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La región fraylesca de Chiapas resurge de la tragedia

El pasado 7 de septiembre, la vida y rostro del pueblo cambió por el sismo de 8.2 grados. Fue una de las zonas más afectadas de la región fraylesca

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Escrito en ESPECIALES LSR el

CHIAPAS (La Silla Rota).- En el ejido de Benito Juárez, municipio de Villa Flores, Chiapas sus habitantes se dedican al campo y ganadería. Cosechan maíz y cacahuate. El pasado 7 de septiembre, la vida y rostro del pueblo cambió por el sismo de 8.2 grados. Fue una de las zonas más afectadas de la región fraylesca, que está en medio de Tuxtla Gutiérrez y Oaxaca.

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La vida cotidiana poco a poco toma su rumbo, sus tres mil habitantes se acoplan a la tragedia. Quedó una herida. No hay de otra. El trabajo cobra una cierta normalidad y a eso se suma las labores de reconstrucción. Hay esperanza, también incertidumbre. 

En la plaza central, al rededor del parque el señor de los helados pasa con su carrito, lo anuncia el tradicional sonido que evoca este postre. La gente camina con su mandado. Los mototaxis llevan a bordo pasaje.

Del otro lado, se asoman los escombros de la escuela primaria Manuel Acuña. Padres de familia y maestros remueven el cascajo que quedó tras la demolición de tres aulas. Las van a construir de nuevo. 

 

En 1932 se fundó el ejido. Antes era parte de la finca “Santa Bárbara”, cuyos trabajadores vivían bajo el yugo del terrateniente, Ciro López. Después de su muerte se organizaron y lucharon para que les repartieran las tierras que les correspondía. 

A dos meses del sismo, mientras una parte del pueblo se recupera. Hay otra que batalla para no quedarse en el olvido. Hay habitantes que aún esperan ayuda para reconstruir sus viviendas. La mayoría ya recibió el apoyo y se apura para que pronto queden sus nuevas casas. El 6 de octubre, a casi un mes del sismo que cimbró Chiapas y Oaxaca, el presidente Enrique Peña Nieto visitó sus calles, repartió tarjetas y prometió reconstruir la escuela.  

Pronto levantará su casa 

La casa de los papás de Ana Laura Cruz Santiago quedó muy dañada. Se colapsó parte del techo. Cuando fue el temblor se pusieron rápido a salvo porque estaban afuera, ya que venden   tacos por las noches y estaban recogiendo el puesto. A casi dos meses, la esperanza de ver su casa reconstruida toma forma. Ya recibieron las tarjetas, con 30 mil, una de 15 para la mano de obra y la otra para material, al final el apoyo será de 120 mil. En unos cuantos días iniciaran la obra. 

Ana Laura reconoce que la ayuda en una parte del ejido ha fluido y en otra el proceso va lento. Hay personas que no han batallado para que les entreguen el apoyo como a sus padres, hay quienes su camino se ha tornado difícil. 

“Sí han venido a apoyar a la gente, nos trajeron despensas, colchonetas y víveres. A los que cayeron sus techos los tomaron como pérdida total. Sabemos que regresar a la normalidad tomará su tiempo. Son cuatro etapas de la reconstrucción y apenas vamos en la primera”, comenta. 

Peña Nieto les dio tarjeta; no tienen fondos

Para las señoras Nelly y María el apoyo se complicó. Ellas viven en el barrio 5 de mayo en Benito Juárez. Una zona que fue visitada por el jefe del Ejecutivo federal. Fueron de las primeras que les entregaron las tarjetas por pérdida total. Sin embargo, sus plásticos, dicen, no tienen fondos.  

La calle donde estaba la casa de María Nelly Molina José fue la más dañada de Benito Juárez. La mayoría de las viviendas sufrieron pérdida total. Hay algunas que ya comenzaron a reconstruir. De entre espacios de obra negra, hay un terreno que luce vacío. Al frente hay unos letreros que tienen el folio que le corresponde y fotos de cómo lucía después del sismo y de cuando la demolieron. 

Al fondo hay un cuarto de lámina y afuera está María Nelly con su hermana. Platican y permanecen atentas de quienes caminan por la calle. El sol pega en el espacio donde estaba su casa, ahora solo queda una plancha de concreto y los muros que dividen a los vecinos. Juegan niños y pasan jóvenes en motocicleta, el transporte que predomina en el pueblo. 

María Nelly es viuda, su marido murió el año pasado. Tiene tres hijos. Dos de ellos ya se casaron y el menor vive con ella. Está sentada junto algunos trastes y muebles. 

