OPINIÓN

Voto traicionado

Columnista.Créditos: Raúl Carlín
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Escrito en VERACRUZ el

Desde la inauguración de la alternancia del poder en México en el 2000, nadie había logrado capitalizar como López Obrador el descontento de todo aquello que la democracia electoral prometió, pero nunca proveyó con suficiencia: instituciones autónomas, contrapesos que lo fueran en verdad, paz y seguridad, transparencia y rendición de cuentas, un país menos desigual.

A la par en que —poco a poco— se construían instituciones democráticas imperfectas, a lo largo del siglo que corre los mexicanos también atestiguamos, con azoro, la agudización de nuestros problemas fundacionales. Las filas de la pobreza ensanchándose. La corrupción exacerbándose. La violencia disparándose.

Frente a la colusión de Fox con los poderes fácticos, AMLO prometía separar el poder político del económico. Frente a la guerra contra las drogas de Calderón, AMLO ofrecía pacificar al país. Frente a la corrupción imperante de Peña, AMLO proponía desterrarla. Frente a la concentración de la riqueza derivada de la larga noche neoliberal, AMLO se comprometía a redistribuirla.

Después de 3 campañas presidenciales, el radical parecía haberse moderado. El opositor lucía presidenciable. El luchador social se erigía en estadista. El lobo, vestido de oveja, había convencido en 2018 a uno de cada dos mexicanos que votamos en aquella elección de que lo hiciéramos por él.

Sin embargo, una vez llegado al poder, el candidato del “primero los pobres”, generó todavía más. Habiendo ocupado la silla presidencial, el candidato de la “República Amorosa”, fortaleció la República Mafiosa. Ya en la presidencia, el candidato que devolvería a los militares a sus cuarteles, los terminó de empoderar.

Oferta tras oferta, promesa tras promesa, compromiso tras compromiso, Andrés Manuel López Obrador ha demostrado ser un absoluto fraude. El presidente no solo no ha resuelto los problemas heredados, sino que ha creado nuevos.

Hoy, las instituciones autónomas no solo no lo son más que antes de 2018, sino que están en peligro de extinción: el INE, el INAI, la CNDH, entre otras. Hoy, los contrapesos no solo no son más sólidos que antes de 2018, sino que han sido minados, cooptados o colonizados. Hoy, no solo no vivimos en un México pacificado, sino que atravesamos el sexenio más violento de la historia.

El país, antes empobrecido, hoy se encuentra aún más pauperizado. El otrora, país de privilegios, solo cambió de privilegiados. El país de fosas de antaño, hoy lo es en una peor proporción. El López Obrador que antes increpaba a la Mafia del Poder, ahora ha decidido cohabitar con ella. El López Obrador que antes denunciaba a las Fuerzas Armadas por realizar labores policíacas al margen de la ley, ahora les ha inyectado esteroides. El López Obrador que, con razón, delataba la corrupción de sus adversarios, ahora calla ante la de los suyos.

Se dice a menudo que se hace campaña en verso, y se gobierna en prosa. Ciertamente, AMLO ha gobernado con una pésima prosa, pero sobre todo, ha traicionado el voto de todos los que, dándole del beneficio de la duda, esperábamos que abonara a la resolución de nuestros grandes problemas y avanzara nuestra democracia. Pero ha decidido agravar los primeros y destruir la segunda.

La Historia no lo absolverá.

Acerca del autor: Raúl Carlín es artista, activista por los derechos humanos, abogado y analista político. Raúl cree firmemente en ocupar el Ágora alzando su voz y escuchando la de otros para co-construir el país que nos merecemos.

Twitter: @DesVieuxTemps

 

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