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“Quiero saber por qué cometieron esta atrocidad”: madre de Olayet

A un año del crimen de la empleada del ayuntamiento de Pachuca, La Silla Rota te presenta los misterios en torno a este caso

Escrito en ESTADOS el

“Yo voy a luchar porque a mi hija se le haga justicia. Yo quiero saber cuál fue su pecado más grande para que ellos cometieran esta atrocidad”, dice la madre de Olayet Cabrera Carranco, trabajadora del ayuntamiento de Pachuca desaparecida el 29 de junio de 2018 cuando trasladaba la nómina de los trabajadores sindicalizados de la Tesorería, y cuyo cuerpo fue hallado en avanzado estado de descomposición 19 días después en una ladera de la carretera federal Pachuca-Tempoal, a la altura de la comunidad de Acalmato, en el municipio de Metztitlán, a 93 kilómetros de distancia de la capital de Hidalgo.

A un año del crimen –porque la muerte, según los estudios forenses, ocurrió el mismo día que la víctima fue vista por última vez, aunque la familia la buscó dos meses más hasta que la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJEH) confirmó el deceso–, temen que los presuntos homicidas puedan ser liberados con la búsqueda de un acuerdo reparatorio, o reciban una sentencia menor. El caso aún se encuentra en audiencia intermedia –que ha sido pospuesta en dos ocasiones–, y los jefes directos que expusieron a un riesgo a Olayet al asignarle una actividad laboral peligrosa, como era trasladar dinero en efectivo, lo cual determinó la Comisión de Derechos Humanos de Hidalgo en la recomendación R-V G-0004-18 dirigida a la alcaldesa Yolanda Tellería Beltrán, no fueron sancionados, además de que los deudos reclaman que el ayuntamiento no asumió su responsabilidad y con una indemnización de 90 mil pesos pretendió dar por concluida la historia.   

A la mamá de Olayet, Angélica Carranco, no le quedan claras muchas cosas: por ejemplo, dice que en el lugar donde supuestamente localizaron el cadáver no hay acceso para poder bajar, por lo que cuestiona cómo lo lograron dos personas de complexión delgada y media, sin la supuesta ayuda de nadie.

En la carretera para Meztitlán, antes de llegar allá, mi hijo bajó y se cayeron, porque bajó con un amigo, porque es arena, pues es árido… no hubo nada que viéramos ‘aquí estuvo el cuerpo’, ‘aquí está quemado’. No. Pero dijeron que ahí, que ahí

Lo que más cuestiona, sin embargo, es: “¿qué hicieron tantos días con el cuerpo, si supuestamente mi hija murió desde el 29 de junio?”.

Nosotros no supimos que mi hija estaba muerta hasta el día que me entregaron lo poco que quedó de su cuerpo. Ese mismo día fue la primera audiencia de desahogo de pruebas, fue cuando dijeron más o menos todo: esta mujer dijo que sí se la había llevado, pero que el que la había matado era su esposo

“Pero, ¿por qué lo hicieron?”, se pregunta Angélica mientras las facciones del dolor se muestran en su rostro: cuando mira y el parpadeo se relentiza, a pausas por las lágrimas que se juntan; cuando sus labios tiemblan y sus ojos que recuerdan. “Nunca lo han dicho”, responde.

La mujer a la que hace referencia trabajaba en el ayuntamiento como jefa del Almacén, y es, según la PGJEH, presunta responsable del homicidio, junto con su esposo.  

Aunque Olayet desapareció el 29 de junio y su cuerpo fue hallado sin vida 19 días después, la Procuraduría confirmó su identidad hasta el 21 de agosto, 34 días más, tras pruebas de criminalística, medicina, antropología, odontología y genética. En todo ese tiempo, la familia no fue informada de que un cadáver, con características que posiblemente coincidían con el de Cabrera Carranco, había sido localizado y se le realizaban análisis.

Un día antes de que informaran la muerte, y 53 desde la desaparición, a Daniel, esposo de Olayet, no le descartaron la posibilidad de que apareciera con vida, cuando los resultados estaban y lo citaron en la fiscalía.