Al principio su propiedad fue declarada pérdida parcial. Sin embargo, debido a los daños le cambiaron el estatus a total. Un día antes de la visita del Presidente le demolieron los muros. El techo se cayó con el temblor. 

“Peña Nieto vino y me dijo que me iban a dar mi tarjeta y que venía 15 mil pesos para ver lo del material, pero que yo esperara. Las personas que me lo entregaron me dijeron que ese día no me iban a depositar, sino que, a los ocho días, luego fui y salió de que no tenía fondos”.

Personal de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), quien repartió las tarjetas de Basefi, le dieron que van a ver la forma para que le den el apoyo. Hasta ahora, no he tenido respuesta.

A la nuera de la señora Molina, quien vive a unos cuantos metros, tiene el mismo problema. Dice que en todo Benito Juárez ellas son las únicas que sus tarjetas venían sin fondos. 

A María Cruz Tolsol le entregaron dos tarjetas cuando fue Peña Nieto. Al revisarlas una tenía 15 mil pesos para pagar a los albañiles. La de materiales no tenía fondos. Lleva dos semanas que va al ayuntamiento de Villa Flores para arreglar el problema. 

“He hablado por teléfono al banco Bansefi, me han citado. El licenciado de Sedatu que lleva mi caso me dijo que, si no me depositaban esta semana, va a venir a verlo personalmente."

Comenta que ya empezaron a excavar para realizar los cimientos con el dinero que sí venía en la tarjeta. El funcionario de la Sedatu le dijo que él se sentía obligado a que se lo den, y la va ayudar. “Y si no me lo dan, vamos ver que hacemos porque ya empezamos a construir”. 

Vive en la incertidumbre; su nombre tiene un error

Casi al final de esa calle, en un predio vacío hay un letrero de pérdida total y una foto donde sale el señor Eduardo Hidalgo Solís en muletas junto a los escombros. 

Al relatar el por qué aún no construye su casa no contiene las lágrimas y suelta en llanto. Se limpia el rostro y señala que está muy triste porque aún no le dan el apoyo del gobierno federal. 

No tengo con qué trabajar, no tengo mis pies buenos. Fuimos los primeros en censarnos. De mí se olvidaron. La persona que me atendió puso mal el nombre. Le di mi credencial y copio mal. Y cuando me iban a dar las tarjetas, la licenciada que me atendió me dijo que no correspondía y que así no me lo podía dar, que lo tenía que arreglar”.

En las listas estaba el nombre de Conrado Hidalgo Solís, en lugar de Eduardo. Por eso no ha iniciado la construcción. No sabe si le van a dar el apoyo o cuándo. Vive en incertidumbre y con miedo. Duerme con su familia debajo de una galera. Hace unos días se registraron vientos muy fuertes, casi se cae el techo de lámina. Fue en la noche. 

Le pido a la gente del gobierno que ablanden su corazón. Yo lo necesito. No puedo caminar, para cortar mi madera. Que me echen la mano para no vivir en esa galera. Peligrando la vida. Ya tiene rato que estoy aquí. Me gustaría que arreglen mi nombre de las listas para que me den las tarjetas. Si no, pediré ayuda al pueblo para que me levanten mi casa. Esa es mi última opción”.

En el sobre solo vino una tarjeta

Al otro lado de Benito Juárez está lo que quedó de la casa de Carlos Nájera, un señor de 66 años que se dedica a la agricultura. Siembra maíz, frijol y cacahuate. Tiene cuatro hijos, tres hombres y una mujer. Pese a su edad y al temblor, aún trabaja la tierra. Es de lo poco que le queda. 

Su casa tenía dos construcciones, la grande fue la más dañada, se cayó el techo y los muros sufrieron de cuarteaduras. Fue demolida el 18 de septiembre. El ingeniero que coordinó las labores le recomendó que se quedara con una parte, ya que no sabían cuánto iba a tardar la reconstrucción. Su vivienda entró en las primeras 50 con daño total. 

A principios de octubre le entregaron un sobre sellado. Al abrirlo, solo estaba una tarjeta, la de mano de obra, la otra no aparecía. Sin embargo, si estaba el espacio con el pegote que indicaba que había otra. 

“No sé por qué no venía la tarjeta para material, no sabemos cómo le vamos hacer ahora, estamos viendo si lo pueden arreglar, aunque nos cuesta trabajo, y ya necesitamos que se levante la casa, porque cómo está destapado entra el frío y la lluvia”.