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El PRI de Ochoa: Lo recibió mal, lo deja peor

Impugnado desde siempre, Enrique Ochoa fue relevado en uno de los momentos más críticos de la historia del partido

Escrito en NACIÓN el

Se impugnó su nombramiento, se exigió en diferentes momentos su renuncia, se le responsabilizó de los pobres resultados de la campaña presidencial de José Antonio Meade y anoche, a un año 10 meses de su gestión, Enrique Ochoa deja la dirigencia nacional del PRI partido al que le heredó una de sus más profundas crisis.

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Desde su designación en julio de 2016, que fue posible gracias al actual canciller Luis Videgaray y a su cercanía con el presidente Enrique Peña Nieto en cuyo equipo de transición participó, Ochoa Reza se convirtió en uno de los factores que agravaron la división al interior de este instituto político. 

No había cumplido 24 horas como líder del priísmo nacional y ya acumulaba tres impugnaciones contra su designación además de un abierto rechazo de liderazgos del ala tradicionalista que no terminó de aceptar su llegada. Uno de ellos es el exgobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, quien en una carta evidenció la imposición de Ochoa Reza al frente del Revolucionario Institucional

"Con sorpresa que raya en la indignación, los priístas estamos siendo testigos de cómo una vez más se secuestran las decisiones más importantes para el Partido (…) ¿Realmente queremos re posicionarnos en el ánimo de la mayoría de los mexicanos o sólo queremos experimentar con nuevos personajes que ni los militantes, ni quienes no lo son identifican? ¿Por qué no ir a una amplia y abierta consulta a la ciudadanía para elegir a la dirigencia que habrá de ser la responsable de las elecciones de 2017 y, probablemente, del 2018?", cuestionó el ex mandatario estatal en medio de la histórica derrota para su partido que perdió siete  de 12 estados en disputa, cuatro en los cuales gobernó 86 años continuos: Durango, Quintana Roo, Veracruz y Tamaulipas.

La dirigencia de Enrique Ochoa fue difícil de legitimar ante la promoción de al menos tres impugnaciones de priístas que denunciaron vicios en la convocatoria para imponerlo al frente del partido sin considerar la opinión de la base militante. 

Esteban Ruiz Carballido, sobrino de Luis Donaldo Colosio, presentó un recurso de impugnación alegando que la convocatoria estuvo “viciada”. Previamente, la Asociación Democracia 2000 impugnó su registro como candidato a la presidencia del PRI al advertir que no cumplió el requisito de 10 años de militancia pues según sus argumentos, Ochoa Reza renunció al partido en 2003 y se desligó totalmente de él en 2010. El consejero político Armando Barajas líder de Solidaridad, organización adherente al partido, también presentó su propio recurso de apelación. 

Legisladores reprobaron gestión y pidieron cambios en la dirigencia 

En febrero de este año, diputados y senadores expresaron su inconformidad con relación a la forma en que Ochoa Reza lideró el partido; incluso hubo quien pidió la intervención del presidente Enrique Peña Nietocomo primer priísta del país” para hacer cambios en la dirigencia nacional. 

El 13 de febrero, en un desayuno previo al inicio de su sesión ordinaria, diputados federales criticaron al ex titular de la CFE por su falta de pericia para conducir al partido, lo acusaron de “maltratar” a liderazgos, de abandonar a la militancia y de mantener un control absoluto sobre las candidaturas para las elecciones del próximo 1 de julio. 

Los reclamos se hicieron frente al coordinador parlamentario Carlos Iriarte; algunas versiones apuntaban a que se le habría solicitado que exigiera la renuncia de Ochoa Reza, lo que un día más tarde fue desmentido a través de un comunicado. 

Pero dos días después el senador Joel Ayala, líder de la FSTSE, pidió hacer “ajustes” en la dirigencia del Revolucionario Institucional encabezada por Enrique Ochoa. Concretamente llamó al presidente Enrique Peña Nieto como primer priísta del país” a realizar cambios profundos debido a los malos resultados de la campaña de José Antonio Meade. 

