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Poliamor en CDMX, una manera de amar sin ataduras

En el movimiento del 'poliamor' todos saben y están de acuerdo en compartirse en diversas relaciones, esa es la condición. Los celos no son bienvenidos

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Escrito en METRÓPOLI el

Luis Alejandro García, mejor conocido como Ale, tiene 48 años y desde que era niño se ha sentido identificado tanto con el género femenino como con el masculino. Su vida es una búsqueda de la felicidad donde ha encontrado diferentes formas de amar y desde la tradicional, como así suelen llamarle, nunca se ha sentido cómodo.

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En 2016, el filósofo, activista social y docente se asumió como poliamoroso. En la actualidad mantiene relaciones con dos mujeres, y ellas a su vez tienen parejas, una del mismo sexo y la otra no. Todos saben y están de acuerdo en compartirse, esa es la condición. Los celos no son bienvenidos. 

“Desde chiquito yo sabía que era algo raro especial. Me gustaban los niños y las niñas, así como ponerme vestidos. Cosas que no hice consciente hasta más grande. La primera vez que me enamoré fue de un hombre, mi mejor amigo. Estaba en la preparatoria y me sorprendí, porque siempre me había identificado como una persona heterosexual. Ese amor no llegó a lo físico, se quedó en lo platónico”.

Una década después apareció en su vida la palabra bisexual y pensó “eso soy yo”. Fue un descubrimiento de quién era, ya que no se sentía un hombre heterosexual ni homosexual. 

Cuando entró a estudiar Filosofía tuvo su primera relación gay. Antes había tenido varias novias y quiso experimentar con un hombre. “Le confesé a una de mis compañeras de la carrera mi bisexualidad y para sorpresa mía coincidimos. Ella también era bisexual y salimos del clóset juntos”. 

 

A partir de ello tuvo una etapa de descubrimiento, aunque antes de militar en la bisexualidad y en otras forma de amor, se dedicó a la Filosofía. Estudió licenciatura, maestría y doctorado. Después se fue a la docencia. 

En el 2011 tuvo una crisis existencial, puesto que se asumía como bisexual, mas no hacía nada por la comunidad. Comenzó a buscar organizaciones gays, sin embargo con ninguna se identificó.

Luego de varios años llegó a la militancia lésbica. En el trayecto participó en marchas del orgullo gay y en algunas se vistió como chica. Un día decidió ir “disfrazado” la mitad de mujer y la otra de hombre. 

“Ese día cuando me vi al espejo, pensé: ‘no estoy disfrazado’ y entendí que soy una persona no binaria. Lo cual me movió todos mis esquemas y cuestioné lo que era el género. Empecé a comprar ropa de mujer, maquillaje, pintarme las uñas, y comencé a asumir mi identidad no binaria”. Según explicó, no binario es sentirse hombre y mujer.

En esa experimentación y búsqueda también se dio cuenta que era una persona pansexual, es decir, para algunos es una ampliación del espectro bisexual. “Me importan más las personas que los géneros. Me atrae de la misma manera un hombre, una mujer o una persona no binaria. No tengo una predilección en específico”. 

Cuando el poliamor llegó a su vida 

A lo  largo de su vida nunca se sintió cómodo con la monogamia. Se autodefine como un “monoamoroso fracasado”. Intentó muchas relaciones con una sola persona, pero no le funcionaron. 

“Lo que descubrí es que el monoamor a mi me asfixiaba, aunque si quería tener relaciones serias, pero no necesariamente monoamorosas porque me sentía atado y no porque las otras personas fueran aprehensivas. No me adaptaba a esa forma de relación”.

Buscó en internet y encontró el concepto de poliamor en un libro que se llama “Ética promiscua” y se sintió completamente identificado. 


Antes de ese descubrimiento ya había tenido varias experiencias cercanas al poliamor. “Durante siete años fui la segunda pareja de una chica. Aunque su otro novio no sabía que andaba conmigo, pero yo me sentía feliz hasta que se terminó la relación porque ya no coincidimos”.

En la actualidad tiene dos relaciones. Las dos chicas saben. Ale comenta que está fuera del “clóset” en todos los planos de su vida: con su familia, amigos, trabajo y parejas. 

“No ha sido algo automático ni espontáneo ni fácil. Ese proceso ha llevado su tiempo y su lucha. Hasta el momento soy una persona poliamorosa principiante. Todavía tengo que madurar mis celos”.

Llegó al poliamor cuando Ale tenía novio y él tenía a otra persona. Concluyó y comenzó la relación con dos mujeres. Ellas, a su vez tienen otras parejas, que también se les conoce como “metamor” o “socios”. 

Cuenta que en su caso todavía no conoce a sus “metaamores”. Ha hablado con sus parejas de ellas y ellos, pero todavía no llega al proceso de convivencia. Incluso, confiesa, que le excita cuando sus parejas le cuentan sus encuentros sexuales con sus novios y novias, eso se  llama “compresión poliamorosa”. 

“Los celos no van a desaparecer porque son humanos, y todos los sentimos. La compresión es sentirte bien porque tu pareja tiene otra pareja y podemos hablar de ellos. Yo he teorizado tres tipos de compresión: el agate, que es el amor incondicional; la filia, cuando hay una complicidad, es decir yo me pongo de acuerdo con su metamor que se la lleve al cine y la erótica, que es cuando me platican de sus encuentros sexuales con sus otras parejas y yo me siento excitado”. 

Explica que en el poliamor debe de haber acuerdos, mucha honestidad y consensos. “El chiste del poliamor es que todo sea transparente. Todos los involucrados tienen que estar de acuerdo. Se tienen que trabajar mucho más los afectos y las emociones, porque se tiene que aceptar que una de tus parejas está con alguien más y le tiene que dedicar tiempo”. 

fmma