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No te queda porque eres gordita: Samantha, lucha contra la gordofobia en Veracruz

Samantha pasó varios años sintiéndose insegura de su cuerpo, la mayoría por comentarios e imposiciones que la sociedad le hizo creer no eran acorde para ella por tener un cuerpo “gordito”

Gordofobia en Veracruz.Créditos: Cuartoscuro, Pexels
Escrito en VERACRUZ el

VERACRUZ, VER. - Desde que era adolescente, Samantha siempre fue considerada como una niña grande para su edad. Su 1.70 metros de estatura, de ese entonces, hicieron que su físico fuera algo que no encajaba en los estándares de lo “normal” en la sociedad para una joven de 16 años, relata. 

Samantha es una mujer de 34 años de edad, vive en el puerto de Veracruz y se describe como segura de sí misma, le encanta arreglarse, salir con sus amigos, ponerse toda la ropa con la que se siente bonita y segura. Sin embargo, antes de llegar a este punto pasó varios años sintiéndose insegura de su cuerpo, la mayoría de las veces por comentarios e imposiciones que la sociedad le hizo creer no eran acorde para ella.

“Yo a la edad de 16 años ya calzaba del siete, por ende, mi cuerpo no podía ser el de una niña que calzara del tres, pero yo esa parte no la entendía, entendía el cómo se dirigían hacia mí: gordita, gorda. Entonces, lo que yo comprendía era que mi cuerpo era gordo y siempre me fui con esa línea, además de que había cosas que para mí no iban, porque era gordita y solo a las niñas flacas se les ve bien”, cuenta. 

Las inseguridades que las demás personas plantearon sobre su cuerpo hicieron que dejara de vestirse con la ropa que a ella le gustaba; comenzó a portar vestimentas más holgadas y subió cada vez más de peso, en una ocasión llegó a pesar 140 kilos. 

A Samantha siempre le gustó el teatro, la música y la actuación, por lo que con 16 años migró de Veracruz a la Ciudad de México para inscribirse a una empresa de multitalentos, ahí las críticas sobre su cuerpo continuaron y con ello vino la imposición de querer encajar con las demás personas, por lo que fue casi obligada a tomar una dieta rigurosa para bajar de peso.

“A los 16 años empecé con dieta, a tratar de adelgazar, me metieron a un régimen alimenticio cuando yo ni siquiera me terminaba aún de desarrollar, todo por querer encajar en un mundo que ya no era lo que yo estaba esperando”.

Los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre la discriminación fueron publicados en la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS), en 2017, en ellos arrojó que 29.1 por ciento de los 84 millones de personas de 18 y más años que radican en México, se sintieron discriminados por su peso y estatura.

Fue modelo de tallas grandes

Después de varios años de sufrir inseguridades con su cuerpo, en el 2017, a la edad de 28 años conoció el mundo del modelaje plus-size; el primer contacto que tuvo con el ambiente fue en la ciudad de Monterrey, ahí comenzó a modelar para empresas que su sello distintivo iba dirigido hacia las personas de tallas grandes.

Fue en ese entorno que se sintió segura, empoderada y comenzó a amar su cuerpo; no obstante, eso no tardó mucho. Al regresar a Veracruz continuó con el trabajo de modelo, hasta que de un día a otro la marca cambió de parámetros y le exigieron reducir tallas, esto le generó conflictos de nueva cuenta.

“Para poder hacer esto, lo del modelaje, me dijeron que tenía que trabajar un peso, comienza a hacer ejercicio, que ahora la firmeza, empieza a operarte, que la reducción. Y nuevamente empecé a sentir esa inseguridad, de decir: tengo que hacerme esto”, declara.

Samantha incluso llegó a consumir drogas para tratar de bajar de peso, ya que la presión de no perder el trabajo y el estatus que esto le trajo, era demasiado, por lo que intentó de varias maneras poder mantener la talla que le exigía la marca.

Al verse rebasada por todo, decidió alejarse de ese mundo. Desde 2019 dejó de trabajar en el modelaje, la decisión la tomó basada en su salud física y mental. Actualmente es terapeuta y coach espiritual; aunque no fue fácil, con su nuevo trabajo entendió que puede tener una vida plena sin necesidad de reprimirse o acomplejarse. 

“Actualmente me encanta lo que veo en mí, porque mi cuerpo ha ido tomando la forma. Anteriormente no tenía límites, tendía a subir y bajar de peso constantemente. Ahora me siento bien porque estoy reflejando lo que me permito y lo que no, me visto increíble, siento que tengo un porte increíble”, añade.

La gordofobia y sus consecuencias

A sus 16 años, Sam no sabía que lo que sufría era una discriminación a su peso, actualmente se le denomina como Gordofobia, la cual se define como el odio, rechazo y violencia que sufren “las personas gordas por el hecho de ser gordas”, según el artículo Guía básica sobre gordofobia. Un paso más hacia una vida libre de violencia.

“Es una discriminación que está cimentada sobre prejuicios respecto a los hábitos, costumbres y salud de las personas gordas, los cuales se nutren de la creencia de que el cuerpo gordo responde a una falta de voluntad o de autocuidado, de no hacer el esfuerzo suficiente para ser delgado, motivo por el cual merece castigo o rechazo”, señala el artículo.

Rosy Pérez, maestra en derechos humanos, señala que este rechazo va más allá del cómo una persona se siente anímicamente por la forma en la que es percibida ante la sociedad, pues esta discriminación afecta los derechos básicos de las personas que la padecen, como lo son el acceso a la salud y el acceso al mundo laboral.

“Es muy difícil para los especialistas de esta área (de la salud) atendernos más allá del estigma de peso, lo que ha dado como resultado que muchas personas gordas se mueran por ser mal diagnosticadas, y el acceso al mundo laboral, las personas gordas somos percibidas como poco profesionales, flojas y menos preparadas”, dice la especialista.

Aunque esta discriminación afecta a ambos géneros por igual, es mucho más agresiva con las mujeres, debido a las exigencias estéticas que impone la sociedad y que suelen ser mucho más duras para ellas y sus cuerpos.

“Los cánones de belleza arraigados a la sociedad son muy específicos, entre ellos encontramos una glorificación a la delgadez, a la cual no le importa como la obtengas o como la mantengas mientras llegues a ella, por lo tanto, los cuerpos gordos van en contra de la estética esperada, por lo que la discriminación regularmente se relaciona por cómo somos percibidas visualmente las personas gordas”, especifica Rosy Pérez.

Aunado esto los medios de comunicación influyen en dos maneras distintas; una es por la falta de representación y la segunda es que cuando finalmente son representados siempre son en los papeles secundarios.

Para la especialista, el primer paso para erradicar este y cualquier tipo de discriminación es cuestionarse sobre el tema, una de las mejores formas de hacerlo es escuchar a la gente que atraviesa esta realidad.

Fotos: Pexels

mb