Cuando me dicen que es el cuerpo de mi hija, fui al Semefo y ahí me explica la médico forense: su hija murió el 29, como a la una de la tarde, por un traumatismo craneoencefálico. Le pegó aquí, en esta parte –dice, mientras se toca cerca de la nuca y, con la voz a pausa por el llanto contenido, acota–: no quedaba mucho de mi hija, déjeme decirle, pero algo característico era su boca: su boca se la había arreglado, la tenía muy bien, pero le faltaban los molares. Y yo le dije, pues quiero ver la boca. Efectivamente, era la boca de mi hija

“Yo quería verle sus pies, pero no tenía pies –cuenta y su voz se entrecorta y pausa, mientras los ojos, sombreados por las líneas de expresión sobre los párpados, se cubren de lágrimas, pero no caen; se contienen en ellos–. “No tenía manos; tampoco brazos. Lo único que tenía era esto –y recorre con sus manos su tórax–, además de la cabeza”.

A ellos se la entregaron el 22 de agosto, mismo día que se sepultó, 55 después de la desaparición. La presidente Yolanda Tellería, recordó, se presentó al funeral. “Nada más estuvo cinco minutos; le tomaron fotos. Me dio coraje”, confiesa.  

El día en que desapareció Olayet, ellos no fueron informados por la presidencia, sino por una compañera de su hija que alertó sobre lo que había sucedido.

En las oficinas de Casa Rule, acusó, los secretarios de Seguridad Pública, Rafael Hernández Gutiérrez, y de Tesorería, Daniel Reyes Rivero, sugirieron que Olayet pudo haberse marchado con el dinero: 357 mil pesos, porque, además de la nómina que periódicamente trasladaba –“ciento cincuenta y tantos mil pesos”, dice la madre–, el monto incluía un bono para los sindicalizados. Derechos Humanos determinó en su recomendación que el primero de ellos revictimizó a la exempleada, al atribuirle responsabilidad sobre su propia muerte en declaraciones públicas, en las que sugirió un desacato de órdenes porque “no tomó la ruta acostumbrada”.   

En la presidencia nunca dijeron: sí, fue nuestra responsabilidad, porque todavía su jefe directo era uno que se apellidaba Balderas Becerril… todavía se lo dije al tesorero ese día: ¿cómo puede ser que él que va en cuarto semestre de la carrera sea el jefe, cuando mi hija era licenciada en administración?

“Claro que hay muchos puestos que se dan por dedazo, o porque son familiares de, pero, digo, mi hija entraba a las ocho y media (de la mañana) y salía a las siete, a las ocho (de la noche) y luego le decían que no tenía un compromiso de trabajo. Ella tenía tres hijos que atender”.

Los hijos estudian la secundaria, la preparatoria y la universidad. Los presuntos responsables que, dice la madre de Olayet, han afirmado que actuaron solos, también tienen dos hijos, menores, por quienes han pedido llegar a un acuerdo.

“A mí me estaban diciendo una cantidad (de reparación del daño). ¿Y mi dolor? ¿Y mi pena? Había días que no dormíamos, por no saber dónde estaba, ¿y ahora ellos hablan de desesperación? Como que debieron haberlo pensado antes, ¿ya ahora para qué? Con pagar no van a regresar a mi hija.

La que se la llevó nunca ha dicho ‘me la llevé por esto’. Ella nunca ha dicho nada. Siempre ha estado callada. Y, según, no sé, según ella, dice que va a salir pronto de la cárcel

A un año del crimen, Angélica Cabrera también contó que no les han entregado el seguro del banco donde cobraba la nómina, cuya cuenta tiene 84 centavos, pese a que el día que Olayet fue privada de la libertad era quincena y el dinero de ésta fue depositado.

Únicamente, añadió, recibieron uno por parte del ayuntamiento: “Nos dieron la fabulosa cantidad de 45 mil pesos al esposo de mi hija y a mí, a cada uno. Supuestamente porque la indemnización era doble. Yo dije: ¿tan poquito vale la vida de todos los que están ahí trabajando? Qué pena que los tengan en esas condiciones deplorables”.

La mamá de Olayet mencionó que la defensa de los inculpados busca un acuerdo a través de un inmueble, una casa donde, asegura, la presunta asesina de su hija vivió. Además, explicó, al monto total de reparación de daño se debe descontar los 357 mil pesos del ayuntamiento, que demandó robo agravado.

El motivo del homicidio y ese hurto, insiste, aún no lo conocen, porque los probables responsables no lo han dicho: “Yo a veces me pregunto: ¿cuál fue el pecado de mi hija? ¿Cuál fue su pecado mayor para que se la llevaran y la mataran así?”

No es fácil vivir, subraya. “Hemos seguido la vida porque tenemos que seguirla. No ha sido fácil, ha sido un proceso muy difícil, porque, como le digo, el eje de esta familia, de su marido y de sus hijos, era mi hija.

“Hemos tratado de sobrevivir, y aquí estamos…”.