ESPECIALES LSR

Mujeres trans en Veracruz, luchar contra discriminación y homofobia

En el mes del orgullo LGBT+, Kristal y Poety, dos mujeres trans del puerto de Veracruz, cuentan su historia de discriminación que vivieron durante su proceso para aceptar su identidad

Escrito en VERACRUZ el

VERACRUZ, VER.-  A la edad de 15 años, Kristal Palomba Olea se quedó huérfana de madre. Su papá la corrió de su casa porque no aceptaba sus preferencias sexuales; después en su escuela y en la sociedad fue discriminada por vestirse con ropa femenina. A la par de tantos señalamientos ella se sintió libre de poder mostrarse como se identificaba: una mujer.

“El chotito ya se vistió de mujer”, eran los insultos que escuchaba al salir de su casa en los primeros días que comenzó a usar ropa femenina. Fue en el año 2008 que decidió comenzar a “vestirse”, como ella le llama. Reconoce que en esa época la comunidad LGBT+ aún no estaba bien vista por la sociedad, por lo que le tocó enfrentar varios casos de abuso, discriminación y violencia.

Cada 28 de junio se conmemora el mes del orgullo LGBT con el objetivo de instar a la tolerancia, la igualdad y la dignidad de las personas gays, lesbianas, bisexuales y trans. Todo el mes las asociaciones realizan diversas actividades para concientizar a las personas sobre esta fecha y evitar que más casos de discriminación como el de Kristal se sigan dando. 

“Ahorita hay más difusión de las chicas trans, antes como que no había tanto ese concepto. Era el típico chotito o el mariconcito. No había tantos que te dijeran es una persona trans o es gay. Era más difícil, como el proceso de salir vestido con una falda eran más burlas”, cuenta mientras se acomoda su blusa rosa.

Mientras peina su cabello en el interior de su casa ubicada en la colonia Lomas del Ángel, de la zona norte del puerto de Veracruz, Kristal cuenta que no solo vivió discriminación por ser una mujer trans, sino por ser de un nivel económico más bajo que de sus otros compañeros de escuela. 

Además, también recibió burlas e insultos por el trabajo de sexo servidora que realizaba su madre para poder mantenerla a ella y su hermana.

“A mí me aislaban mucho mis compañeros, porque yo vengo de una mamá que se prostituía. Entonces, gran parte de mis compañeros sabían a lo que se dedicaba mi mamá. Aparte, por mis preferencias sexuales era muy difícil salir al recreo y ser el chico al que nadie se acercaba y porque no teníamos recursos económicos suficientes como ellos”. 

Tras la muerte de su madre Kristal se quedó con su padrastro, un exmilitar, pero no tardó en irse de aquel lugar debido a las órdenes estrictas que le imponía. Además de que ahí no podía expresar su orientación sexual, por lo que prefirió vivir con su padre. Hasta que un día, de buenas a primeras, cuando regresaba de la escuela, su papá cambió las chapas de las puertas de su casa y ya no le permitió entrar. 

A los 16 se dedicó a trabajar en la prostitución, al no tener la edad suficiente ni los medios para conseguir un buen empleo. También vivió con su pareja, un expresidiario que abusaba física y psicológicamente de ella y le llevaba 5 años de diferencia. Duró 7 años con él, hasta que fue asesinado. Pero el ciclo de violencia se repitió con su segunda relación, en esta ocasión las agresiones eran más frecuentes.

Enero de 2021 sobrevivió a un ataque de su expareja, quien la macheteo en diversas ocasiones y le causó heridas en los brazos. Esas agresiones la mantuvieron varios meses en cama, sin poder trabajar y con la ayuda que le daban los colectivos LGBT+ de Veracruz logró pagar su tratamiento. Hasta el momento el agresor sigue prófugo y Kristal dejó la denuncia porque las autoridades no hicieron nada.

A sus 31 años de edad y después de todo lo que vivió, Kristal no pierde su sonrisa, cada que puede se reúne con sus compañeras de la asociación Soy Humano A.C., donde reciben cursos y talleres. 

