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Poca participación de familiares de desaparecidos en campaña de identificación

Estas muestras permitirían integrar un banco de datos genéticos que puedan cotejarse con los cadáveres que llegan al Servicio Médico Forense de Guerrero

Escrito en ESTADOS el


Entre las 17 familias de desaparecidos de la Montaña baja que llegaron este viernes  al centro de salud de la alameda en Chilpancingo a que les sacaran las muestras de sangre para integrar un banco genético que les sirva para la identificación de los suyos, están las de Guillermo Limpia Torres y José Lauro Limpia Tolentino, y de Juan Campos Regino, choferes de unas camionetas pasajeras de la ruta Alcozacán-Chilapa, a quienes se los llevaron unos hombres el 25 de febrero de 2015 y desde entonces no se sabe de ellos.

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María Guadalupe Tepetitlan Tolentino, es madre y esposa de José Lauro y Guillermo, y al esperar su turno para la muestra narró que hace tres años, del terreno habilitado como base de las camionetas pasajeras, ubicado cerca del nuevo mercado de Chilapa, se  llevaron ambos. 

Poco habla español, pero en oraciones cortas dijo que en ese mismo episodio también desaparecieron otros dos choferes, uno de ellos Juan Campos Regino, y otro de quien no dio información. En total, desaparecieron a cuatro.

María Guadalupe es una mujer de 43 años, originaria de Alcozacán, un pueblo nahua, donde sigue viviendo con su otro hijo, Axtel, un adolescente de 16 años que estudia segundo año de preparatoria, y para quien pidió una pelota que madres, esposas o hermanas de otros desaparecidos organizadas en colectivos de Chilpancingo, repartieron entre los niños que llegaron al centro de salud. 

También comentó que unos días después de la desaparición, les reportaron que la camioneta pasajera en la que se los llevaron estaba en un corralón de carros de Chilapa.

Cuando se lo llevaron, José Lauro tenía 22 años, y el Colectivo Morelos, organización que respalda a familiares de desaparecidos, lo identificó como un joven que fue migrante en los Estados Unidos y que su desaparición ocurrió al poco tiempo de estar de vuelta en Chilapa.

Paula Ahuejote Gutiérrez, esposa de Juan Campos Regino, dijo más sobre la desaparición de los choferes, aunque a través de una intérprete, porque su idioma es el náhuatl. 

Ese 25 de febrero, ella vino a Chilapa de Tsompeltepec, con su marido, para comprar alimentos en el mercado, y él se quedó, con los otros tres choferes desaparecidos, limpiando el predio que habilitaron como base de las camionetas pasajeras de la ruta que incluye su pueblo.

Ella sí supo algo del cuarto chofer desaparecido, lo llamó Beto. Después de un rato, terminó de comprar y se encontró con su marido en el puente del Súper Che, una tienda de autoservicios por donde se ubica la base, y él le dijo que lo esperara ahí, que volvería a las camionetas con sus compañeros, y pasaría por ella.
Ese es la última vez que lo vio.
Paula Ahuejote supo más adelante, días después de la desaparición, por gente que estuvo en la base, que cuando se preparaba la camioneta de Guillermo y su hijo José Lauro para salir cargada de pasaje, llegaron unos hombres, ocho en total, y les dijeron a los pasajeros que se llevarían la camioneta a una revisión, que regresarían más tarde.

Los hombres también comentaron, según la versión que conoció Paula, que quienes se quisieran quedar e ir con ellos, podían hacerlo, pero que los choferes tenían que acompañarlos. En la camioneta, en condición de pasajera, estaba la pareja de José Lauro, y ella también se bajó, como la mayoría, a esperar que volvieran. No han vuelto desde entonces.

Historias como éstas se repiten en el grupo de la familias de la Montaña baja de Guerrero, que comprende Chilapa, Zitlala y Atlixtac, los municipios de donde provenían.
También tienen similitud con las otras tantas familias que acudieron de distintos sitios de la región Centro a este lugar, o a las que fueron a las sedes de Acapulco e Iguala.

La campaña de toma de muestras para identificación a cargo de la Unidad Científica de la Policía Federal, que consiguieron familiares de desaparecidos después de una huelga de hambre en la Secretaría de Gobernación, inició el lunes pasado y concluyó este sábado en estos tres municipios.

María Guadalupe Rodríguez Narciso, representante del Colectivo de Familiares de Desaparecidos y Asesinados de Chilpancingo, informó que durante esta semana de campaña acudieron al centro de  salud de la ciudad unas 200 familias, lo que le parece una cifra pequeña para la cantidad de personas desaparecidas que existen en la región, pero valoró que muchos de los familiares tienen miedo y ni siquiera han acudido a presentar una denuncia formal.

Estas muestras permitirían integrar un banco de datos genéticos que puedan cotejarse con los cadáveres que llegan al Servicio Médico Forense de Guerrero.

Entre el bloque de 200 familias que dejaron sus muestras para identificación, está el grupo de 17 de la Montaña baja.


 

 



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