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"El miedo sigue latente"

Vecinos de la colonia Roma, que vio cómo 7 edificios se derrumbaron el 19 de septiembre de 2017, cuentan cómo viven ahora

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Escrito en ESPECIALES LSR el

A cuatro meses del sismo del 19 de septiembre, María Eugenia Portillo aún tiene miedo a que vuelva a temblar sin previo aviso. Han sido semanas largas y complicadas, y aunque sabe que la vida sigue, el recuerdo de ese día lo tiene presente.

Vive y trabaja en la calle de Puebla en la Roma Norte, una de las colonias más afectadas por el sismo de 7.1 grados, donde siete de 38 edificios en la Ciudad de México colapsaron. 

Ni su vivienda ni su centro de trabajo sufrieron daños.

Maru, como le dicen de cariño, tiene una tienda de ropa deportiva abajo de un gimnasio, Cuando tembló, todos los clientes e instructores salieron sin entender que ocurría. Dos horas antes habían hecho simulacro.

Ya en la calle, el edificio que estaba en el número 282 se desplomó. Era un laboratorio de análisis de cosméticos, alimentos y productos agroindustriales del Grupo Cencon. En el sitio fallecieron 14 personas, de las cuales 10 eran mujeres.


Maru dice sentir aún miedo.


“Fue de terror, aparte no sonó la alarma sísmica, al principio todo era un desorden, el edificio se cayó en segundos. Fue de los primeros que colapsaron”.

En frente del inmueble colapsado, en el número 277 quedó un edificio de oficinas muy dañado, catalogado por el gobierno de la Ciudad de México en código rojo, incluso forma parte de los primeros 24 que ya están en proceso de demolición.

Durante cuatro meses, parte de la vialidad ha permanecido cerrada al tránsito vehicular, incluso al paso peatonal.

“Este tiempo aquí ha sido un caos, con mucho polvo, de miedo, pérdida de clientes, estaba solo, al principio no teníamos servicios. La gente no quiere venir porque piensa que si tiembla, aquí va a morir. Han sido meses muy difíciles”.

El espacio vacío que quedó en lugar de los laboratorios y el edificio que están en proceso de demolición, recuerdan a los vecinos y trabajadores de la zona que la tragedia aún continua y falta mucho tiempo para que las heridas sanen y la vida tome un rumbo más estable.

El gimnasio perdió la mitad de sus clientes y las ventas en la tienda de Maru bajaron más del 50%. “Ya casi nadie viene, todo está cerrado, muchos vecinos se fueron, cerraron muchos negocios”.

Cuenta que después del sismo, durante los primeros días, se apoyaban entre la comunidad. Pasaron 15 días para que los dejaran pasar a la calle. El paso estaba cerrado desde Salamanca y estaba acordonado. Primero revisaron que los residuos del laboratorio no representara un riesgo, luego checaron los edificios contiguos, y donde trabaja Maru.


“Ya recorrieron el cerco, porque estaba en la esquina y no nos dejaban pasar. Fue muy pesado la tramitología para que pudiéramos entrar. Teníamos que ir con tres personas diferentes que decidían quien si y quien no, luego nos teníamos que formar horas para poder pasar cinco minutos”.

Comenta que llegó un momento que los policías que resguardaban el cerco cobraban 200 pesos a la gente que necesitaba entrar a los edificios contiguos al que colapsó.

Desde hace varias semanas, trabajadores de la Secretaría de Obras demuelen el edificio 277. El polvo se ha vuelto insoportable. “Todos en el gimnasio estamos enfermos, yo llevo un mes con una tos que no se me quita”.



“Ojalá que nada más hubiera pasado lo del temblor y la calle estuviera funcional, hubiera flujo de carros. La mayoría de los clientes se fueron porque no quieren venir donde un edificio se cayó y lo consideran zona insegura”.


“Nosotros pagaremos la rehabilitación del edificio”

A unos metros de la calle de Puebla, está Cozumel y en la esquina con callejón Salamanca, hay un edificio de nueve pisos que quedó dañado. Fue catalogado amarillo. Los tres primeros niveles presentaron la mayor afectación. Lleva cuatro meses deshabitado.

   Antonio Aguilar estaba en su departamento, en el piso 3 cuando tembló. Debido a su edad, el administrador del edificio lo tuvo que ayudar a salir. Su esposa no estaba.

“Desde el temblor tuvimos que salirnos todos los vecinos. Son 27 departamentos. Se tuvo que evacuar el edificio. Me pude salir con la ayuda de Dios y del administrador que me ayudó. Mi casa fue de las más dañadas. Tiene un boquete”.


 

De acuerdo al dictamen de un Director General de Obra DRO particular, así como personal de Protección Civil, se deben de hacer análisis para determinar si la estructura se salva o se tendrá que demoler y reconstruir de nuevo.

El señor Aguilar comenta que en los próximos días comenzará la rehabilitación del edificio, que irá a cuenta de los condóminos. No aceptaron ni los financiamientos ni los créditos. “Del gobierno no hemos recibido nada”.

Para poder determinar si tiene daño estructural, el edificio será desmantelado. Mientras tanto, hay vecinos que quieren que se demuela, otros no. Sin embargo, dice que él y su esposa no correrán el riesgo y ellos no regresarán en caso de que solo se remodele.



“El edificio tiene riesgo moderado. Ya se va a empezar a trabajar el edificio por dentro, lo van a pelar todo, y como está piloteado, es lo que permite que se sostenga, se tiene que sacar todo para ver qué tanto daño tiene el edificio”.

Desde hace unos días, a los vecinos se les permitió sacar sus muebles y cosas que no habían podido recuperar. El señor Antonio, junto con el administrador, supervisan desde la banqueta de enfrente que los condóminos no usen el elevador y que vacíen sus departamentos con el cuidado que se requiere.

Cuenta que los primeros días de la emergencia sentía preocupación y miedo de que volviera a temblar, pero con el paso del tiempo, ha entendido que tiene lo más valioso que es su vida y la de su esposa.

 “La cuestión material va y viene, aunque al ver el daño así, cuesta mucho dinero reconstruirlo, primero costó mucho comprarlo, pero gracias a Dios con salud y pagar poco a poco lo que va a costar y así iremos saliendo adelante”.