Estamos conscientes que hay que afinar, que hay que hacer ajustes, fundamentalmente en la dirección -lo digo abiertamente- en la dirección del Partido Revolucionario Institucional; (el presidente Enrique Peña Nieto) como primer priísta del país tiene en su derecho, acierto y haber, el proponer los ajustes que él considere en la dirigencia nacional de nuestro partido”, manifestó.

Las declaraciones se dieron a pesar de que el coordinador de la bancada del PRI en el Senado, Emilio Gamboa, rechazó que legisladores priistas hayan pedido la renuncia de Enrique Ochoa.  

Agravó la división entre las estructuras de los estados. No logró recobrar la unidad 

La gestión de Enrique Ochoa como dirigente nacional del PRI también impactó a las estructuras estatales. En entidades como Chihuahua, Durango y Baja California hubo críticas en su contra por presuntas imposiciones de dirigentes y control sobre las candidaturas. 

En Chihuahua la senadora Lilia Merodio Reza, hoy candidata a una diputación federal, acusó a su presidente nacional de designar como delegado del CEN a Fernando Moreno para operar en favor de Omar Bazán, presidente del Comité Directivo del PRI en el estado, uno de los hombres que generaba discordia en la militancia y responsable del choque interno entre corrientes. 

La gestión de Omar Bazán con el supuesto respaldo de Ochoa Reza, generó la fuga de liderazgos. A tan solo dos meses de asumir el cargo, cinco presidentes seccionales renunciaron al partido en rechazo a su nombramiento: Eduardo Almeida Navarro, Sergio Aguilar Weber, Raúl San Martín Coronado, Héctor Ricardo López Pérez y Luis Fitzmaurice Castro. 

En Durango la imposición de Luis Enrique Benítez Ojeda desde el PRI central desató la división interna la cual derivó en la renuncia de importantes cuadros en esa entidad, como las de Lourdes Quiñones y Rosauro Meza.

Óscar García Barrón, diputado federal priísta de Durango, alertó que las decisiones tomadas desde el centro provocaron un grave descontento al interior de las filas del tricolor. Y es que el 18 agosto de 2017, Enrique Ochoa Reza acordó con la militancia de Durango impulsar una planilla única para renovar la dirigencia estatal. La fórmula fue encabezada por Luis Enrique Benítez Ojeda y Lourdes Quiñones Canales, quien a la postre renunció por una serie de incumplimientos por parte de su dirigente estatal.

Otro caso de ruptura se registro en Baja California con la designación de David Ruvalcaba Flores como dirigente estatal del PRI, lo que para algunos significó el regreso del “hankismo”, ya que el también dirigente local del Sindicato Industrial de Trabajadores y Artistas de Televisión y Radio (SITATYR) es aliado del exalcalde de Tijuana Jorge Hank Rhon

El líder estatal tomó decisiones supuestamente al amparo de Enrique Ochoa Reza lo que terminó de debilitar al comité estatal. El pasado 10 de enero, David Ruvalcaba designó a tres nuevos dirigentes municipales identificados como aliados de Hank Rhon, con la anuencia de Enrique Ochoa Reza: Adriana López Quintero en Mexicali, esposa de Enrique Acosta Fregoso. En Tijuana se impuso a Alberto Nava López, hijo putativo de Mario Madrigal, aliado cercano del ex alcalde Hank Rhon. Mientras que Abraham Gómez ocupó el liderazgo de Playas de Rosarito.

En Guanajuato, la imposición de candidatos y de la dirigencia estatal desde el PRI central acrecentó el encono entre la militancia tricolor, que no pudo apaciguar el líder nacional del partido, Enrique Ochoa Reza, pese a la designación de delegados especiales que intentaron recobrar la unidad. 

Ochoa advirtió que no cedería a chantajes 

En una visita hecha en septiembre de 2016 a Nuevo León, donde la crisis es tal que la agrupación tricolor identificada con el dirigente estatal Pedro Pablo Treviño, y tribus de oposición se han confrontado violentamente dejando lesionados, Enrique Ochoa advirtió que no cedería a chantajes y pidió a los informes salir del partido.

jamp