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Urge vivienda accesible en la CDMX que frene la gentrificación

Los inmuebles encarecidos obligan a Gladys, Daniela y miles de personas a invertir hasta 4 horas diarias para regresar a la capital

Escrito en METRÓPOLI el

En la Ciudad de México urge un proyecto de vivienda accesible para frenar la gentrificación y la expulsión de habitantes de recursos medios y bajos que se ven imposibilitados a costear su vida en la capital del país, de acuerdo con especialistas.

Ello provoca que los residentes tradicionales abandonen el barrio y que se sitúen en la periferia. El “nuevo” espacio termina por ser ocupado por clases sociales con mayor capacidad económica que les permita afrontar estos nuevos costos.

La gentrificación proveniente del inglés gentry que significa alta burguesía y se refiere al proceso de transformación de un espacio urbano a partir de la reconstrucción o rehabilitación edificatoria con mayores alturas que las preexistentes, lo que provoca un aumento de las rentas o del costo habitacional. 


La Ciudad de México se encuentra entre las ciudades más excluyentes de América Latina, según ONU-Hábitat La oferta de vivienda media ha disminuido 8.6%, mientras que la de tipo residencial ha aumentado 18.5 por ciento.

“Estamos hablando de 70 a 80 por ciento de población que requiere vivienda de menos de 500 mil pesos y son estratos que estamos excluyendo de la ciudad. Ellos se encuentran por lo menos a hora y media o dos de su trabajo, de su fuente de educación, a una hora o dos de los centros de salud y viven en áreas dormitorio, donde sólo viven y llegan a dormir”, explica a La Silla Rota el director de Desarrollo Urbano y Accesibilidad del World Resources Institute México (WRI), Jorge Macías.

“En un último estudio que estaba haciendo, con lo que recibe de ingresos un hogar promedio en la Ciudad de México y con sus gastos, el remanente que le queda a la gente, juntando ese dinero que le queda después de esos gastos, no podría comprarla ni siquiera luego de 14 años. Realmente es una desigualdad que acaba en un no derecho a la vivienda y a la ciudad”, agrega.

Aunque el mercado se contrajo, los segmentos medio -cuyos costos oscilan entre los 750 mil a un millón 850 mil pesos-, los residencial -que van de un millón 850 mil a 4 millones de pesos-, y los plus, de 4 millones en adelante, son los únicos que han crecido desde 2015.

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Además, el estudio realizado por Gene Towler, prevé que para el periodo 2018-2024, la mayor parte de la demanda del Valle de México esté en vivienda de menos de 400 mil pesos, que ahora es la que menos se ofrece. 

GOLPE DE REALIDAD

Daniela vivía hace 10 años en la colonia Colinas del Sur, en Álvaro Obregón, pero al ver que la renta comenzó a subir, su familia decidió irse a vivir a Jardines de San Mateo, en Naucalpan, Estado de México. Allá consiguieron una casa por el mismo precio que pagaban de renta en la Ciudad de México, un departamento de dos recámaras.

Pero ella no ha dejado de venir a la ciudad, donde estudia y trabaja, cerca de Coyoacán. Diariamente emplea por lo menos tres horas del día en su ir y venir, y gasta entre 50 a 100 pesos de transporte, que puede aumentar a 200 pesos si se le hace tarde y de regreso llama a un Uber.

Primero, expulsada por el alto costo de las rentas, ahora se siente excluida de no poder vivir cerca de su empleo. Ha buscado rentar un departamento en la periferia capitalina, como Tláhuac, pero también han aumentado los precios y el traslado es tortuoso. 

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Cerca de Pantitlán ha visto costos de rentas y con sorpresa vio que no bajan de 5 mil pesos, y también es difícil salir y regresar de ahí, ya que al no tener auto la única forma de hacerlo es por Metro, cuyo servicio por las mañanas y las tardes es un infierno.

Otro caso es el de Gladys, quien diario viaja de su casa en Huixquilucan, también en el Estado de México, a su trabajo como diseñadora gráfica, por el Metro Viveros, al sur de la capital. En ello se le van por lo menos tres horas y media, cuándo le va bien, porque puede pasar hasta cuatro horas en el transporte público, de ida y vuelta.

