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González Calderoni, el poderoso policía que protegió y traicionó al narco

El oscuro comandante de la extinta Policía Judicial Federal, González Calderoni es el más reciente funcionario acusado de recibir sobornos de “El Chapo” Guzmán

Escrito en NACIÓN el

Guillermo González Calderoni fue uno de los comandantes más poderosos de la Policía Judicial Federal, respaldado por políticos, pero también por narcotraficantes, nació en 1949 en la temeraria ciudad de Reynosa, en Tamaulipas.

Su historia contrasta con la extracción humilde de la mayoría de los jefes policiacos mexicanos.

González Calderoni era hijo de una familia acomodada, su padre fue un importante funcionario de Petróleos Mexicanos (Pemex) y su madre, una mujer de origen italiano-estadunidense, tenía a banqueros como parientes cercanos.

A principio de la década de los ochenta comenzó a tener relevancia dentro de las instituciones federales de seguridad, pero alcanzó un poder conmensurable en el sexenio de Carlos de Salinas de Gortari.

Dentro de la Policía Judicial Federal, fue comandante en Monterrey, Ciudad Juárez y Tuxtla Gutiérrez, así como subdelegado en Jalisco y Quintana Roo.

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En la Procuraduría General de la República (PGR), González Calderoni fue Dirección de la División de Investigación contra el Narcotráfico y luego a la Dirección General de Intercepción Aérea, Terrestre y Marítima. E incluso, fue como delegado de la PGR en San Antonio, Texas, en Estados Unidos.

A su vez, lo vincularon siempre con los cárteles de la droga, desde el Cártel de Tijuana, de los Arellano Félix; el Cártel del Golfo y hasta el propio Cártel de Sinaloa.

Lo cierto es que González Calderoni no estaba casado con ninguna organización criminal, sino que se vendía al mejor postor; protegía y traicionaba según el número de cifras tras el signo de pesos.

El conocimiento que tenía sobre el combate al narcotráfico, tanto de autoridades nacionales como estadunidenses, era oro puro para los grupos del crimen organizado.  

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Por más cargos importantes que tuvo, la fortuna que poseía era inexplicable en el marco de lo legal. Su fortuna en bancos estadunidenses ascendía a 4 millones de dólares, sin embargo, otros cálculos aseguraban que en realidad gozaba de 400 millones de dólares.

Varios asesinatos fueron vinculados a Guillermo González Calderoni, entre los que destacan el de Pablo Acosta Villarreal, “El Zorro de Ojinaga”, uno de los primeros capos de la droga y maestro criminal de Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”.

Apoyado por la Administración para el Control de las Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), González Calderoni realizó un operativo que termino con la vida de Acosta Villarreal. Por la muerte de “El Zorro de Ojinaga”, el comandante habría recibido un millón de dólares por el homicidio.

El vínculo cercano con el narcotráfico no exentó al comandante de grandes detenciones, como la de Juan Manuel Pineda Trinidad, uno de los siete barones de la cocaína más buscados del continente; y hasta la del exdirector del Interpol en México, Miguel Aldana Ibarra, acusado de estar involucrado del asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena.

Sin embargo, la detención que le dio reconocimiento internacional fue la de Miguel Ángel Félix Gallardo, el líder del extinto Cártel de Guadalajara. Al igual que Aldaba Ibarra, “El Jefe de Jefes” estaba acusado del asesinado de Camarena.

Lo que pocos sabían era que González Calderoni y Félix Gallardo eran compadres. La escena de la detención fue contada por el Semanario Proceso.  

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Cuando Guillermo acudió al domicilio de “El Jefe de Jefes”, en la calle de Cosmos, en Guadalajara, el capo le preguntó sorprendido “¿Qué pasó comadre?”, a lo que González Calderoni respondió “¡Qué compadre ni qué madres!”, a la vez que le soltaba una cachetada.

La captura de “El Jefe de Jefes” significó la desaparición del Cártel de Guadalajara.

Desaparecían viejos capos, pero nuevos salían a relucir y Guillermo sabía de eso.

La neutralización de “El Zorro de Ojinaga” y de “El Jefe de Jefes” le abrió la puerta a “El Señor de los Cielo” como el máximo capo de las drogas en México.

De acuerdo con Miguel Ángel Martínez, “El Tololoche”, piloto del Cártel de Sinaloa, la organización pagó hasta en tres ocasiones 10 millones de dólares a González Calderoni.

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Las palabras de “El Tololoche” salieron a relucir en el juicio contra Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, líder del Cártel de Sinaloa.   

El cierre de la administración de Salinas de Gortari significó la caída de González Calderoni cuando en 1993 fue acusado de enriquecimiento ilícito, por lo que huyó e Estados Unidos, donde fue detenido.

Pese a los señalamientos y la orden de extradición a México, autoridades estadunidenses lo liberaron.  

Ocho años después, en 2001, y con el PRI fuera del poder, Guillermo González Calderoni decidió comenzar a hablar sobre lo que sabía si lo protegía la justicia mexicana.

Primero, el poderoso comandante salinista acuso al hermano del expresidente, Raúl Salinas de Gortari, de ordenar el asesinato de Francisco Xavier Ovando y Román Gil Heraldez, dos asesores del Cuauhtémoc Cárdenas, entonces candidato presidencial en 1988.

De acuerdo con González Calderoni, Raúl pidió el crimen a Juan García Abrego, ex jefe del cartel del Golfo.

Por su fuera poco, aseguró que el expresidente Carlos Salinas de Gortari tenía en mente mandar a asesinar al propio Cárdenas Solórzano, en febrero de 1994.

Incluso, señaló que él sabía quién había ordenado la muerte de Luis Donaldo Colosio, excandidato presidencial del PRI, en marzo de 1994, y del secretario general del tricolor, José Francisco Ruiz Massieu, el 28 de septiembre de ese mismo año.

Guillermo González Calderoni nunca presentó pruebas de sus señalamientos.

El 5 de febrero de 2003, González Calderoni fue asesinado de un balazo en la cabeza cuando conducía su Mercedes en la ciudad de McAllen, Texas, en Estados Unidos.