OPINIÓN

Por siempre enero

Nescimus quid loquitur

Créditos: La Silla Rota
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Escrito en VERACRUZ el

Despertamos. Pese a los días de 45 horas, el apabullante calendario que transcurría de manera lenta volviendo el tiempo contra nosotros, empujándonos a bucles cotidianos que parecían no tener fin, enero terminó diluyéndose. No hay fecha que no se cumpla y así fue, el mes que empujó a más de uno a preguntarse si realmente los días tenían 24 horas, pese a que no parezca; pese a lo mucho que se haya resistido, acabó muriendo como todos los meses anteriores, pero, ¿por qué costó tanto que se fuera?

La respuesta no viene de que el núcleo de la tierra haya perdido fuerza, produciendo que el planeta gire en otra velocidad, cambiando la manera en que los días transcurren y alterando la forma en que percibimos el tiempo. Aunque lo anterior sea de cierta forma verdad, en donde se centra con más fuerza una explicación a dicho fenómeno, es en lo último, la forma en que nuestro cerebro percibe el tiempo.

Para explicar un poco este proceso, podría ser útil mencionar la investigación de William J. Skylark sobre la cognición temporal, y la relación subjetiva del tiempo con la percepción, la atención y la memoria. En pocas palabras, dicho trabajo expone que el cerebro interpreta de manera distinta el tiempo dependiendo de las emociones; ante emociones poco agradables, como el miedo, la ansiedad, la tristeza, el dolor o el aburrimiento, caeremos en un estado hiperconsciente de nuestro entorno, registrando más detalles de la experiencia. Mientras más datos se registren en un recuerdo, será mayor aquella sensación remanente de que ese momento duró más.

 Por otro lado, si nos encontramos en momentos placenteros o de concentración, en situaciones agradables, excitantes o emocionantes, la percepción que tendremos cambiará, registrando pocas pinceladas en el recuerdo, provocando una sensación de fugacidad.

Haciendo una comparativa, enero y diciembre son meses que se contraponen en muchos ámbitos. Podríamos considerar al segundo como un mes emocionante, entre fiestas y reuniones; el aguinaldo, la abundancia; los viajes y vacaciones; la oportunidad de hacer cosas placenteras. Mientras que enero significa el regreso a las actividades cotidianas, la rutina; el fin de las vacaciones; los pagos, las deudas; limitando nuestra posibilidad de hacer cosas placenteras, por lo que el tiempo termina estirándose.

NUNCA ES SUFICIENTE

Podríamos decir que los días cuentan con 24 horas, y que la única diferencia entre ese tiempo es la manera en que se reparte cognitivamente en nuestra memoria. En ocasiones el tiempo vuela suavemente, otras, se evapora deprisa; lo cierto es que nunca es suficiente cuando los momentos son buenos, y casi siempre es una pesada, triste y eterna carga cuando los momentos son angustia.

Es curioso visualizar el viaje desde aquí. Ver cómo es que la ida, pasa lentamente mientras observamos aquellos detalles del camino que no conocíamos, almacenándolos en el recuerdo; así como el regreso, que pasa fugazmente, haciéndonos aparecer de un momento a otro nuevamente en casa.

Resuelta la incógnita sobre enero, después de deambular un poco por la fantasía, sólo queda esperar que los meses venideros nos ofrezcan un equilibrio entre emociones, para que el tiempo no vuele más de lo que debiera y se nos termine yendo de las manos a toda prisa, o para que la tortuosa pena no nos embargue tanto y llene de datos agobiantes los recuerdos.

mb