En una visita a la Ciudad de México en agosto de 2016, el entonces candidato presidencial Donald Trump dijo: "Nadie gana en ninguno de los dos países cuando los contrabandistas de personas y narcotraficantes se aprovechan de personas inocentes, cuando los cárteles cometen actos de violencia, cuando las armas ilegales y el efectivo fluyen de los Estados Unidos a México".
Desde entonces, Trump ha continuado quejándose de que los mexicanos llevan el crimen hacia el norte, mientras ignora la amenaza real que representa el poder de fuego estadounidense que fluye en la otra dirección y lo que representa para los mexicanos.
*Entre 2011 y 2016, al menos 106 mil armas fabricadas en Estados Unidos estuvieron vinculadas con actividades delictivas en México
Aunque México tiene algunas de las leyes de armas más estrictas del mundo, las organizaciones criminales mexicanas no tienen problemas para comprar armas de fuego, que utilizan para controlar el territorio, extorsionar a los dueños de negocios y amenazar a ciudadanos y miembros de las fuerzas de seguridad. Las consecuencias son letales En 2002, hubo más de 2,600 investigaciones de homicidio relacionadas con armas de fuego. Para 2016, ese número había aumentado a casi 13,000.
*Cada año cerca de 253 mil armas de fuego son transportadas ilegalmente hacia territorio mexicano
La mayoría de las armas utilizadas por grupos delictivos en México se originan en los Estados Unidos. Cada año, un promedio de 253,000 armas de fuego cruzan la frontera, la abrumadora mayoría de las cuales provienen de los estados del sudoeste de California, Texas y Arizona.
La mayoría de las armas utilizadas por grupos delictivos en México se originan en los Estados Unidos (Imagen de The New York Times)
De 2009 a 2014, más del 70% de las armas de fuego -casi 74,000- incautadas por las autoridades mexicanas y luego sometidas a rastreo por la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego vinieron de los Estados Unidos. Muchas de estas armas eran rifles semiautomáticos como el AR-15 y el AK-47, favoritos del cartel y que los ciudadanos mexicanos no pueden comprar legalmente.
Una "compra improvisada" es cuando una persona que está prohibida por la ley federal para comprar armas de fuego contrata a un tercero para comprarlas en su nombre. Debido a que no hay límite en las transacciones de armas de fuego en muchos estados, cualquiera que pueda pasar una verificación de antecedentes puede comprar varias armas de fuego de grado militar en una sola visita, que luego pueden pasar a los delincuentes.
La "nueva" arma letal favorita de los narcos
A veces, los traficantes de armas de fuego ni siquiera tienen que mentir para comprar un arma. Aunque los concesionarios autorizados de armas de fuego de EU deben realizar verificaciones de antecedentes y mantener registros, entre otros, comerciantes sin licencia en exhibiciones de armas, mercados de pulgas y otros lugares privados pueden vender armas sin realizar una verificación de antecedentes, inspeccionar la identificación del comprador o documentar la venta de ninguna manera.
*La mitad de los traficantes de armas de Estados Unidos se benefician financieramente del comercio ilegal de armas entre los Estados Unidos y México, por una suma de $127.2 millones en 2012
El negocio de la violencia puede ser altamente rentable, y la industria armamentista estadounidense está sacando provecho, con los vendedores y fabricantes estadounidenses armando ambos lados del conflicto de México.
Una investigación de la Universidad de San Diego ha demostrado que la mitad de los traficantes de armas de EU se beneficiaron financieramente del comercio ilegal de armas de EU y México, por una suma de $127.2 millones en 2012. De esa cifra, 74 mil 200 fueron compradas legalmente en territorio estadounidense.
Traficantes de armas de EU se benefician del comercio ilegal (Imagen de The New York Times)
*Los fabricantes también venden armas y municiones en acuerdos legales a las fuerzas de seguridad mexicanas
Mientras tanto, los fabricantes también venden armas y municiones a las fuerzas de seguridad mexicanas, mientras luchan contra las organizaciones criminales bien armadas. Entre 2015 y 2016, los fabricantes de armas con sede en los EU firmaron casi $276 millones en acuerdos comerciales de armas de fuego con México. Otras compañías de defensa de EU firmaron acuerdos por valor de más de $560 millones durante ese período en aviones, helicópteros y otros equipos para equipar al ejército y la policía de México.
Pero si la administración de Trump realmente quiere resolver el problema, necesita cambiar las leyes, no solo hacerlas cumplir.
En los Estados Unidos, el tráfico de armas es una actividad de alto riesgo y bajo riesgo. No existe una ley federal contra el tráfico de armas dentro del país, y aunque algunos compradores de paja condenados podrían obtener tiempo en la cárcel, la mayoría de las veces solo se enfrentan al servicio comunitario o un año de libertad condicional.
Muchos factores han contribuido a la violencia en México. El río de hierro de los Estados Unidos, sin embargo, juega un papel clave en la alta tasa de mortalidad del país. Así como un muro fronterizo de miles de millones de dólares hará muy poco por detener la ola de drogas que ingresan al país, no servirá de nada para impedir que se derramen armas de rango militar.
EN AMÉRICA CENTRAL
Las armas estadounidenses atizan la violencia letal en varios países centroamericanos como El Salvador, Honduras y Guatemala. Aunque los investigadores advierten que gran parte de esa problemática es una consecuencia del tráfico de drogas relacionado con las pandillas, también sostienen que otros factores como la corrupción en las instituciones gubernamentales, la desigualdad de ingresos, la impunidad de los delincuentes y la herencia de los conflictos bélicos, han desestabilizado a toda esa región.
Armas que originalmente se compran en Estados Unidos, luego son utilizadas en países vecinos para cometer un delito al menos cada 31 minutos. Para sacar las armas, los traficantes explotan las mismas lagunas en las leyes estadounidenses que facilitan el tráfico ilegal de armas domésticas”, afirma Chelsea Parsons, coautora del reporte “Beyond our borders” del Center for American Progress.
mlmt