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Llegan para entregar víveres, se quedan para regalar casas

Al observar la magnitud del desastre, los voluntarios decidieron ayudar con la reconstrucción; planean edificar 100 viviendas en Hueyapan, Morelos

Escrito en ESTADOS el

Morelos (La Silla Rota).- Un grupo de voluntarios integrantes de la Asociación Civil “Corazones por México” acudió a Hueyapan, Municipio de Tetela del Volcán, tras el sismo del 19 de septiembre para entregar víveres y cobijas a los damnificados de esa comunidad.

Sin embargo, al encontrar que más de 400 familias perdieron su vivienda, la Asociación decidió quedarse en la zona y participar en el proceso de reconstrucción.

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“La idea original era traer víveres, despensas, colchonetas, cobijas, etcétera, pero al ver la magnitud del desastre no podíamos solamente ayudar con eso, teníamos que ayudar con la reconstrucción, entonces todo surge como una iniciativa ciudadana de construir esta primera casa con una historia la verdad muy conmovedora de la dueña”, dijo Marcos Hidalgo, director de la Fundación.

Es la casa que con donaciones conseguidas a través de redes sociales construyen para Sandra, sus tres hijos y su hermanita de 12 años.

Pero ésta  es la primera casa de un ambicioso proyecto que pretende edificar 100 viviendas en la comunidad indígena de Hueyapan.

“Decidimos fondear  esta primera casa, hacer un llamado a través de redes sociales a nuestros conocidos, la fondeamos en un día, entonces dijimos no, una es poco queremos ahora 10, hemos logrado fondear 10 casas y ahora queremos 100 casas”, expresó Hidalgo.

Cada casa tiene un costo de 155 mil pesos y los recursos para las primeras 10 casas provinieren en un 50 por ciento de donaciones realizadas por migrantes en Estados Unidos.

Sandra y sus tres hijos fueron los tres primeros beneficiarios de este proyecto pues la historia de la familia conmovió a Corazones por México.

El día del sismo la familia perdió el patrimonio que con esfuerzo había construido.

Pero lo más doloroso para Sandra fue explicar a sus hijos lo que había pasado con su vivienda.

“Ellos preguntaban ¿qué paso con nuestra casa? Nosotros con el corazón a lo mejor hasta roto, no podíamos explicarles que ya no teníamos un hogar”, dijo Sandra.

Incluso su hijo Ricardo, de 6 años de edad, intentó “curar” su casa que estaba derribada.

“Uno de mis hijos agarra entre que sacábamos lo poquito que pudiéramos, uno de mis niños agarra un curita y lo pega, dice ‘mamá’, obvio la imaginación de los niños, y me dice ‘mamá, este, con el curita la casa se va a curar, vamos a recuperar nuestra casa’, él creía que cuando él sufría una fractura obvio con un curita él se aliviaban, creía él que con eso iba a curar su casa y que con eso la iba a recuperar”, contó.

Al día siguiente del sismo, cuando salió a buscar comida y herramientas para remover el escombro de su casa, Sandra se topó a Marcos en la calle.

“Yo ya no  les llamo personas, yo les digo ángeles, son como mis ángeles de la guarda, les digo que Dios me los puso en el camino porque precisamente me los encontré en el camino, entonces, yo al encontrarlos pues les sugerí, les pedí un poco de apoyo en cuestión de herramientas, yo no sabía quiénes eran”, dijo.

Pero al ver las condiciones en que quedó su vivienda, los voluntarios decidieron reconstruirla.

 “Ahora me están ayudando con una casa, con una casa en donde mis hijos van a estar calientitos, van a estar más protegidos, no sé, no sé cómo describirlo, yo creo que a veces cuando eres son personas que no conozco y tú dices están aquí con nosotros, igual, toda la gente que ha venido está con nosotros, entonces no hay palabras para darles las gracias, yo les decía yo no sé de qué forma les puedo agradecer tanta ayuda, no sé, solo puedo decir gracias y siento que ni así es suficiente”, dijo.

Desde el sismo, la familia de Sandra duerme bajo lonas y láminas de cartón, en un cuarto improvisado que no la protege del frío que hace en esta comunidad, ubicada en las faldas del volcán Popocatépetl.

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“Hicimos improvisados unos corredores, ahí es donde ya estamos durmiendo, bajo lonas y cartón. Es triste, yo creo que como papás donde sea te acomodas, aquí lo más triste son tus hijos, que sufran tal vez el frío, el agua, eso es lo más difícil”, expresó Sandra.

El llamado de los voluntarios que construyen esta casa es diversificar la ayuda humanitaria y agregar a los envíos dinero o materiales para construcción.

La idea de la asociación es lograr que menos familias pasen las fiestas decembrinas a la intemperie.

“Es muy triste, sí, sería muy triste, las condiciones hoy son terribles y sería aún más triste que en las fiestas donde uno  tiene algo que celebrar, que festejar vivieran bajo una lona”, dijo Marcos Hidalgo.