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¿Trump y EU nos acercan a una nueva “gran depresión”?

Paul Krugman, premio nobel de Economía, advierte en artículo en NYT que con el plan de aranceles a México, Trump podría no cometer los errores del pasado de EU, sino peores

Escrito en MUNDO el

Donald Trump pretende llevar a cabo su plan de imponer aranceles a todos los productos mexicanos con el fin de presionar al país a que haga algo para detener la migración, sin embargo, Trump no ha hecho nada para detener el flujo de refugiados.

Esta medida que pretende tomar Trump contra México, es una violación evidente a los acuerdos internacionales estadounidenses y reducirá la calidad de vida de muchos estadounidenses, destruirá muchos empleos en la industria manufacturera estadounidense y afectará a los agricultores, advierte el premio nobel de Economía 2008, Paul Krugman en un artículo publicado por The New York Times.

Trump dice que “ARANCEL es una palabra realmente hermosa”, pero la historia real de los aranceles estadounidenses no es bonita; pues son impuestos para los estadounidenses, no para los extranjeros. De hecho, ahora lo más seguro es que los aranceles de Trump acaben con las exenciones que los estadounidenses de la clase media obtuvieron del recorte fiscal de 2017.

Las acciones erráticas de Trump en lo que respecta al comercio, afirma Krugman, han revivido esa naturaleza caprichosa, y la antigua corrupción de Estados Unidos, si no es que ya está ocurriendo, no tardará en llegar.

Además de eso, la política arancelaria está estrechamente vinculada con la función de Estados Unidos como superpotencia mundial. La expectativa de que Estados Unidos es confiable y responsable (que honrará los acuerdos que celebre y, en términos más generales, que diseñará sus políticas teniendo en cuenta los efectos de sus acciones en el resto del mundo) es fundamental para esa función.

Trump y sus aranceles a México violan tanto el TLCAN, que se suponía garantizaba el libre tránsito de productos en América del Norte, como obligaciones con la Organización Mundial del Comercio que, al igual que el derecho estadounidense, permite que se impongan nuevos aranceles solo bajo ciertas condiciones específicas. Entonces, Estados Unidos se ha convertido en un actor sin ley en los mercados internacionales, un Estado rebelde, debido a sus políticas arancelarias.

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Pero hay más, con el uso de los aranceles como garrote contra todo aquello que no le gusta, Trump está regresando a Estados Unidos a la irresponsabilidad que Estados Unidos exhibió después de la Primera Guerra Mundial; tras su negación de unirse a la Liga de las Naciones y le cerró la puerta a la mayoría de la inmigración, una irresponsabilidad que ayudó a crear el entorno para desastres como la Gran Depresión, el ascenso del fascismo y la consecuente Segunda Guerra Mundial. 

A principios de 1921, el congreso promulgó una Ley Arancelaria de Emergencia, que en breve fue sustituida por la Ley Arancelaria Fordney-McCumber de 1922. Estas acciones aumentaron en más del doble el promedio de los aranceles a las importaciones sujetas a esos derechos. Al igual que Trump, los defensores de estos impuestos aduaneros afirmaron que traerían prosperidad a todos los estadounidenses.

No fue así, en efecto, hubo un auge en la industria manufacturera, impulsado no por los aranceles sino por nuevos productos, como los autos asequibles y las nuevas tecnologías como la línea de montaje. Sin embargo, los agricultores pasaron la década de 1920 padeciendo los bajos precios de sus productos y los altos precios del equipo agrícola, que condujeron a una oleada de ejecuciones hipotecarias.

Parte del problema fue que los aranceles estadounidenses se enfrentaron a represalias; incluso antes de que golpeara la Gran Depresión, el mundo estaba inmerso en una guerra comercial que aumentaba gradualmente. Para empeorar las cosas, los aranceles estadounidenses pusieron a los aliados de la Primera Guerra Mundial entre la espada y la pared: esperando que pagaran sus enormes deudas de guerra, pero los aranceles hicieron que les fuera imposible ganarse los dólares que necesitaban para hacer esos pagos.

Además, el nexo entre la guerra comercial y la deuda creó un clima de desconfianza internacional y rencor que abonó a las crisis políticas y económicas de la década de 1930. Esta experiencia tuvo un profundo efecto en las políticas estadounidenses después de la Segunda Guerra Mundial, que se basaron en la visión de que el libre comercio y la paz iban de la mano.

Esto no quiere decir que Trump está repitiendo los errores del pasado, en esta ocasión es mucho peor, será mucho peor.

MJP