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Torres de Pestalozzi, sin dictamen final tras sismo

A casi 10 meses del terremoto del 19 de septiembre, 105 dueños de departamentos están en vilo sobre sus propiedades

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Escrito en METRÓPOLI el

Las cuatro torres que están en la calles Pestalozzi y Rébsamen, casi esquina Viaducto y que quedaron dañadas y deshabitadas por el sismo del 19 de septiembre, esperan el estudio de mecánica de suelos para que los 105 condóminos decidan demoler o reconstruir. 

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Roberto Aguilar Díaz, conserje de los edificios Pestalozzi 27, 31 y Rébsamen 28 y 22 en la colonia Piedad Narvarte, señala que en caso de que el estudio arroje que el subsuelo no presente daños y la estructura aguante una reconstrucción, se buscará a una empresa para que realice la obra. Todo estaría a cargo de los 105 dueños. 

De los cuatro edificios se afectaron las fachadas, plazueletas y cuarteaduras en los muros. “Han venido a checar y unos ingenieros dijeron que la estructura está bien, otros que no. Es por ello que antes de tomar una decisión se realizará el estudio para verificar el estado del suelo y de las torres”. 

En 10 meses, Roberto y otro vigilante han cuidado los cuatro edificios. Al principio había guardias por parte de los vecinos, pero al pasar el tiempo y al regresar a sus actividades cotidianas dejaron de ir, sólo acudían cuando había reuniones con gobierno para tratar lo de la reconstrucción. 

El proceso en el que se encuentran los vecinos duró 10 meses y todavía hay incertidumbre de lo que ocurrirá con sus hogares. No fue fácil. Primero ponerse de acuerdo entre los 105 condóminos, luego que el gobierno los atendiera y se establecieran las mesas, cuyo resultado fue que todas las partes acordaran que se realizará el estudio estructural. 

Desde el 19 de septiembre, el daño en los edificios no permitió que sus habitantes entraran a rescatar sus pertenencias. El día del temblor y al siguiente sólo los dejaron sacar sus documentos y algunos objetos personales. Apenas este año, los vecinos pudieron recuperar la mayoría de sus muebles.

Todavía hay departamentos en los que hay cosas, y por miedo a la rapiña han solicitado seguridad,  además de los conserjes. 

“Sí ha habido gente que se ha querido meter, supongo para ver qué pueden encontrar. Por eso nosotros estamos aquí, para resguardar que no se metan. Sobre todo en las noches es cuando hemos visto que se acercan y luego como en la esquina está Viaducto está muy solo. Antes esta calle estaba cerrada y pues nadie pasaba, ahora ya que abrieron un carril por lo menos no dejan de pasar autos”. 

Cuando fue el sismo, Roberto ya tenía varios años trabajando en el complejo de torres. El día del temblor estaba en la parte de abajo cuando sintió el movimiento y luego escuchó la alerta sísmica. 

“Todo crujía y se movía horrible. Se cayeron parte de las fachadas y ladrillos, la gente estaba muy asustada, salía corriendo. Estuvo muy feo. Parecía que en cualquier momento se iban a caer los edificios. De inmediato hubo fugas de gas, eso también nos espantó mucho, porque al ver que ya había pasado el sismo y las torres resistieron, nos dimos cuenta que se estaba saliendo el gas y pues los vecinos entraron en pánico”. 

Roberto, al ver el caos que se generó y aunque ya habían hablado a los bomberos, se arriesgó a cerrar las válvulas de los gases estacionarios de las cuatro torres. Luego ayudó a bajar a algunos adultos mayores que se quedaron en los departamentos, así como a personas con discapacidad. 

“Afortunadamente no falleció nadie ni hubo heridos, solo mucho pánico, fugas de agua, se voltearon dos tanques de gas, cada uno de mil 800 litros, eso era un riesgo muy fuerte. De la torre A se desprendió una pared de cuatro pisos que da hacia Viaducto. Hubo vidrios rotos”. 

Cuenta que ese día le tocó estar solo y tuvo que auxiliar en todo, tanto en lo de las fugas de gas como en ayudar a los vecinos. Recuerda esa experiencia y se le enchina la piel, aunque comenta que lo volvería hacer, pues es parte de su trabajo. 

ams