mi adolescencia. Pese a que mi mamá se rehusaba a dejarme ir. Recuerdo que en una ocasión me dio dinero a escondidas para irme al Cervantino en Guanajuato. ¿Por qué los abuelos son más permisivos con los nietos? Es una de las actitudes que se han planteado en diversos estudios. Sin embargo, en este sentido, mi abuelita me ayudó la primera oportunidad de viajar con mis amigos.

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2. Siempre ten tu dinerito

Mi abue, aunque sus hijos le mandaban su “gasto” cada mes. Ella siempre tejió carpetas y las vendía con sus vecinas, decía que sentía que ese era su “dinerito”. Luego nos mandaba a ofrecerlas con las señoras de la calle, de las monedas que ganaba, nos daba algunas, de paso nos encarga cinco pesos de huevitos de chocolate. Con esto , ella nos decía que siempre era bueno que uno se ganara su propio dinerito.

Hasta ahora me doy cuenta que con esta forma, mi abuelita ponía en práctica lo que decía Simone de Beauvoir: “mediante el trabajo la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa”.

3. Quiérete tantito

De vez en cuando mi abuelita me soltaba la frase “quiérete tantito” cuando estaba un poco despeinada o no me “fajaba” bien la ropa. Ahora me doy cuenta que me estaba hablando del autocuidado. Recuerdo que de vez en cuando mi abuelita se daba espacios para hacerse sus mascarillas y remedios para tener las manos suavecitas.

Mi abuelita no conocía de marcas, pero amaba la crema de la campana, todas las noches se la ponía. “Pónganse tantita, no sean flojas”, nos decía.

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4. “Nunca te vas a casar con el amor de tu vida”

Con su experiencia y lenguaje, mi abuelita me decía “escúchame bien, nunca te vas a casar con el amor de tu vida”, con el paso del tiempo creía que mi abuelita me hablaba de que nunca me iba a hacer caso quien me gustara o algo así. Lo que ella me quería enseñar que el amor romántico era una ficción, y el amor tenía que ir más allá, en el autocuidado, respeto y entendimiento.

Ella recordaba que se casó por mi abuelo la pidió y ya, no tuvo decisión. Y le emocionaba que ahora nosotras teníamos la oportunidad de decidir.

5. No te presiones, siempre habrá el mismo regadero

Cuando nos tocaba visitarla en el rancho, algunas veces nos presionábamos por tener limpio todo el tiempo. Ella se daba el tiempo de ver sus novelas, platicar con sus vecinas, rezar un poco y a ratitos hacer el aseo.

Ella nos decía que no nos presionáramos, que siempre iba haber el mismo regadero. Los que no enseñaba mi abuelita era distribuir el tiempo y no enfocarnos sólo en producir, “date un tiempo”, me decía.

Ahora, de vez en cuando, quiero recordarla, trato de tomar el sol a media tarde y tomar una pequeña siesta, porque esa forma tan dulce de disfrutar la vida fue lo que me dejo mi abuelita ¿y, a ti, qué te enseñó tu abuelita?

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