Cuando la discriminación viene desde casa: Poety

Hay una canción que Poety recuerda con mucha nostalgia, cuando la comenzó a tararear, sin tener conciencia del significado de la letra, su madre le prohibió que la volviera a cantar. Esa melodía era del famoso cantante salsero Willie Colón y se titula El Gran Varón.

“Si me llegas a salir así… te corro de la casa y te desheredo”, amenazó su madre. En ese entonces Poety tenía 12 años y tomó las palabras de su madre como un aviso de que debía reprimir su orientación sexual.

“Yo empecé a desarrollar un miedo. Entonces me tuve que enfocar a ver qué era lo que decía la canción y ahí fue donde descubrí que no era bien visto y no era socialmente aceptado el hecho de tener ese tipo de preferencias. O por lo menos desde el núcleo familiar no podía externar que me había enamorado de un hombre”, cuenta. 

Poety vivió reprimida hasta los 21 años, posteriormente se sintió preparada económicamente para independizarse de su familia, pero antes de eso se enfrentó a la exclusión en la escuela, por el hecho de verse “afeminado”.

Afirma que tuvo que pasar por tres etapas de discriminación; primero en la casa, después en la escuela y por último en el ambiente laboral, donde también hubo episodios de rechazo, por lo que prefirió dejar de trabajar y buscar otro lugar para sentirse más cómoda. 

“Yo que nací en 1980 y me fleté 20 años en el siglo pasado, donde era otra educación. Pero los de la vieja escuela, de 1980 para los 90, eran así como que ustedes ni siquiera tienen que visibilizarse porque no tienen derechos”, agrega.

Discriminación, un paso para los crímenes de odio

Miguel Llinás, fundador de la Asociación Soy Humano A.C., fundada en el 2018 con la finalidad de defender los derechos de la comunidad LGBT+, indica que la discriminación que viven los integrantes es frecuente. En su mayoría no se denuncian por miedo a las represalias y por la falta de actuación de las autoridades.

En lo que va del año han interpuesto solo 4 denuncias formales ante la Fiscalía General del Estado (FGE) por parte de personas que señalaron haber sufrido algún tipo de exclusión por sus preferencias sexuales, ya sea en el trabajo y con sus vecinos.

“A la asociación se acercan personas que son discriminadas, que las corren de sus empleos, que son agredidas por sus vecinos, incluso, por sus parejas. La discriminación todavía sigue siendo un tema que nos preocupa. Ahorita tenemos el caso de una chica que, al momento de ir a pedir un trabajo a un restaurante, el dueño es cristiano y le dice que no puede contratar a una persona como ella”, señala Miguel Llinás.

La Encuesta Nacional sobre Diversidad Sexual y de Género (ENDISEG) 2021, indica que en el país hay 5 millones de personas que son parte de la comunidad LGBT+, de esta cantidad 28.1 por ciento dijo haber vivido algún rechazo en el trabajo, trato desigual a diferencia de sus otros compañeros. 

Los datos también arrojaron que el estado de Veracruz es la tercera entidad con mayor población LGBT+ con 308 mil personas. La primera es Estado de México y Ciudad de México. Miguel Llinás asegura que, así como hay una importante cantidad de personas de la comunidad en la entidad, también hay un enorme reto para garantizar sus derechos.

El activista considera importante que la discriminación a la comunidad se radique y se castigue, pues es el primer paso para que alguien cometa un crimen de odio. De acuerdo con las cifras que la asociación tiene, en lo que va del año se cometieron 15 asesinatos en contra de las personas LGBT+.

El más reciente sucedió en el puerto de Veracruz y fue el de Roberto Velasco Rodríguez, quien fue baleado por su vecino con el que había tenido problemas por su orientación sexual. El ataque ocurrió el 19 de mayo y murió una semana después.

Por esta razón las asociaciones consideran importante que exista un verdadero castigo para los que cometen algún acto de discriminación, para que las nuevas generaciones no pasen lo mismo que Kristal y Poety vivieron.

mb