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Halcones de "El Marro" vigilan desde la iglesia de Santa Rosa de Lima

Adolescentes ocupan su tiempo en vigilar quién entra y quién sale del bastión del huachicolero, que fue detenido hace casi dos años

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Escrito en GUANAJUATO el

Villagrán-. Sentados afuera de la Iglesia de Santa Rosa de Lima, a plena luz del día y con mariconeras y mochilas en sus hombros, adolescentes de la comunidad vigilan las calles de lo que se convirtió en el bastión de José Antonio Yépez Ortiz "El Marro". Los llaman halcones, son adolescentes. 

Su guarida es una casa oscura que está afuera del templo de la calle principal de la comunidad. Se reúnen en una vivienda techada con láminas, entre rejas y ventanas blancas. Afuera de la casa tienen colgada una lona de color negro que les cubre el sol, a un costado hay un bidón transparente similar a los que la Secretaría de Seguridad Pública del Estado ha asegurado a delincuentes dedicados al robo de combustible. 

Esta casa está justo enfrente del templo principal de Santa Rosa de Lima, pintado de color naranja con dos cruces en sus puntas. Ubicado a pocos metros de una estructura de cantera que forma la letra "M", y que según vecinos fue construida por "El Marro" porque forma su inicial desde cualquier ángulo que se le vea, además porque no tiene una placa gubernamental o el nombre de sus creadores. 

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 El arcángel del sencillo monumento resguarda desde lo alto la vecindad. (Foto: La Silla Rota)

La gente de la comunidad asegura que los adolescentes que se juntan ahí son halcones, incluso los catalogan como "peligrosos". La mayoría aparentan ser menores de edad, entre los 14 y 17 años. Transitan con pantalones entubados, playeras casuales y cabello de colores. Andan en moto o caminando. 

Un halcón es el término coloquial para señalar a las personas que se suman a las filas del crimen organizado para vigilar y alertar sobre la presencia de grupos rivales o en algunos casos de las autoridades. 

Ellos están alertas del paso de cualquier persona. Desde el centro de la comunidad ven los automóviles que llegan a Santa Rosa, quien los maneja, quien plática con los vecinos y quien se acerca con los policías que tienen su base en una casa asegurada a "El Marro". 

Miran cuidadosamente las unidades de la Guardia Nacional que dan rondines por las calles y a las personas extrañas las miran con amenaza.  

¿Por qué los adolescentes prefieren ser halcones y no estudiantes? ¿Tienen acceso a la educación? ¿Qué los orilló a estar ahí? ¿Cómo es su entorno familiar? 

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Al lado derecho, un grupo de policías resguardan la comunidad detrás de una trinchera hecha de costales. (Foto: La Silla Rota) 

MENORES ASESINADOS EN GUANAJUATO

En el primer trimestre del 2022, en Guanajuato se han registrado 34 homicidios dolosos contra menores: 33 hombres y una mujer, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. 

La comisionada estatal de Seguridad Sophia Huett, dijo a medios locales que el asesinato de los adolescentes se debe a que algunos de ellos, principalmente de entre los 16 y 17 años son reclutados por el crimen organizado. 

"INFANCIAS ROTAS Y NIÑOS SOLOS" EL ESTUDIO QUE HACE REINSERTA 

José Pablo Balandra, coordinador general de la Fundación Reinserta, organización que busca incidir de manera positiva en los niños, niñas y adolescentes vinculados a la violencia, explica a La Silla Rota que en la mayoría de los casos los menores aceptan ser reclutados por la delincuencia organizada para llenar esos vacíos, familiares, emocionales y económicos. 

"Estamos hablando de niños, niñas y adolescentes que están muy solos, y esos vacíos los cubre la mafia, los grupos delincuenciales y van sustituyendo esas relaciones de cubrir ciertas carencias que ellos tuvieron. 

"Vemos una precariedad enorme en los vínculos familiares, ya sea por el abandono, que los padres no están presentes por el trabajo (...) hay que sumarle el factor educativo, que en las escuelas se observó que había ciertos espacios fuera de la escuela donde se fomentaba la violencia y el consumo de drogas, había un despido de estos niños problemas dentro del colegio y no estaban viendo que había un niño detrás pidiendo ayuda, pidiendo ser escuchado", señala el coordinador de Reinserta. 

Los menores de 14 a 17 años son los que normalmente se unen a las filas del narcotráfico, tanto hombres como mujeres. Ambos desempeñan actividades como halconeo, guardias, venta de drogas, asesinato, tortura y son capacitados para la desaparición de cuerpos, de acuerdo con el estudio de Reinserta "Niñas, niños y adolescentes reclutados por la delincuencia organizada", donde recopilan la historia de 89 menores en México. 

LA PAGA

La retribución económica que reciben es una de las principales razones por las que los adolescentes se unen al narco, les pagan de 30 a 35 mil pesos mensuales. El sueldo depende de la ubicación geográfica, entre más se acerquen a los estados del norte reciben más dinero. 

"Cuando levantamos estas entrevistas nos decían: ‘pues es que yo prefiero estar en la mafia tres cuatro años y si me matan o me agarran ya viví lo que tenía que vivir’. Son contextos difíciles que te hablan de infancias rotas, infancias solas, que estos grupos llegan a complementar y forman familias", cuenta José Pablo Balandra. 

