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"Para cubrir doble turno consumía coca y cristal", relato de una madre soltera en Veracruz

Para resistir jornadas laborales de hasta 16 horas, Karla comenzó a consumir cocaína y cristal, y que esto la ayudaba a no quedarse dormida y así conseguir más dinero para mantener a su hijo

Vio en el cristal la oportunidad de tomar dos trabajos.
Relato de madre en Veracruz que consumía drogas.Vio en el cristal la oportunidad de tomar dos trabajos. Créditos: LSR Veracruz
Escrito en VERACRUZ el

El cuerpo de Karla luce diferente a sus fotos de hace dos años, la mujer que antes pesaba 104 kilos, en casi seis meses llegó a pesar 74. Asegura que los malestares que tiene, como dolor de huesos y cansancio, se asemejan a los de una persona de la tercera edad, cambios que se acentuaron después de que probó cristal y cocaína.

La primera vez que consumió “perico”, como le llama a la cocaína, fue para acompañar a su pareja en su trabajo, él es trailero y como era costumbre al momento de realizar viajes largos por las noches, consumía está droga para no dormirse mientras conducía. 

Karla tiene 33 años, es madre soltera y antes de compartir la experiencia que tuvo con el consumo de drogas, dejó a su hijo en la escuela. Recuerda que fue en el mes de octubre del 2020 la fecha en la que probó cocaína, pronto se involucró con el consumo del cristal.

“Cuando me metí eso (cocaína), comencé a ver que sí me mantenía despierta. No sentía ni cansancio ni dolencias, nada. Entonces cuando mi pareja me visitaba o nos íbamos de viaje yo le pedía, ahí fue como comenzó todo”, cuenta con algo de timidez, mientras se resguarda detrás de la barra de su cocina.

Karla vive en la zona norte del puerto de Veracruz, su casa es de interés social, un lugar pequeño de dos habitaciones, baño y un cuarto que ocupa como sala y cocina, lo adquirió por medio del Infonavit. Hace tres años que es madre soltera, después de separarse de su esposo se quedó a cargo de su hijo, ya que afirma que el padre no la apoya económicamente.

Tras la separación de su exesposo, buscó un trabajo como recamarista en un hotel de la ciudad, por ocho horas ganaba 2 mil 500 pesos, esta cantidad no le alcanzaba para cubrir los gastos del hogar, el pago de su casa, que es de mil 800 mensuales, la compra de la despensa, el internet, pasaje y las cosas que su hijo necesitaba.

Cuenta que la falta de dinero hizo que su hijo fue a la escuela con zapatos rotos, pues no le alcanzaba para comprarle nuevos. Esta situación la llevó a pedir dobles turnos en su empleo.  Los primeros días de trabajar 16 horas seguidas fueron extenuantes, el cansancio y desvelo afectó su rendimiento laboral, luego de probar la cocaína pensó que podría ayudarla a continuar con los dobles turnos.

“Vi la gran diferencia, yo podía meterme eso y no sentía dolencias de nada, no me sentía cansada, no estaba bostezando, ni sueño, por lo que se me hizo fácil. Hubo una ocasión que estuve un mes doblando y era el mes que yo me chingaba uno, dos pericos diarios”, dice.

Su entonces pareja le conseguía la droga; la primera dosis la consumía a las 9:00 de la noche, en el momento que su cuerpo se sentía cansado, la segunda era a las 3:00 de la madrugada.

 Después del “perico” llegó el cristal

Durante los meses que consumía cocaína, sus amigas de fiesta le invitaron cristal, una sustancia que nueve de cada 10 personas adictas consumen, de acuerdo con Pedro Guy Baeza Pérez, presidente de la asociación PE Recovery y especialista en el tratamiento de las adicciones.

De acuerdo con el especialista, el cristal es una de las drogas más baratas par adquirir, pues un gramo cuesta 30 pesos, lo que la hace más adictiva para las personas, a diferencia de la cocaína que su precio es más elevado y con un efecto de menor duración.

Pedro Guy Baeza indica que el cristal es una de las drogas más mortales, ya que tiene compuestos químicos como pinol, ácido para baterías, cal, algunos solventes para pintura, en resumen, 250 sustancias cancerígenas. Por lo anterior, el especialista advierte que el consumo de esta droga puede ser precursora de varios tipos de cáncer, así como daño en el hígado, pérdida de la dentadura y daños neurofisiológico

La edad promedio en que las mujeres empiezan a consumirlo es a los 15 años, mientras que en hombres es a los 12, pero también la suelen adquirir personas mayores para aguantar largas jornadas laborales, como el caso de Karla, o incluso, para bajar de peso, agrega Pedro Guy.

“He tenido conocimiento de gente que se dedica a la construcción que también consume el cristal, sustituyéndolo por alguna otra sustancia que son más caras. Las mujeres lo consumen porque inhibe el apetito, ese es uno de los efectos que tiene”, explica el especialista. 

Esta droga causó en Karla un efecto nuevo, las principales diferencias que notó fue que podía tomar toda la noche sin sentirse borracha. “Te sientes como Superman, o sea, con fuerza. Es hasta mejor, porque ni te da sueño, puedes tomar y tomar sin que se te suba y te sientes tranquila”, describe la mujer entusiasmada.

El especialista señala que esta droga genera placer en las personas que la consumen, por lo que quedan enganchados con la primera dosis.

Karla dice que nunca tuvo necesidad de comprar ambas sustancias, pues siempre había alguien que le invitaba, amigos o su pareja, aunque el cristal lo consumía con mayor frecuencia en fiestas, también llegó a necesitarlo para trabajar, ya que después de que se separó de su exnovio, no había quien le diera la cocaína.

Este estilo de vida lo llevó durante casi seis meses. Afirma que dejó de pasar tiempo con su hijo, ya que solo llegaba de trabajar y se iba directo a la cama, aunque solo durmiera tres o cuatro horas.

“Llegue al grado de que a mi hijo ya no le preparaba comida, yo solo le decía: ahí hay dinero y él, buscaba en el celular los grupos de comida, ¿por qué?, porque yo cada vez me sentía más cansada, pues trabajaba 16 horas”.

Después de casi seis meses de estar en un constante consumo, hace un año vive en abstinencia, dice que se dio cuenta que estaba cayendo en algo parecido a un agujero negro, donde ya ni siquiera le apetecía comer y entendió que tenía que parar, por el bien de ella y el de su hijo.

El camino de regreso no es fácil, enfatiza Karla, hay días en los que se despierta cansada y con la ansiedad de querer consumirlo, esto lo sobrelleva con la comida; también encontró una pareja que la ayuda en las recaídas y con los gastos de su hogar.

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