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¡Ya basta!

Es tiempo de decir ¡Ya basta! Y hay que hacerlo antes de que se desembalse un baño de sangre en San Cristóbal de Las Casas. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

La chiapaneca Paula Ruiz de los Santos fotografió a su asesino segundos antes que este disparara el arma que sostenía en la mano derecha. Lo encaró tras el robo de la moto de su hijo y accionó la cámara del celular para tener evidencias pero fue su fin.

El hombre permaneció plantado, sentado en la moto de amortiguadores blancos, sosteniéndose con la punta del pie derecho. Los tenis blancos sobresalen, el pantalón ajustado y la chamarra negra con el cierre hasta arriba.

El cubreboca habría de camuflar el rostro, pero su mirada asesina será recordada por todos ya que grafica el alto grado de inseguridad que hay en la gélida Ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.

Ruiz de los Santos, de 41 años, la recepcionista de un hotel del antiguo pueblo mágico es hoy, lamentablemente, una estadística de fallecidas a manos de hordas asesinas que asuelan el Valle de Jovel.

Quedará en el subconsciente colectivo el coraje de una mujer que no se inmutó ante el grito de “¡Dispárale!, que exclamó el copiloto y acompañante del ladrón de motos.

Paula intentaba, junto con su hijo Miguel Alejandro, recuperar la moto robada momentos antes. No tuvo miedo y esa debe ser una poderosa razón ciudadana para protestar, para exigir justicia y cárcel para sus asesinos.

El portal Foro Chiapaneco relató que Rocío, la Policía Municipal, fue la primera en llegar al lugar. Conmovida al ver a Paula desangrándose, pidió una ambulancia. Fue la unidad de la Cruz Roja Mexicana CHIS-16, al mando de Cristina López Mesa, la que la trasladó al hospital de Las Culturas. Era casi medianoche del sábado.

Momentos antes Paula y su hijo mayor Miguel Alejandro, habían salido del hotel "El Encanto" donde ella laboraba como recepcionista, según narra.

Miguel dejó su motocicleta marca Itálika Ft150 cerca, sobre la Avenida Cresencio Rosas y calle Álvaro Obregón, afuera de la tienda "Vicky".

Madre e hijo salieron a la calle para abordar su motocicleta e irse a casa. Pero la motocicleta ya no estaba en el lugar. Caminaron buscando alrededor y cerca, en la misma calle Álvaro Obregón y callejón Miguel Hidalgo, observaron su moto que era arrastrada por un desconocido.

Siguieron al ladrón que intentaba quitarle el seguro a la motocicleta. En el citado callejón estaba un cómplice, a bordo de otra motocicleta, de acuerdo con la crónica.

Paula y Miguel Alejandro encararon a los ladrones. Exigieron les devolvieran su biciclo. El que tenía la moto robada se resignó a retirarse. Subió a la motocicleta de su compañero, el cual sacó una pistola y apuntó a Miguel Alejandro.

 — Vete compa o te quiebro—, le dijo.

No se fueron. Paula se armó de valor y tomó una foto con su celular a los ladrones. Esto encendió la ira del facineroso armado que le dio el arma al copiloto, avanzó un poco y cuando estaban a escasos dos metros el piloto gritó al copiloto: "¡Dispárale!".

La detonación rompió el silencio de la noche y el proyectil perforó el pecho de Paula. La bala dio muy cerca del corazón.

Los agresores huyeron dejando la moto robada. Paula y Miguel Alejandro incluso caminaron un tramo. Pero ella se desplomó luego. La ambulancia llegó, trasladaron a la lesionada, pero Paula perdió la vida en el nosocomio.

Miguel Alejandro, hijo de Paula, relató que dejó estacionada su motocicleta tipo Italika motor 150 de color amarillo, sobre la calle Crescencio Rosas esquina con calle Álvaro Obregón y se dirigió al hotel donde su madre se desempeñaba como recepcionista.

Al salir, la motocicleta ya no se encontraba. La buscaron y en la calle Álvaro Obregón y callejón Miguel Hidalgo vieron a una persona del sexo masculino que la llevaba jalando. Un cómplice lo esperaba a bordo de otra motocicleta.

Paula y Miguel Alejandro exigieron la entrega de su motocicleta. Uno de los ladrones sacó un arma de fuego y disparó contra Paula, que fue llevada al hospital de Las Culturas, donde finalmente perdió la vida,

El fiscal del Ministerio Público en turno desahogó las diligencias necesarias para iniciar con la carpeta de investigación.

San Cristóbal de las Casas, una ciudad colonial de casas con tejas de barro y algunas con paredes de adobe es hoy presa de la inseguridad. Ahí opera el crimen organizado y una banda denominada “Los Motonetas”, que según expresiones populares fue armado al amparo de anteriores gobiernos municipales.

Existe un reclamo ciudadano: elaborar un proyecto de seguridad pero la actual administración, que preside Mariano Díaz Ochoa no ha podido con el encargo y, más bien, se somete al capricho de grupos de poder, indígenas y delincuentes.

En Chiapas al igual que en todo el país se debe legislar para que quienes se desplazan en motocicletas lo hagan con cascos y chalecos que tengan números fosforescentes que los identifiquen.

Los legisladores, sin embargo, están entretenidos en temas más domésticos que en dar leyes que garanticen la seguridad ciudadana y las corporaciones policiales poco a poco van siendo rebasadas por la delincuencia que se ha asentado en el sur.

Es tiempo de decir ¡Ya basta! Y hay que hacerlo antes de que se desembalse el baño de sangre en el mayor centro urbano de la zona de Los Altos de Chiapas, que fuera fundada por el conquistador español Diego de Mazariegos.