Hasta el momento, suman 19 fosas clandestinas halladas por las autoridades federales en Iguala, luego de que este martes fueron localizadas otras seis, ante la búsqueda que realizan para encontrar a los 43 estudiantes normalistas que cumplen 20 días desaparecidos.
Dichas fosas fueron ubicadas por elementos de la Policía Comunitaria de la Costa Chica, quienes llegaron a ese municipio guerrerense para ayudar a la búsqueda de los alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
Las autoridades federales informaron, el pasado seis de octubre, que nueve fosas fueron encontradas en las comunidades de Pueblo Viejo y San Miguelito, por lo que en cinco de ellas fueron exhumados 28 cuerpos.
Dichos cadáveres, según la Procuraduría General de la República (PGR), no corresponden a los 43 estudiantes desaparecidos, de acuerdo con las pruebas de ADN.
El martes pasado, localizaron los comunitarios otras cuatro fosas en la Barranca del Tigrillo, donde se hallaron restos óseos, así como ropa, pero no se ha informado el total de cuerpos recuperados.
En tanto, los sepulcros encontrados ayer se ubican en la Barranca de la Sierpe, cerca de la comunidad de La Ceiba, sin embargo, la PGR aún no confirma esta información.
Según la Unión de Pueblos Unidos del Estado de Guerrero (UPOEG), se cavó en dichas fosas y se encontraron cabellos, un hueso, huaraches, guante y sellos de color amarillo.
Si no son los normalistas, ¿de quiénes son los cuerpos?
El Cerro Grande es una gran extensión verde, un paraje al poniente de Iguala, a 25 minutos de centro; en sus faldas se ubican las colonias más pobres del municipio.
Aquí se han encontrado más de 19 fosas en los últimos 12 días a partir de las declaraciones de los detenidos por la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa.
Pero aquí en Iguala, saben que no son las únicas fosas, las parvadas de zopilotes que rondan el Cerro Grande son un aviso y una confirmación. Los animales de carroña merodean en busca de carne en descomposición. Estas criaturas alertan que algo no anda bien en ese lugar, manifiestan los habitantes.
Eso lo saben los "malandros". Por eso han modificado sus técnicas de muerte en las fosas, para burlar a los animales carroñeros, y si llegan a ser descubiertas por las autoridades, dificultar el trabajo de identificación, pero también para enviar un mensaje de intimidación a quien quiera pelear "la plaza".
Los "trozan y los queman". Los levantados cavan su propio sepulcro, la tierra es blanda y las herramientas de labranza entran casi con suavidad. Pocas veces lo hace la "maña", cuando hay que terminar rápido y salir del cerro.
Los matan en el cerro para evitarse la molestia de cargarlos por las veredas de difícil acceso y manchar sus ropas. Luego los cortan: carne y huesos, extremidades, con la misma indiferencia y normalidad con la que un carnicero parte una res o un cerdo.
En la fosa hacen una cama de ramas y avientan cada parte del cuerpo. Colocan encima más ramas, rocían con gasolina y prenden fuego.
La carne quemada no la buscan, no la comen los animales carroñeros.
El martes, el titular de PGR, Jesús Murillo Karam, aseguró que tras las pruebas realizadas a los cadáveres encontrados en las fosas clandestinas de Cerro Gordo, no pertenecen a los 43 estudiantes normalistas que este miércoles cumplen 19 días desaparecidos.
Pero la pregunta es: ¿A quiénes pertenecían los cuerpos?
Según los habitantes de Iguala, la “maña” mata a ‘Los Contras’ (miembros de una organización rival) y a ‘Los Chapulines’ (los traicioneros que cambiaron de grupo criminal).
Los Guerreros Unidos los hicieron parte del cerro. Pero también gente inocente, la que su familia no pudo pagar el rescate del secuestro, los que fueron utilizados como venganza, los que estorbaban y daban mucha lata.
"No dudes que ahí (en el Cerro Grande) van a encontrar más fosas y cuerpos, y todavía falta que le rasquen por allá, eso dicen pues", comenta un vecino de Iguala y señala el asta bandera monumental.