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"Quiero que pague el infierno que me hizo vivir"

Elisa fue esclavizada, golpeada y violada por Luis Manuel, su expareja quien trabaja actualmente como policía de Azcapotzalco

Escrito en METRÓPOLI el

Elisa se mantuvo oculta en un refugio para víctimas de la Procuraduría General de la República, ya que su esposo quien trabaja como policía de la Secretaría de Seguridad Pública la mantuvo esclavizada, violada y golpeada durante seis años; sin embargo, un año después de haber escapado, la mujer ha alzado la voz para solicitar justicia y que el uniformado pague por el infierno que vivió.

Elisa cuenta que fue en noviembre de 2009 cuando conoció a Luis Manuel Rosales Reyna, un policía de Azcapotzalco y tras un noviazgo de algunos meses se casaron por el civil.

“Me fui a vivir a casa de mis suegros, al fraccionamiento el Laurel en el municipio de Coacalco y el 5 de febrero del 2011, contraje nupcias por la iglesia, y comencé a darme cuenta que Luis Manuel tenía un carácter muy difícil y agresivo”, comentó.

A finales de 2011, Elisa fue testigo de cómo Luis Manuel y su suegro golpearon a su cuñada. Ese día decidió hablar con su esposo para convencerlo y se cambiaran de casa para vivir en la comunidad de Tablas del Pozo; fue cuando comenzaron los ataques.

“Primero, no me permitió seguir trabajando, yo laboraba en el Sistema de Aguas de la Ciudad de México, era supervisora de Obras Hidráulicas, trabajo que deje porque prometió darme una mejor vida y que nada me faltaría y creí en él”, narra.

El infierno apenas había comenzado. Elisa cuenta que su esposo la insultaba, humillaba y prácticamente era su esclava pues ella tenía que bañarlo. Además, presa de los celos, Luis Manuel compró un celular con geolocalizador para saber cada lugar a dónde iba Elisa y le revisaba sus redes sociales.

“Me controlaba el gasto y no me dejaba elegir mi ropa, porque él me la compraba y si gastaba en un dulce, tenía que rendirle cuentas de todo”, platica Elisa.

En el 2012, tras una discusión y haber ido a cenar en la Ciudad de México, Luis Manuel la golpeó en la cabeza y cuando viajaban a bordo de su automóvil de regreso a la altura del poblado de San Pedro Xalostoc, la golpeó de gravedad dentro del automóvil por lo que ella decidió bajarse del vehículo y pedir ayuda, por lo que su padre fue a recogerla.

“Al otro día, se presentó con sus padres a mi casa para que lo perdonara y cometí el error de creer nuevamente en él. Sin embargo, los ataques verbales y físicos siguieron y siempre trataba de no tocar mi rostro, para que no se dieran cuenta que sufría violencia intrafamiliar, me pegaba en las piernas, costillas y estómago, además que en una ocasión me tapó la boca y la nariz mientras me azotaba contra la pared, sentí que quería matarme asfixiándome”, refirió Elisa.

Relató, que así siguieron los maltratos, siempre a puerta cerrada, para que sus padres no se dieran cuenta, y en otras ocasiones la sacaba de su hogar y al transitar por calles obscuras, le pegaba.

Hasta el 27 de mayo del 2016, cerca de las 2 de la tarde que tras golpearla a las afueras de la casa de sus padres, donde les prestaban un cuarto para vivir, que ante la vergüenza que sintió de que le pegaran frente a sus  vecinos en plena calle y por las lesiones de segundo grado que le provocó en piernas, estómago y brazos decidió denunciarlo.

“Fui al  DIF de ahí me mandaron al AMPEVIS  y al Ministerio Público de San Cristóbal, y los hechos quedaron registrados en la Carpeta de Investigación ECO2189/16 y  opté por esconderme, primero  fui a quedarme unos días en casa de mi hermana, y luego con otros familiares, porque él me estaba buscando y yo no quería regresar a ese infierno”, manifestó.

“Ante el temor que me encontrara fue el 14 de junio del 2016, la PGR, me brindó apoyo para que estuviera en un refugio de máxima seguridad para protección de víctimas, esto porque tenía miedo, pues sabía de lo que mi pareja era capaz de hacer, ya que su papá y su tío también fueron policías y están jubilados y temía por mi vida”, insistió Elisa.

Con el paso del tiempo, al no encontrarla, el sujeto abandonó la casa de Tablas del Pozo para volver a vivir con sus padres en Coacalco y anduvo divulgando que Elisa se había ido con otro hombre.

Desde el lugar donde se encontraba oculta, empezó a tramitar su divorcio pero no hubo respuesta, con el argumento que el uniformado no recibía las notificaciones.

Ante esta situación fue el pasado 10 de julio del presente año, que Elisa decidió dejar el refugio y presentarse nuevamente ante las autoridades y exigir justicia.

“Quiero que pague por el infierno que me hizo vivir, fueron seis años de mi vida, que me maltrató y pudo haberme matado, ahora quiero el divorcio y para que no intente atacarme, las autoridades me brindaron protección policíaca, solo quiero vivir en paz y lo quiero lejos de mi vida y que lo obliguen a que firme el documento de separación y que los encargados de la impartición de justicia den solución a su demanda para que reciba el castigo que merece y pague por todas las lesiones que me provocó y que están pendiente por resolver” finalizó.

Con información de A Fondo Estado de México

fmma