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LEYENDAS

La casa de los abortos: plegarias silenciosas en leyenda veracruzana

En la esquina que hacen la calle Alcocer y la avenida Revillagigedo vive una de las leyendas más antiguas de Veracruz: llantos y lamentos de recién nacidos

Escrito en VERACRUZ el

Desde la calle Campero a la esquina de Alcocer y Revillagigedo, todo el camino caliente, escuchaban lo que parecían ser llantos de recién nacidos, no sabían si seguir caminando, pero querían llegar a la casa de la partera.  

El calendario marcaba 1960, sus padres les recomendaron no acercarse, pero la curiosidad los abrazó, estaban seguros de que la mujer que vivía en la última casa del antiguo Veracruz, era un simple mito.  

-Mi papá me dijo que matan personas- mencionó uno de los niños.  

-No es cierto, mi mamá dice que no hay que creer en los chismes- apuntó una de las niñas.  

Lo que no sabían es que jugaban muy cerca de uno de los lugares que se convertiría en “una casa embrujada”, “una secta”, “un laboratorio”. Nada de eso, se convirtió en una leyenda: la casa de los abortos.  

 

Rodeada de médanos, altos pinos que impedían ver lo que hoy es zona norte y siendo la última casa que recorría una antigua ruta de camiones, la casa de Alcocer era el punto de encuentro para dar a luz o abortar. O al menos eso es lo que cuenta uno de los niños que creció en la zona.  

De apellido Tetelpan, es reconocido en Veracruz por tener una de las cremerías más concurridas del lugar, pero lo que pocos saben es que el fundador –cuando niño- jugaba muy cerca de la casa del aborto, que luego de 71 años se convirtió en leyenda.  

Existen múltiples versiones de lo que fue aquella casa, muchas de ellas no pueden confirmarse, pero algunas son contadas por las últimas personas que quedan y vivieron de cerca lo que fue la casa de los abortos.  

No quedan muchos, un hombre y una mujer tal vez, todos dicen lo mismo: una mujer que ayudaba a abortar o dar a la luz; cuando no se lograba les permitía enterrar los fetos en el patio trasero, cuentan que en ocasiones se morían las mujeres y no saben qué sucedía.  

¿Qué pasó? ¿Quién era aquella mujer desconocida? 

La partera 

Rodeada por una pequeña cerca y casi siempre cerrada se podría ver la casa de Alcocer antes de su remodelación. De la mujer se sabe poco, nadie recuerda su rostro, vecinos cuentan que a mediados del siglo pasado ya era una “señora”.  

En el imaginario veracruzano no existe una partera, muchos aseguran que fue un laboratorio, donde un médico prometía ayudar a abortar ilegalmente, pues el aborto se legalizó en Veracruz hasta 2021.  

 

“No es cierto, fue una partera”, dicen los que vivieron desde 1950.

 

Ella se convirtió en el apoyo para muchas mujeres del siglo XX, que inmersas en el machismo de la época buscaban abortar por su cuenta, obligas por la sociedad o sus familias. 

Eso no pareció incomodar a nadie, hasta que por allá de 1992 cuando se inauguró la cremería Tetelpan, muchos curiosos aseguraron escuchar llantos, quejidos y sombras que lograban espantar a muchas personas.  

Lejos quedó la imagen de la partera que ayudaba, se convirtió en una mujer, que con los “asesinatos” logró embrujar un lugar al punto de ser inhabitable, nadie quiere estar por las noches en la casa de los abortos, todos decían no soportar más de un mes.  

¿Por qué decidieron hacer tres locales y ya no venderla?  

Vender una casa embrujada 

 

“No es cierto, no está embrujada, yo me quedé una noche y no sentí nada, pero ahorita el día que vengan los niños le voy a dejar su dulce y unas flores, hay que respetarlos, lo que sí es que en estos días vienen unos señores a dejar flores en la esquina de la casa, puede ser su conciencia o algo así”, contó un hombre de apellido Lobato.

 

Él es uno de los arrendatarios de la casa de los abortos, que a pesar de no parecer una casa actualmente, los vecinos aseguran seguir escuchando voces y llantos salir del lugar. 

¿Por qué siguen ahí? Por su precio, explicó.   

Les dieron un descuento en la renta de uno de los locales que construyeron. Eso para cualquier comerciante podría parecerle imposible. Las rentas oscilan entre los cinco mil a los 10 mil pesos dependiendo la zona.  

Pero si rentas un espacio en la “casa embrujada”, “la casa que nadie quiere comprar o rentar” puedes tener ese beneficio, casi el 50 por ciento menos de lo habitual, solo si no abres la puerta que da al patio trasero.  

No importa para qué la quieras o para qué la necesites, nunca abras esa puerta. El dueño no mencionó el por qué, sin embargo, la puerta y ventana que dan al lugar se encuentran cerradas siempre.  

Cuenta la leyenda que en ese espacio que no permiten abrir, se encuentra un antiguo cementerio lleno de fetos y personas que murieron en el lugar.  

Se trata de un pequeño espacio rodeado de puertas de madera y plásticos que cubren la ventana, acercarse al menos a un metro de distancia podría ensimismar a cualquier curioso.  

 

“Entra sin miedo, en el baño está la puerta que da al patio, yo quería usarlo de bodega, pero el dueño nos dijo que no se podía, entonces se queda cerrado siempre”, explicó el compañero de Lobato.

 

Pasar al menos una noche en la casa de los abortos podría ser una experiencia que muchos busca, algo que no muchos quisieran hacer, lo que es cierto y vecinos cuentan, es que el llanto y los gritos se escuchan todas las noches.  

De todas las edades, hombres y mujeres, las sombras pueden recorrer de un lado al otro la zona. Algunos valientes escriben en redes sociales que quieren comprarla para habitarla.  

 

Solo son comentarios, la casa no pudo venderse desde que se puso a la venta, la leyenda de llantos, visiones y lamentos de recién nacidos impide que tengan nuevo dueño.  

Mientras tanto, múltiples rutas de camiones pasan frente a ella, a pesar de no parecer a cualquier otra leyenda de la zona conurbada como La casa del diablo y La condesa de Malibrán, esa atrae muchas miradas.  

Ven a verla dicen los que pueden, las plegarias silenciosas podrás escuchar.

sf