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50 años de historia frente a la Alameda, a punto de desaparecer

La gentrificación cobra nuevas "víctimas" del Centro Histórico en dos sitios tradicionales que alberga un edificio estilo "art deco"

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Escrito en METRÓPOLI el

El Café Trevi, que está abierto desde 1953 y las Tortas Robles desde los 90, lugares icónicos que guardan ese ambiente tradicional del Centro Histórico están por cerrar debido a la gentrificación, es decir, a la transformación de espacios urbanos con el fin de encarecer la vida en ciertas zonas de la ciudad.

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El edificio estilo art deco que los alberga y que tiene 33 departamentos fue vendido por los hijos de los dueños originales a dos empresas privadas que gestionaron un fideicomiso para comprar el inmueble, cuyo valor oscila en los 100 millones de pesos, informó Daniel Gutiérrez Martínez, profesor e investigador en el colegio mexiquense y vecino. 

Los habitantes y negocios de ese edificio, que está en la esquina de Dr. Mora y Colón, fueron notificados para que a partir de enero de 2019 dejen los departamentos. El inmueble será rehabilitado y rentado para oficinas tipo coworking, restaurantes gourmet y departamentos tipo Airbnb.  

HISTORIA DEL EDIFICIO Y SU VENTA

Conocido como edificio Trevi, por la referencia del café, fue construido e inaugurado a inicios de la década de 1950. Es un inmueble icónico en la Ciudad de México cuyo estilo art deco “muy adusto y sobrio” lo hacen único.

“Además de que el 60 por ciento de su valor es lo que las personas le han hecho al barrio. Un lugar donde pueden todas las clases sociales, incluyendo los turistas, venir y convivir”, dice Daniel Gutiérrez

En el 2003, Daniel regresaba a la ciudad, luego de vivir más de una década en el extranjero. Encontró un departamento económico para rentar en el edificio de la calle Colón número 1 en frente de la Plaza Solidaridad y a un lado de la Alameda Central. En ese tiempo, al rededor y al interior de esos parques había inseguridad, prostitución y por falta de iluminación, poco tránsito en la noche. 

“Por lo mismo las rentas eran bastante accesibles. Hace 15 años la Plaza de la Solidaridad no estaba iluminada. Todos los artesanos ambulantes no estaban en ella sino en la Alameda. No nos atrevíamos a cruzar por la inseguridad (…) Al principio vivir aquí no fue ajeno para mí, ya que de niño crecí en el Centro, era natural este entorno”.  

Los dueños del edificio eran cuatro adultos mayores. Ellos lo heredaron de una familia de abolengo y después la propiedad la retomaron los hijos, que son quienes al final vendieron.  

Hace tres años, el inmueble fue remozado por fuera, resultado de un convenio informal entre los ex dueños y la encargada de uno de los negocios que están en la parte de abajo. 

“(Los dueños) le dijeron: ‘si tu me llenas el edificio, nosotros prometemos arreglarlo’, ya que no todos los departamentos estaban ocupados. Por dentro estaba muy descuidado. Nos organizamos los vecinos para limpiarlo. Parte del acuerdo era para los que ya estábamos aquí que la renta no podía subir más del 10 por ciento y a los nuevos si se las subieron de manera sustantiva, aunque seguía siendo módica”.

El inmueble se ocupó en su totalidad. Llegaron artistas, emprendedores, periodistas y escritores. Comenzaron a realizar acciones en favor de la comunidad con actividades culturales y artísticas en el espacio público. Al mismo tiempo, el gobierno capitalino rehabilitó la Alameda Central, Plaza Solidaridad y convirtió en peatonal a la calle Dr. Mora. Todo ello cambió el entorno. 

Desde hace varios años, Daniel y otros habitantes manifestaron interés en comprar cada uno su departamento. Sin embargo, nunca se concretó. Su argumento era que el edificio no estaba en régimen de condominio y por lo tanto era difícil que vendieran cada vivienda. Pasó el tiempo y el edificio se fue deteriorando más. 

“Esto fue un poco engañoso, si bien el inmueble no está en régimen de condominio porque es de los años 50, no significa que jurídicamente está exento de algunas reglas que se le aplican a los edificios de régimen condominal, sobre todo cuando es venta. En realidad la situación del edificio es que no estaba regularizado. Están cobrando 33 rentas sin están en régimen de condominio, pero al mismo tiempo argumentan que es un bloque completo y no se puede dividir”. 

LLEGÓ LA GENTRIFICACIÓN 

En marzo de 2018, a los inquilinos y negocios les llegó una notificación notarial que les informaba de que les daban el “derecho a la preferencia de partes”, es decir que como viven ahí tienen derecho a comprar. 

“El tema es que como lo plantearon no es coherente. Porque nos decían que ‘si quiere comprar su departamento, tiene que comprar el edificio completo que cuesta 110 millones de pesos’ y para ello teníamos un mes para juntar ese dinero”, narra Daniel.

Sin embargo, los vecinos sospechan que desde febrero de este año los ex dueños ya habían planificado la estrategia, pues los primeros días de abril vendieron el edificio a dos empresas que se llaman Iteractiva y Público, las cuales formaron un fideicomiso privado.

"Público es una disque asociación de jóvenes que lucha por conservar la tradición de los barrios y las costumbres contra la gentrificación y lo que están haciendo es gentrificación escondidos bajo una empresa que se llama Iteractiva  que es de inmuebles".

Los vecinos se organizaron e interpusieron una demanda por “no aplicar correctamente el derecho a la preferencia”. 

Esta historia se da en un contexto en el que la flexibilidad del gobierno de Miguel Ángel Mancera ha estado presente con respecto a la creación de fideicomisos privados y a la adquisición de bienes en el Centro Histórico, que ha generado desalojos en edificios y la desaparición de lugares y negocios tradicionales. 

“Esto es un caso icónico, porque además de su importancia arquitectónica, puede ser un precedente en términos de derecho a la vivienda. Es icónico porque presenta el real problema de la gentrificación, por un lado la ciudad está progresando porque estéticamente se ve mejor, pero que solamente es accesible a cierta población con cierto ingreso”, afirmó el profesor e investigador en el colegio mexiquense y vecino de la zona.

LAS TORTAS ROBLES Y EL CAFÉ TREVI 

El Café Trevi abrió después de la inauguración del edificio. Tiene 65 años y era de un italiano, quien se lo traspasó a un empleado. El responsable actual tenía 15 años cuando entró a trabajar en el lugar y los administradores son sus sobrinos.

La Tortas Robles, otro de los negocios con mucha tradición, abrió sus puertas en el edificio Trevi en la década de los 90. Guadalupe Robles Martínez, hija del fundador, relató que su padre empezó con un puesto ambulante en 1947 a vender tortas en la esquina de Dr. Mora y Juárez. 

Debido al éxito, Alejandro Robles abrió un local en Basilio Badillo número 5 y en 1957 en Basilio 10. 

“Mi mamá abrió este local (en la calle Colón en el edificio Trevi) en 1990 y desde entonces hemos estado aquí ofreciendo tortas tradicionales y económicas”. 

ams