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Yo amo Coyoacán

Alguien que privatiza la calle se opone a una herramienta que en realidad la vuelve pública: los parquímetros. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

A pesar de que el conflicto vecinal más sonado en las últimas semanas es la extensión del Metrobús por el Eje 1 Poniente, tengo la impresión de que en Coyoacán hay más mantas de vecinos oponiéndose a los parquímetros. Todas estas manipulando con la frase “Yo amo Coyoacán, No Parquímetros”.

Hace unos días, en plena temporada navideña, presencié el diálogo entre un automovilista que buscaba dónde estacionar y un franelero que le ofrecía un lugar:

– ¿Quiere un lugar?

– Sí, pero gratis

– Gratis hasta la Prepa 6

Metros más adelante, sobre la misma calle, Cuauhtémoc, en una casa se exhibían dos carteles de “Yo amo a Coyoacán: No a la privatización del espacio público”. Fuera de esta casa había una escuadra de acero, de esas que los vecinos usan para apropiarse del lugar de estacionamiento frente a su ventana. Alguien que privatiza la calle se opone a una herramienta que en realidad la vuelve pública: los parquímetros.

Seamos claros, las privatizaciones del espacio público por la informalidad son constantes en el Centro Histórico de Coyoacán y en el resto de la ciudad: por vendedores en vía pública, vecinos y franeleros apartando lugares, manifestantes, entre otras expresiones. Poner parquímetros sí reduce o elimina la especulación de los espacios de estacionamiento por franeleros.

Yo amo Coyoacán. Estudié en la Escuela Superior de Música, en la Facultad de Música de la UNAM, en la Facultad de Economía de Ciudad Universitaria, he vivido más de 12 años en esta demarcación y ahora habito en su centro histórico. Estoy convencido de que los parquímetros son una herramienta útil para la conservación de Coyoacán, pero que la propuesta debe ser diseñada con mucho cuidado.

Por ejemplo, en el modelo de parquímetros de Ciudad de México no hemos hecho la diferenciación de calles residenciales. No es lo mismo transitar y estacionarse en una calle que atraviesa Coyoacán como Xicoténcatl, que hacerlo en Real de San Lucas; en el primer caso debe haber parquímetros, en el segundo podría haber alguna restricción para autos ajenos al barrio de San Lucas.

Toda nuestra normatividad de estacionamiento está basada en dos tipos de vialidades, las vías primarias y de acceso controlado, donde se prohíbe; y las vías secundarias, en las que sí está permitido. De manera práctica algunas avenidas podrían tener estacionamiento, incluso en batería, según el horario o sentido de circulación; por otro lado, podríamos diferenciar vías secundarias y terciarias, o colectoras y residenciales, y con ello permitir el estacionamiento público pero con parquímetro, en unas, y restringir el estacionamiento para que sólo sea aprovechado por residentes, en otras.

Por otro lado, pensar que el parquímetro se limite a un mueble visible desde lejos, también representa una cuadratura que puede modificarse. En algunas ciudades se está utilizando el envío de SMS para pagar el parquímetro, pero esta tecnología corre el riesgo de que no opere en tiempo real, lo que afecta a los usuarios o a la recaudación; también se pueden utilizar códigos QR, aplicaciones y otros elementos menos vistosos, que ayuden a la preservación de zonas patrimoniales. Incluso, los actuales “franeleros” pueden convertirse en operadores del sistema, lo que los convertiría en empleados formales en vez de desempleados.

Siendo Coyoacán una de las zonas más visitadas de la ciudad, es increíble que las banquetas de calles como Hidalgo, Centenario, Aguayo y Allende, entre otras, sean angostas. No hace mucho la Alcaldía Coyoacán reemplazó banquetas en Hidalgo para dejarlas igual de angostas y sin accesibilidad para sillas de ruedas: esos son los proyectos que deben financiar los parquímetros, la ampliación y mejora del espacio público.

Por otro lado, sé que muchos se oponen a las empresas operadoras, a las posibles ganancias excesivas o a que, de manera simple, una empresa privada gane por lo que los automovilistas pagan al estacionarse en la vía pública. Aún en esos casos puede haber soluciones gestionadas ya sea por cooperativas vecinales o de manera directa por la autoridad, subrogando ciertos servicios (de hecho este modelo es el que opera en las colonias Cuauhtémoc y Juárez).

Entiendo bien que los parquímetros enfrentan un desgaste entre la población porque no en todos los casos se han visto las inversiones prometidas cuando se instalaron. En el caso de Benito Juárez, por ejemplo, sólo en San José Insurgentes se invirtieron recursos de parquímetros, en los demás casos el dinero se regresó a la Secretaría de Finanzas, lo mismo en Roma, Polanco, Anzures y Lomas.

El Gobierno de Ciudad de México debiera dar certeza en esta materia, marcando nuevas reglas que ordenen el estacionamiento, generen recursos para el espacio público y den certeza a los vecinos, fideicomitiendo los recursos en vez de enviarlos a una bolsa común, que se ha convertido en una bola de nieve para el presupuesto público porque los recursos adeudados a las colonias son enormes.