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¿Y los muertos?

La propuesta de "abrazos, no balazos” es un fiasco. La delincuencia organizada tiene arrinconado al gobierno. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

El principio que establece, desde 1660, que "sin cadáver no hay delito” es usado por el presidente Andrés Manuel López Obrador para blindarse frente a la crítica y rechazar que México se está tiñendo de sangre.

México supera los 100 mil homicidios dolosos en los primeros tres años del gobierno de la 4T, según un informe sobre “Crimen organizado y violencia en México”, elaborado por la organización Justice in Mexico.

Pero el gobierno rechaza una y otra vez que haya acoso y crímenes contra periodistas aunque los persiga abiertamente y descarta que haya una ola de feminicidios o zonas liberadas del narcotráfico. 

La sensación generalizada es que México marcha a la deriva y que López Obrador no ha podido gobernar y sigue culpando de lo que sucede en el país a la “mafia del poder”, olvidando el actual jefe de Estado que quien lleva las riendas es él y nadie más.

Dos recientes escándalos: la muerte de 17 personas en Michoacán, cuyos restos desaparecieron y se lavó la escena del crimen con agua y jabón y los enfrentamientos, el último fin de semana, en Querétaro entre barristas del fútbol revelan que el país ya es un caos.

La inexpugnable industria del fútbol es tan poderosa como la del narcotráfico y tras los enfrentamientos, entre las barras del Atlas y Querétaro, en el estadio Corregidora, se lavará la sangre y se insistirá en los otros “datos” que tiene el presidente.

Las autoridades de Querétaro ya han salido a desmentir la muerte de 17 personas, durante el partido de fútbol en el estadio La Corregidora, a pesar de videos, testimonios de espectadores y fotografías que dan otra versión.

No cabe duda que el multimillonario negocio del balompié puede llevar al ocultamiento de información y no es lejana la posibilidad que suelten mucho dinero para que algunos medios de comunicación, que se benefician de la publicidad, no difundan nada y todo quede en lo oscurito.

El grave incidente de Querétaro donde se ve a algunos barristas con navajas, piedras, picahielos y radios de comunicación revela que fue una encerrona contra los simpatizantes del Atlas.

Pero cínicamente el gobierno niega lo que ya es inocultable en las redes sociales: De que hubo violencia y alguien la patrocinó.

Y así como desmintió que un comando atacó a los asistentes en un velorio en la población de San José de Gracia, donde se registraron 17 personas fallecidas, de acuerdo con reportes de prensa, de igual manera ahora se niega que se hayan perdido vidas en el estadio.

López Obrador está cosechando tempestades de los vientos que él ha sembrado al dividir al país, al enfrentarse a la prensa, al descalificar a la clase política opositora, a los empresarios y pelearse con todo el mundo.

Argumentan muchos que el gobierno de López Obrador no tiene nada que ver con lo sucedido en el estadio Corregidora o con las muertes de Michoacán. Pero esto es el resultado de la famosa política del pañuelo blanco y de un gobierno debilucho, arcaico y desvencijado.

Luis Mayor, analista y político, indica respecto a los incidentes de Corregidora que analizando detenidamente foto por foto y video por video lo sucedido en Querétaro, uno puede llegar a la conclusión de que no se trató de una espontánea riña entre porras rivales, todo apunta a un acto planeado, premeditado y ordenado con alguna finalidad.

¿Por qué algunos de los que iniciaron las agresiones (presuntos aficionados del Querétaro) portaban radios de comunicación y armas en el interior del estadio?, preguntó.

¿Por qué varios elementos de la seguridad del estadio abrieron los accesos para que los agresores golpearan a los aficionados del Atlas y por qué también los mismos elementos de seguridad participaron activamente golpeando a los aficionados del Atlas?

Esto está documentado en varios videos y en el testimonio de varios aficionados del Atlas que fueron entrevistados por TV Azteca al salir del hospital.

Casualmente, indicó,  los hechos se desatan el mismo día en que surge el escándalo de los audios que demuestran la corrupción y la complicidad entre el Fiscal General de la República, Gertz Manero y magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 

Curiosamente los actos violentos suceden en un estado tradicionalmente pacífico como Querétaro, gobernado por el PAN. Irónicamente los actos violentos se dan en una ciudad, Querétaro, que se ha caracterizado —al igual que Mérida— como una de las ciudades más sanas, respetuosas y seguras del país.

Durante toda la mañana y parte de la tarde del sábado, día de los enfrentamientos en Querétaro, se habló muchísimo del escándalo del Fiscal Gertz Manero, pero luego de lo acontecido en Querétaro, el tema se diluyó y quedó eclipsado por la violencia en el estadio. 

El mismo AMLO seguramente culpará a los gobiernos anteriores por la violencia en Querétaro, culpará al gobierno panista de Querétaro y no soltará el tema, lo agarraron como bandera para distraer el tema de Gertz Manero y para golpear a un estado gobernado por la oposición.

Una mente perversa y maquiavélica es capaz de eso y muchísimo más en México, uno de los países más letales del mundo para ejercer el periodismo, donde los muertos se levantan, salen caminando, se esfuman y no pasa nada.

La propuesta de "abrazos, no balazos” es un fiasco. La delincuencia organizada tiene arrinconado al gobierno y en regiones del sur, donde antes tenían mínima presencia ahora ya cobran derecho de piso.

Es tiempo que López Obrador deje la presidencia y se vaya a descansar a su rancho de Palenque, Chiapas porque al país, a estas alturas, ya de poco le sirve.