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Predicar con el ejemplo, en el uso de la tecnología

Uno de los grandes retos que tenemos es incorporar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación en nuestras actividades cotidianas. | María Elena Estavillo*

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Escrito en OPINIÓN el

Uno de los grandes retos que tenemos como país, es incorporar el uso de las tecnologías de la información y la comunicación en nuestras actividades cotidianas, para mejorar la productividad de las personas y las empresas, multiplicar las oportunidades económicas para todos y llevar servicios de salud, educación, seguridad y cultura a cada rincón y grupo que se ha visto marginado del proceso de desarrollo.

La responsabilidad de liderar este esfuerzo recae en el Estado, y se han tomado muchas acciones en ese sentido, al entender que el principal impulsor del uso de las tecnologías es precisamente el gobierno en todos sus niveles, por su estrecha vinculación con los ciudadanos y por su capacidad de generar dinámicas de adopción tecnológica en todos los sectores de la actividad económica.

Entre las numerosas ventajas que trae el avance tecnológico, algunas están relacionadas con una mayor eficacia en el logro de los objetivos de las instituciones públicas.

Me refiero en esta ocasión a la importancia de que las entidades gubernamentales apliquen las nuevas técnicas analíticas ideadas para el procesamiento de macrodatos o big data, que son conjuntos enormes de datos cuyo manejo es complejo debido a su considerable volumen, variedad e incluso la velocidad a la que se producen.

Reconociendo estas posibilidades, en el año 2014, la Organización de las Naciones Unidas creó un grupo de trabajo sobre macrodatos para estadísticas oficiales, con el fin de explorar los beneficios y desafíos del uso de las nuevas tecnologías y fuentes de datos para generar estadísticas oficiales e indicadores para el seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sustentable.

Entre los temas de estudio que ha abordado este grupo, está el de la generación de índices de precios al consumidor, la identificación de patrones de movilidad, la estimación del volumen de comercio electrónico, la medición de la inclusión financiera y el mapeo de la pobreza.

El aprovechamiento de los macrodatos requiere el trabajo en equipo de expertos de distintas áreas como son la informática, el aprendizaje de máquinas, la estadística y la economía del comportamiento.

No es raro leer sobre las ventajas que trae a las empresas el uso de macrodatos, pero casi nunca nos detenemos a pensar que el gobierno puede lograr beneficios comparables de estas técnicas.

Un ejemplo de ello, es su posible utilización en relación con las investigaciones en materia de competencia económica, para contar con elementos complementarios a los que tradicionalmente se incorporan en estos procedimientos, junto a la evidencia electrónica, que es una de las adiciones más recientes que ha propiciado la tecnología.

Las empresas de bienes y servicios, así como las consultoras especializadas ya usan macrodatos para generar inteligencia de mercados en una amplia variedad de aplicaciones.

Para este fin, además de recurrir a las estadísticas oficiales o las generadas por otro tipo de organizaciones, analizan también la información contenida en múltiples bases de datos, reportes especializados y redes sociales.

De la misma forma, las autoridades de competencia podrían aplicar estas técnicas para enriquecer el conocimiento que se tiene de los mercados, considerando que simplemente algunos datos no se miden en las estadísticas oficiales, que frecuentemente existen limitaciones en la información disponible o que la producción de datos a la medida mediante esquemas tradicionales como las encuestas es oneroso y tardado.

El procesamiento de macrodatos puede contribuir a precisar, por ejemplo, el grado de sustitución entre bienes o servicios al indagar sobre la percepción de los consumidores, sus decisiones de consumo, los objetos de sus búsquedas o la comparación de precios. También podría ser útil para definir el alcance geográfico de los mercados relevantes, identificar particularidades de los intercambios locales, así como para identificar mercados relacionados.

Igualmente, a través del procesamiento de datos relacionados con quejas formales e informales, así como comentarios sobre la calidad de los servicios o cumplimiento de contratos, que pueden ubicarse en las redes sociales o en otras fuentes, es posible detectar la existencia de conductas anticompetitivas, ya sea para iniciar de oficio la acción de las autoridades o para sustentar investigaciones en curso.

Aplicar estas técnicas implica retos importantes para las autoridades de competencia, por la necesidad de construir nuevas habilidades, al mismo tiempo que se plantea una profunda reflexión sobre los mecanismos que permitan usar los datos protegiendo la privacidad de las personas y salvaguardando la información privilegiada.

* Comisionada del IFT y presidenta de la red de mujeres CONECTADAS. Las opiniones expresadas son a título personal y no deben entenderse como una posición institucional.

No hay seguridad digital con pensamiento analógico

@elenaestavillo | @OpinionLSR | @lasillarota