Para Santiago Gómez García el ciclismo urbano es su vida, pasión y trabajo. La ciudad la recorre pedaleando de norte a sur y de poniente a oriente. Siente la libertad de moverse sin tráfico u aglomeraciones; también está consciente del riesgo. Ha visto de cerca la muerte.
Desde el año pasado, Santiago se quedó sin trabajo. Era un oficinista y hubo recorte de personal, del cual no se salvó. Buscó y no encontraba algo que le conviniera, pero un amigo le comentó que podía intentar en los servicios de entrega de comida y mensajería por medio de bicicleta. Así es como llegó a Rappi.
Senador se pasa el alto y arrolla a motociclista
“No tiene un horario fijo, lo haces en el tiempo que tú quieres, ganas conforme tú quieres. Si le dedicas todo el día, puedes sacar de 800 a mil pesos. Si lo haces un rato puedes sacar 100 o hasta 300, dependiendo la zona y el horario”.
El ciclismo urbano lo conoció hace tiempo y lo practica de manera cotidiana desde hace tres años. También forma parte de club de rotarios chilangos. Le gusta ir a rodadas nocturnas porque no hay tráfico. Lo mejor es cuando regresa a su casa después de los recorridos. “La ciudad está sola, se siente una tranquilidad y paz que en el día nunca”.
Cuando trabajaba usaba la bicicleta como transporte; diario rodaba de Tenayuca a la colonia Tabacalera. De repente se dio cuenta que le gustaba mucho. Cuando salía temprano de la oficina iba a dar recorridos al Bosque de Chapultepec y los fines de semana viajaba a las pirámides de Teotihuacán o al Ajusco.
“Ya en la bici las distancias son más cortas y se hace como un vicio. Ya prefieres andar en bici que caminar. Es raro que utilice el Metro o el camión, a menos que sean recorridos muy largos”.
Para Santiago turistear en bicicleta en la Ciudad de México está muy bien, es seguro. Sin embargo, ya como transporte y sustento es complicado, debido a que no hay una conciencia hacia el ciclista ni una infraestructura funcional.
“Ser ciclista urbano es muy peligroso porque no nos respetan, muchos automovilistas nos avientan los carros, otros no se fijan. Si vas en una ciclovía la gente camina en ella o los autos se estacionan y estorban. O también hay quienes están estacionados, no se fijan, abren las puertas y nos embisten. A mí me han aventado como tres, cuatro veces, pero afortunadamente no iba muy rápido”.
La mayor parte del tiempo Santiago usa casco, aunque hay veces que se le olvida. “Es muy importante llevarlo puesto y sobretodo por seguridad, ya que como una vez me dijo un ciclista, ‘hay dos tipo de ciclistas: uno, el que se ha caído y otro, el que no se caído’. Yo soy del segundo tipo”.
Santiago cuenta que en una ocasión que fue a la Tercera Sección del Bosque de Chapultepec iba de bajada sobre Constituyentes y una coladera estaba destapada, no la vio, por lo que no pudo frenar. Cayó y rodó como cinco metros. Afortunadamente se alcanzaron a detener los autos. No le pasó nada, mas que unos golpes; se raspó los brazos y el susto.
Otra ocasión que iba a su trabajo le tocó el verde, y un joven por quererle ganar al semáforo se cruzó corriendo y lo arrolló. No dijo nada, porque él tuvo la culpa.
“El problema es que la bicicleta como es ligera y pequeña te puedes meter donde quieras, y luego los ciclistas se van o nos vamos en sentido contrario. Es un arma de doble filo. Sí hay que ser muy responsable”.
Comenta que no todos los ciclistas son imprudentes y es que dentro del ciclismo urbano hay varios tipos: están los fixeros, que son los que usan las bicicletas fixis, las cuales son de piñón fijo y no tienen frenos. Ellos por lo general se pasan los altos y andan rápido esquivando autos y personas, ya que no pueden frenar mas que con la fuerza de su cuerpo.
“Las fixis son bicis muy buenas, pero si no la sabes usar es muy peligrosa, porque vas tendido y si se cruza alguien no pueden parar. Con su misma fuerza van parando el pedaleo y se derrapan. Regularmente los fixeros son muchachos más jóvenes y aventados. En ocasiones no respetan las señales”.
Su experiencia como ciclista urbano ha sido muy enriquecedora, además de que ha conocido mucha gente que comparte la pasión por las bicicletas. Le ha cambiado la vida, aunque también está consciente de los riesgos que corre. Tres de sus amigos ciclistas han fallecido. Por eso trata de ser precavido.
CDMX, un riesgo para ciclistas
En el Día Mundial de la Bicicleta, la organización civil México Previene informó que en este 2018 van cinco ciclistas que perdieron la vida arrollados.
En 2017 se registraron 25 ciclistas muertos por atropellamiento. La Miguel Hidalgo fue la delegación con más accidentes, fallecieron nueve; seguida de Iztapalapa, con cinco; Cuauhtémoc, tres al igual que en Azcapotzalco; Benito Juárez, dos; Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza y Xochimilco, uno.
El tipo de vehículo relacionado con estos accidentes de tránsito donde murieron ciclistas fueron los de grandes dimensiones, como son los tráileres. Así ocurrió en 10 casos.
En segundo lugar de los incidentes en que han muerto ciclistas está el transporte público, en siete casos; le siguen en auto privado tipo camioneta, con tres; mientras que en automóvil privado tipo Sedán van dos decesos, y en tres hechos no se identificó el tipo de vehículo que los atropelló.
ams