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Ya no es un secreto y se tiene que actuar

Existen patrones que se repiten. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

En las últimas semanas prácticamente toda la atención se ha centrado en las elecciones y sus resultados, así como en las diversas interpretaciones y posibles repercusiones que podrán tener, descuidando muchos otros temas que también revisten una gran importancia, y en algunos casos demandan se les atienda a la mayor brevedad.

Hace aproximadamente quince días se difundió un informe sobre la investigación que durante más de 10 años realizó la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia (ODI), en el que describe una trama de violencia sexual infantil organizada que se detectó en cuando menos 18 escuelas públicas y privadas ubicadas en siete entidades federativas (Baja California, Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Morelos, Oaxaca y San Luis Potosí)  y, a pesar de que se han presentados las denuncias correspondientes, hasta el momento sigue prevaleciendo la impunidad.

Para darnos una idea de la gravedad de los hallazgos de la ODI, se consignan diversos testimonios de menores de edad en diferentes escuelas, quienes narraron que adultos los tocaban o los obligaban a tocarse, en otros casos fueron agredidos sexualmente delante de sus compañeros, también refieren haber sido grabados o que les tomaban fotos, los obligaban a disfrazarse como animales y a ladrar, los ponían a jugar al “trenecito” o a los “perritos”, en algunos casos los penetraban con basura como papeles sucios, se utilizaban heces, orina o vómito, les picaban las manos y los pies, o los amarraban. Parece una novela o película de terror, pero desgraciadamente son historias que forman parte de una realidad que no debemos evadir.

Tan sólo en una escuela de la Ciudad de México se identificaron a 49 víctimas de violencia sexual, y en estos hechos participaron alrededor de 11 personas entre las que estaba la directora, maestras y trabajadores de intendencia quienes llevaban a las y los alumnos a diferentes lugares en los que se encontraban con otros adultos así como niñas y niños presumiblemente de otras escuelas. Cabe mencionar que se trataba de nivel preescolar por lo que las y los pequeños ultrajados tenían 3 o 4 años.

Entre los obstáculos que ha enfrentado la ODI para lograr la intervención de las autoridades, se encuentra la dificultad para que la acepten como parte interesada por no ser víctimas directas, la SEP ha optado por realizar investigaciones internas sin presentar denuncias ante el ministerio público, o que las investigaciones se circunscriben a un caso particular sin tomar en cuenta que existen patrones que se repiten en el mismo plantel o incluso en varias escuelas.

Las revelaciones del informe “Es un secreto, la explotación sexual en escuelas” son brutales, por lo que resulta inexplicable la indiferencia gubernamental y de la misma sociedad. De hecho, a pregunta expresa durante una conferencia mañanera, el presidente se limitó a decir que es reprobable, que la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana está pendiente, y que pedirá a su titular que dé a conocer lo que se está haciendo para proteger a mujeres niñas y niños.

Aún más sorprendente es que hace unos días se hizo público que la SEP suspendió algunos programas por falta de presupuesto, lo que afecta la aplicación de los protocolos para atender el abuso sexual y acoso en los planteles educativos, siendo que uno de los principales problemas que se detectaron, es que las escuelas carecen de supervisión efectiva, ya que de otra forma no sería posible que “en múltiples escuelas los niños y niñas sufran violencia sexual de manera cotidiana y masiva a tal escala que resulta insostenible que fuera un asunto oculto”. Existen elementos para presumir que no se trata de casos aislados e independientes entre sí, sino que al estar ante un patrón delictivo que se replica, todo apunta a que se trata de redes de depredadores sexuales que generalmente actúan con total impunidad. Si esto no demanda la intervención urgente de las autoridades al más alto nivel, y no provoca la mayor indignación y exigencia por parte de la sociedad, estaríamos ante una crisis moral de enorme dimensión. Esto ya no es un secreto y se tiene que actuar.