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Escolta que disparó contra ex yerno de gobernador, con negro historial

En diciembre de 2002, Alberto Consospó mató por la espalda a un joven basquetbolista

Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ (La Silla Rota).- La escena del escolta Alberto Consospó disparándole en la pierna izquierda a Juan Carlos Armendáriz, exyerno del actual gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón Cadenas, apenas el domingo pasado en el centro de esta ciudad capital, revivió el dolor y la sed de justicia de la familia Teco Serrano.

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Ese hombre violento, con una pistola .9 milímetros en mano, era el mismo que, casi dos décadas atrás, acabó con la vida de Wilber Jhovany, de apenas 21 años, en su municipio de origen Suchiapa, luego de jalarle el gatillo a su pistola en la espalda del joven basquetbolista, cuando éste intentó defender a su primo Josué Pérez Teco, quien laboraba como mesero en un restaurante en la entrada de dicha localidad, ubicada como a 20 minutos de Tuxtla Gutiérrez.

Abel Teco Serrano, su hermano, muestra a La Silla Rota algunos recortes de periódicos donde se observa la imagen de Alberto detenido y sosteniendo, en su mano derecha, un arma de fuego de grueso calibre, acompañado de otros tres sujetos, al parecer sus cómplices en ese homicidio ocurrido el 2 de diciembre de 2002.

‘Es el mismo tipo’, dijimos con mi mamá, al mirar el video que le dio la vuelta a todo México; nos causó indignación saber que el mismo sujeto que mató a mi hermanito, hoy goce de libertad, y que siga haciendo de las suyas

Los hechos suscitados apenas el fin de semana pretérito “encendieron las alarmas”: tan es así que, el propio mandatario chiapaneco, grabó un video en el que se deslinda del escolta agresor, e incluso advierte que habrá un castigo ejemplar.

Sin embargo, para Abel, elemento retirado de la Secretaría de la Marina, no cabe la duda de que Alberto, ése que creció “en el abandono” en tierras suchiapanecas, donde “hizo y deshizo” al cometer una serie de atropellos como: asaltos, secuestros, violaciones sexuales y hasta homicidio, era el mismo que, sin piedad, se llevó a Wilber “de corbata”.

En el Auditorio Municipal de Suchiapa se observa una placa en color plata: fue un homenaje que, en ese mismo diciembre de 2002, le hicieron al joven basquetbolista con talento, además, para la marimba y que, estaba casi listo, para comenzar la licenciatura en Educación Física.

Mi hermano era muy tranquilo, no andaba en malos pasos, incluso se dedicaba al deporte, entrenaba baloncesto con niños de primaria y ganaba su dinero, por eso cuando vimos de nuevo a ese asesino, lo que se nos vino a la mente es sed de justicia

En su vivienda, ubicada en la cabecera de Suchiapa, hay un altar “cubierto” por veladoras, flores y, en el centro, la imagen de Wilber, aquel muchacho alto que solo quería destacar y ayudar a su familia, alejado de los vicios.

A Abel, a su madre y hermana menor les “cala” que ahora las autoridades se quieran sacudir la responsabilidad, es decir, no aceptan que Consospó era escolta asignado por el gobierno para la protección de su hija María Escandón. Y más les duele que, Alberto, siga libre, como si nada hubiera pasado.

Un “plomazo” por la espalda

El día del crimen, Wilber -quien inclusive formó parte de la selección de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)- retornaba de un torneo en Villaflores, municipio que está como a una hora de Suchiapa.

Su primo Josué discutía con Alberto, al parecer por problemas por el cobro de drogas, pero en el intento de Wilber por calmarlos, al final “pagó los platos rotos”. Esto provocó que todos los presentes, entre ellos compañeros del basquetbolista, huyeran del lugar.

Al principio, no supimos cómo salió mi hermano de ese sitio, pero nos dijeron que lo sacaron cargado los mismos malhechores, quienes lo dejaron tirado cerca de la casa, donde perdió la vida; por cierto, se supone que la bala era para el primo

Sin embargo, el miedo se apoderó de otros familiares, como una tía que fue testigo de cómo quedó Wilber pero que no quiso declarar, a pesar de que vio cómo “tiraron” a su sobrino. Incluso, su madre, enferma de diabetes, tampoco sale mucho a la calle, pues a razón de este hecho, recibió varias amenazas de muerte.

Según Abel, una de las constantes “llamados” era cuando le dejaban papeles que eran introducidos por debajo de la puerta principal, en los que les advertían que no declararan o la desaparecerían.

Yo, como estaba fuera, trabajaba en otro estado, pues no estuve presente, sino que regresé a Suchiapa cuatro meses después del homicidio, y ahí empecé a investigar, pero nunca detuvieron a Alberto, am quien después sí agarraron pero por otros delitos como asalto a bancos, delincuencia organizada

Asimismo, su mamá sufrió dos asaltos en su propia vivienda; en una ocasión, dos sujetos la amarraron e intentaron ahorcar. También supieron que, en estos hechos, estuvo involucrada gente enviada por Consospó.

Autoridades, ¿cómplices u omisas?

El deslinde del propio fiscal Jorge Luis Llaven Abarca sobre el agresor, y el argumento de que se indagaría para qué empresa labora, levantó más sospechas entre los familiares y los pobladores de Suchiapa.

Es decir, refiere Abel, no se quiere aceptar que en Chiapas no hay escuelas ni compañías que recluten guaruras y donde les proporcionen armas de fuego de grueso calibre como la que utilizó en contra del exyerno del Ejecutivo estatal.

Lo que sí hay en esta entidad son empresas privadas de vigilancia que solo te dan, si es ganancia, una macana y gas pimienta, ¿pero armas? ¡Eso es imposible!, es mentira

De hecho, agrega, la prueba de que Alberto sí pertenece al Estado y peor aún, que trabaja para el fiscal general, es la portación de una pistola .9mm, de uso exclusivo del Ejército, “Jorge Llaven lo sabe, él lo contrató; además, yo formé parte de la Marina, sé lo que cuesta que te autoricen una así, lleva tiempo, requisitos, entonces si él la tiene, es porque trabaja para el gobierno, así de sencillo”, mucho menos que la lleves a otras entidades.

Aunque Abel y su esposa están de visita en Suchiapa, pues viven en otra entidad de la República Mexicana, piensan en aprovechar las próximas dos semanas para acudir ante las instancias competentes y solicitar que les muestren cómo se resolvió el caso de su consanguíneo.

“Y lo vamos a checar porque estamos convencidos de que nunca hubo un proceso a favor de Wilber, es decir nunca se aclaró el caso, en pocas palabras: el asesino nunca pagó por lo que hizo”, asevera Abel, quien advierte que el verdadero nombre del criminal es Alberto Consospó Flores, y no Alberto Consospó Nucamendi o Tovilla, como se ha manejado.