Donald Trump, presidente de Estados Unidos, es uno de los críticos más fuertes de la NFL y sus jugadores a pesar de que décadas atrás intentó colarse como inversionista en equipos de la liga. La larga historia de confrontaciones entre el magnate estadounidense y la liga ha tenido diversas tonalidades en su carrera empresarial y política.
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La primera vez que Trump asomó la cabeza en el mundo del fútbol americano fue en 1983, cuando compró a los Generales de Nueva Jersey que pertenecían a la US Footlball Leauge (USFL), que entonces era una competencia, aunque con temporadas en la primavera, de la NFL (Liga Nacional de Futbol Americano). Un jugador o un equipo costaba hasta diez veces menos que los de su rival que a la fecha es la liga líder en Estados Unidos.
Donald Trump intentó entrar al negocio deportivo, pero no le salió del todo bien. No quiso gastar en lo que cuesta un equipo de NFL por lo que intentó hacer de los Generales uno suficientemente fuerte para que llamara la atención a nivel mundial y pudiera competir y levantar a la USFL. Pero las cosas no le salieron tan bien: Trump movió las piezas para que la temporada de la USFL se moviera y compitiera con la de la NFL y demandó actos monopólicos a la segunda liga. La intención era que ambas se fusionaran.
Al final los jueces decidieron que sí había que sancionar por este motivo a la NFL, pero determinó que la USFL no era competente tampoco debido a los problemas financieros que arrastraba de años atrás, así que no se fusionaron y Trump no pudo entrar a la NFL con la estrategia de bajo costo que él buscaba. Además perdió el dinero invertido en Los Generales.
En 1988 intentó comprar los Patriotas de Nueva Inglaterra, pero retiró su oferta; también quiso comprar los Bills de Búffalo pero sobrepasaron la oferta que él hizo de mil millones de dólares. Así fue como se quedó fuera de la NFL.
Años después de eso, ahora que el mundo tiene los ojos sobre él desde que se lanzó a la candidatura a la presidencia en 2016, ha hecho públicas sus críticas por varios motivos, tanto a jugadores como a a liga en sí.
En la temporada de 2016, Colin Kaepernick, mariscal de campo de San Francisco, se arrodilló durante el himno nacional como un acto de protesta por la brutalidad policiaca hacia la gente de color que se estaba registrando en esos meses.
De ahí en adelante las protestas en el himno continuaron de parte de algunos jugadores, a lo que el ahora presidente de Estados Unidos respondía con críticas en sus redes sociales por los actos que consideró antipatrióticos. "La NFL debería cambiar su política", tuiteó.
Algunas marcas como Nike hicieron público su apoyo para los jugadores que protestaban durante el himno. "Nike apoya a los atletas y a su derecho de expresión", declaró la compañía en un comunicado.
Pero la molestia del mandatario aumentó e instó a los aficionados a boicotear los partidos de la NFL en rechazo a los jugadores que se habían arrodillado; pero entonces se sumaban más atletas a repetir el gesto.
En septiembre del año pasado, Brux Maxwell, beisbolista de los atléticos de Oakland, realizó el mismo gesto de protesta en el himno previo a un partido de la MLB, y así inició la extensión del gesto en otros deportes.
fmma