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Así era Cata, mujer de 100 años que pidió un pene gigante en su tumba

Catarina Ordoña Pérez se ganó el apodo de “La Tigra”, porque en vida aseguraba que “siempre me la pelaron”, fue priista de hueso colorado y su última voluntad fue tener un pene gigante en su tumba

Doña Cata es conocida como "La Tigra" en Misantla.Créditos: Especial
Escrito en VERACRUZ el

Bastó una orden de Catarina Ordoña Pérez antes de morir para que sus hijos colocaran un pene gigante en su tumba y la noticia diera vuelta al mundo. 

Doña Cata o “La Tigra”, como le llamaban los que la conocieron en vida, estaba a punto de cumplir 100 años y muy a su estilo, pidió que al morir no quería una cruz o la imagen de un santo en su tumba, “yo quiero un pene gigante”

“Así como hay Día del Médico, Día del Ingeniero y otros festejos, la verga también merece ser reconocida”, dijo.

Originaria de Misantla, municipio ubicado a 81.5 kilómetros de la capital Xalapa, Doña Cata era conocida por sus singulares frases y su historia como luchadora social en su comunidad. 

Siempre sonriente, con su boina y lentes, doña Cata no perdía la oportunidad de vacilar con los vecinos y recordar que si “el nepe nos trajo, el nepe nos llevará”

Abuela del exalcalde de Misantla, Álvaro Mota Limón, desde joven buscó la forma de apoyar a su comunidad y entablar relaciones que la llevaron a ser un rostro conocido y común en el sitio.  

En una de sus últimas fotografías se puede observar a una Cata sonriente en su silla de ruedas, con un vestido color rosado, un suéter a tono y su boina, siempre sonriente y audaz como la recuerdan sus familiares. 

Popular como ninguna otra en Misantla, “La Tigra” era ave de buen agüero para los candidatos a presidente municipal de la zona, pues aseguraban que la también americanista les daba suerte para ganar las elecciones

Catarina fue ejidataria fundadora del ejido Ignacio Zaragoza y caminó junto con sus compañeros para que les dieran los derechos agrarios. 

Su nieto Álvaro la recuerda por luchar junto a Galvarino Barria y participar en la formación de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos

Doña Cata fue autodidacta y logró aprender a leer y escribir por su cuenta. Fue madre de siete hijos, abuela de 13 nietos, bisabuela de 16 bisnietos y tatarabuela de una pequeña. 

A pesar de lo que muchos piensan, doña Cata no tomaba alcohol y prefería celebrar los logros de su partido y equipo de futbol junto a sus seres queridos. 

Este año, tuvo que ser internada de urgencia por presentar derrames internos constantes que ponían en riesgo su vida, no obstante, Álvaro comentó que lo primero que hizo al despertar fue preguntarle al enfermero la puntuación del partido del América.

Después de su muerte, la tumba de doña Cata se convirtió en una de las más concurridas del panteón de la comunidad Ignacio Zaragoza, hasta donde llegan personas muchos lugares para poder fotografiarse con la escultura que pidió antes de morir. 

Se trata de un “Monumento al pene” esculpido por e Isidro Lavoignet, quien se dedica a la elaboración de lámina de plástico y tinacos para casas. 

El pene gigante”, como lo nombran en redes sociales, pesa 270 kilos y mide 1.55 metros de altura, según estimaciones de los familiares, es color rosado y es una de las esculturas más altas del lugar.

Doña Cata logró dejar huella con su recordaba forma de ser y la alegría que daba a los que le conocía, por lo que su epitafio fue escrito muy a su estilo. 

“Aquí yace la señora Orduña Pérez, a quien en vida y muerta siempre le pelaron la verga”

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