Sus mismos amigos los reclutan, el coordinador de Reinserta señala que los menores "respiran violencia" en México. La narco cultura suma a esta problemática social a través de las series de narcotraficantes o los narcocorridos. 

Balandra señala que los menores sufren de una doble re victimización: una por parte de la delincuencia organizada, otra por las autoridades. Y es que integrantes de la mafia pagan abogados para sacar a los menores de la cárcel y continuar con el negocio, según Reinserta. 

Mientras que los policías una vez que los detienen les retiran las ganancias pero los dejan seguir operando, por esta razón señala a las autoridades como cómplices del crimen organizado. 

La reinserción de los adolescentes que deciden cambiar su rumbo lleva de dos a tres años en Reinserta. El objetivo es que no regresen al crimen organizado "para proteger su propia vida". 

Una de las formas de rescatarlos es con el emprendimiento, la creación de proyectos o negocios que los hagan independientes, otros menores incluso tienen que salir de su estado para no ser perseguidos por el crimen organizado. 

"YO ERA HALCONA DE UN CÁRTEL"

Ivette, de 14 años, da su testimonio desde un centro de rehabilitación. A su corta edad relata a La Silla Rota como es que la relación con su novio la orilló a ser halcona y terminó escapando de una ciudad para no ser buscada por el crimen organizado. A su novio, lo mataron.

"Salí de mi ciudad por el cártel que dominaba ahí. Me involucré mucho trabajado con ellos. Era una de sus más de cien halcones y les reportaba todas las veces que la policía. Mi mamá no sabía que estaba con ellos porque uno era mi pareja". 

"Él tenía 16 y cuando el cártel se da cuenta que él me contaba cosas, creyeron que era un soplón. Entonces me buscan, me localizan y secuestran a mi hermano y  mi mamá". 

Cuando liberaron a sus familiares, Ivette intentó escapar y rehacer su vida pero fue amenazada por los integrantes de la organización, quienes le dijeron que no podía salirse "porque sabía muchas cosas". Con el temor de ser encontrada, la menor se escondió como pudo, hasta que alguien la ayudó  a salir del estado.      

"LA CHOLA", HALCONA DETENIDA

La Fiscalía de Guanajuato ha desarticulado la célula de "El Marro" con la detención de varios de sus integrantes, entre ellos Mariela Josefina alias "La Chola", quien figuraba en la estructura como halcona, en un documento de investigación federal. 

"La Chola" organizaba los bloqueos carreteros para impedir que las autoridades entraran a los territorios operados por "El Marro". Les pagaba a los pobladores con un recibo de nómina que les advertía en un sobre amarillo con un sello, lo que debían hacer: 

"Se  les notifica a familiares deben salir a manifestación cuando se requiera", avisaban a la gente contratada por el grupo criminal.  

Mariela Josefina fue sentenciada a 40 años de cárcel por el delito de homicidio calificado en contra de un servidor público en grado de tentativa y sedición. Además por ser identificada como halcona de Yépez Ortiz. 

SANTA ROSA DE LIMA SE RECUPERA POCO A POCO

La Silla Rota visitó Santa Rosa de Lima en febrero pasado, a un año y medio de la captura de "El Marro". A pesar de detectar la presencia de los halcones la gente aseguró que "los malos ya se fueron".

Santa Rosa se convirtió en el imperio del capo más buscado de Guanajuato desde el 2017, cuando este se presentó como el líder del Cártel de Santa Rosa de Lima y declaró la guerra al Cártel Jalisco Nueva Generación, liderado por Nemesio Oseguera "El Mencho", aún prófugo. 

Sus pobladores y las calles, que antes estaban tomadas por el crimen organizado y vigiladas por las autoridades, lucen distintas a los días previos a la captura de "El Marro", cuando los narco bloqueos amenazaban las carreteras con vehículos incendiados para evitar el paso de las autoridades en Villagrán y otros municipios.

Tras la detención de José Antonio Yépez disminuyeron los asesinatos en Guanajuato. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el 2020 cerró con 3, 359 homicidios dolosos, mientras que en el 2021 se contabilizaron 2, 823, una disminución del 16% de un año a otro.

Aun con este panorama, el coordinador de Reinserta señala que el reclutamiento de los menores a los grupos criminales es una problemática social que compete al Estado, la sociedad y la familia.  

"Tenemos que trabajar muchísimo en la prevención del delito, de cómo generamos mejores condiciones para los adolescentes (...) capacitar muchísimo a los operadores del Sistema Especializado para Adolescentes, que podamos ver desde una perspectiva de género para las mujeres que están pasando estos procesos. Hay que empezar a hablar de  salud mental, de las experiencias traumáticas que los marcan (...) también un sistema de testigos protegidos para poder desarticular ciertos grupos del crimen organizado. 

 

"Creo que tiene que haber una política de la regulación de drogas, nosotros al estar comprando y consumiendo drogas somos partes de eso, de que hay niños vendiendo droga, que estén de halcones".

En Villagrán, los adolescentes de cabello pintado y pantalones entubados vigilan desde el templo de Santa Rosa de Lima. Bajo la encomienda de vigilar las calles y el número de veces que pasa  la policía, así se van sus días. Lejos de la escuela y trabajando para un cártel. 

"Todo victimario en algún momento fue víctima", señala Reinserta.

PR