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Tlacotalpan: el festejo al maltrato animal

Cada 1 de febrero en la ciudad de Tlacotalpan el pueblo está listo para su celebración más popular y famosa: el embalse de toros

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TLACOTALPAN, VER. (La Silla Rota).- Todos los años son similares. Cada 1 de febrero en la ciudad de Tlacotalpan el pueblo está listo para su celebración más popular y famosa: el embalse de toros. El festejo es una barbarie en contra de seis toros cebús que son maltratados al punto de la muerte, ante los ojos permitentes de las autoridades y las protestas de los grupos en defensa de los animales.

Este 2016, organizaciones como AnimaNaturalis, PATAS, Proyecto ARPA, A.C. han lanzado un llamado a la ciudadanía para que rechacen esa celebración. Sin embargo, las manifestaciones por redes sociales no tuvieron eco y este lunes, como se ha hecho desde hace más de un siglo, volverán a utilizar bovinos para los festejos.

¿Qué es el embalse de toros? Forma parte de las festividades del 2 de febrero, fecha en que los habitantes que viven a orillas del Río Papaloapan recuerdan a su Santa Patrona: La Virgen de La Candelaria. Las actividades son esperadas todo el año y atraen a miles de turistas, nacionales y extranjeros, a Tlacotalpan, único poblado en el estado de Veracruz considerado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

La dinámica es similar todos los años. La mañana del 1 de febrero, decenas de vaqueros de los ranchos ganaderos, de esa región de la entidad veracruzana, aguardan en un islote formado sobre las aguas del Papaloapan, frente al pueblo tlacotalpeño. La mayoría de los hombres montan a caballo y beben alcohol, que comparten con el potro o con los mismos toros.

Cerca de las 10:00 horas, representantes de cada uno de los pueblos cercanos se enfrentan en un duelo de regatas por todo el litoral. Los ganadores llegan a tierra firme para festejar con cerveza. Una vez que concluye la competencia anuncian el embalse.

Cuando dan la indicación, los hombres a caballo arrean a los seis cebús hasta empujarlos al agua. Una vez en el afluente, pescadores sobre sus lanchas los toman de las fosas nasales y de la cola, arrancan y se los llevan arrastrando hasta el otro extremo. El cuerpo del animal va bajo el agua pero sobrevive a morir ahogado porque los de abordo le levantan la cabeza para que respire.

Así, uno por uno es bajado a una de las entradas a la ciudad de Tlacotalpan. Una vez que sienten tierra firme los toros salen despavoridos a las calles para alearse del agua, llevándose a su paso a lo que le pongan enfrente.

Miles de personas ya esperan a las bestias en todo el centro histórico. Durante dos horas, harán lo que quieran con los seis toros. Desde picotazos, patadas, mordidas. De todo reciben los ejemplares que en el mejor de los casos acaban bañados en sangre y bufando.

 

 

 

Prometen alto al maltrato

 

Ante la presión de las organizaciones internacionales, la mejor solución que se le ocurrió al gobierno de Veracruz y al ayuntamiento de Tlacotalpan fue crear una Ley Municipal de Protección Animal en el 2014, que en dos años no ha tenido éxito.

El nuevo reglamento obligó a los lancheros a ya no pasar a los seis toros abajo del agua. Ahora, el ganado lo suben a una panga para que no nade, sin embargo, al llegar a tierra firme siguen recibiendo las mismas vejaciones.

Ante esto, organizaciones lanzaron un reclamo este 2016: “Con la finalidad de exigir a las autoridades de Veracruz que sea cancelado de manera definitiva, a partir de este 2016, el embalse de toros del programa de la Fiesta de la Candelaria, AnimaNaturalis México, PATAS y Proyecto ARPA hemos lanzado una campaña de recolección de firmas a través de la plataforma Change.org: http://chn.ge/1M8MeEo y solicitamos a nuestros seguidores en redes sociales que envíen mensajes y tweets al gobierno veracruzano para que los hechos de crueldad contra los toros que se repiten año con año en un estado como Veracruz, de por sí golpeado por la ola de violencia y de sangre, terminen”.

No hubo eco en la solicitud y hoy, de nuevo, serán soltados los seis cebús en las calles de Tlacotalpan para el deleite de miles de turistas y pobladores que ya los esperan para que al otro día, el 2 de febrero, vayan a la iglesia a agradecer a la Virgen de La Candelaria.