Sus gastos en transporte rondan los 100 pesos diarios, de los cuales 56 pesos los destina para subirse a camiones tipo foráneo. Ha pensado en rentar un departamento por el Metro Normal, cerca de donde vive su hermana, pero por lo caro que está, por arriba de los 4 mil pesos, no se decide. 

Aspirar a comprar una casa es una alternativa todavía más impensable, pues los departamentos más baratos que ha visto son de un millón y medio de pesos.

“Si quiero vivir acá tendría que cambiarme de trabajo porque con mi salario no alcanza y no sé si compraría algo por acá. Rentar sí lo haría, pero compartiendo gastos con mi pareja o amiga, pero solita no”, dice a La Silla Rota.

Gladys y Daniela son dos de las personas que por falta de mayores ingresos están excluidas de vivir en la capital, donde pese a la demanda de vivienda para personas de escasos recursos, la oferta es menor a las que se construyen para los estratos con mayor poder económico, en las zonas con mejores servicios y espacios públicos.

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Entre 2012 y 2018, Softec calcula que sólo se produjo formalmente un tercio de la demanda de la Ciudad de México, por lo que se siguen expulsando personas hacia el Estado de México, continúa el estudio. 

IMPOSIBLE COMPRAR

Pero además, la concentración de servicios y trabajos en las zonas más céntricas y caras hace que la gente no quiera alejarse y busque emplearse y vivir ahí, pero se topa con que esto último es casi imposible, dice Gabriela Ponce Sernicharo, investigadora urbana del Instituto Belisario Domínguez.

“En un último estudio que estaba haciendo, con lo que recibe de ingresos un hogar promedio en la Ciudad de México y con sus gastos, el remanente que le queda a la gente, juntando ese dinero que le queda después de esos gastos, no podría comprarla ni siquiera luego de 14 años. Realmente es una desigualdad que acaba en un no derecho a la vivienda y a la ciudad”, agrega.

“En un último estudio que estaba haciendo, con lo que recibe de ingresos un hogar promedio en la Ciudad de México y con sus gastos, el remanente que le queda a la gente, juntando ese dinero que le queda después de esos gastos, no podría comprarla ni siquiera luego de 14 años. Realmente es una desigualdad que acaba en un no derecho a la vivienda y a la ciudad”, agrega.

De acuerdo con Ponce Sernicharo, en seis años el costo de la vivienda en la capital aumentó 42%, y tan sólo en el primer semestre de este año se incrementó un 9 por ciento.

Según la especialista, lo que ha llevado al aumento de los inmuebles es el valor del suelo, cada vez más caro, ya qué hay poco destinado a la vivienda económica y la mayoría se utiliza para el sector medio, residencial o plus.

“A pesar de que se pensó que con el temblor y el deterioro, la Roma o la Condesa iban a desvalorizarse, al contrario, y con nueva ley de reconstrucción de Miguel Ángel Mancera, (que para reconstruir obliga a un adicional de 35%), fue peor, es todavía mayor la densificación que quieren hacer”, dijo en entrevista a esta casa editorial.

Ponce Sernicharo es cuestionada sobre cuáles son las causas del desorden inmobiliario que impide cubrir la demanda de los sectores con menos recursos, y considera que es un tema que se agravó desde la época de la Presidencia de Vicente Fox, donde lo importante era crear vivienda sin importar cómo.

Pero también mencionó que desde la década de los noventa se les pasó el control a los empresarios inmobiliarios, y el gobierno sólo se convirtió en un facilitador, sin revisar precios, calidad o suelos a quienes estaba destinado, ni hacer exámenes de viabilidad de construcción, y se permitió que el mercado asumiera el control.

“Sí habría que cambiar de políticas de urbanización y de control de suelo, y el gobierno debe recuperar la rectoría de la construcción y distribución de vivienda y que éstas estén más cerca de los servicios”, expresó.

Por su parte, Jorge Macías cita un estudio realizado en Estados Unidos que advierte que mientras no se tenga acceso a una vivienda digna, la desigualdad permanecerá.

“En ese tenor la vivienda es muy importante para nosotros. Si estamos cerca de oportunidades de empleo es más fácil que conozcas a gente de ahí, que llegues con más energía a que si debes trasladarte tres horas. O si vives cerca de un hospital es más fácil que llegues más rápido. Sobre las oportunidades decimos que somos iguales, pero si vives a tres horas del hospital es más difícil sobrevivir”, concluye.

ams / AJ