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Y ahora qué

Así como aprendimos que la democracia no lo resuelve todo, es obvio que es la mejor manera de organizarnos. | Ulises Castellanos

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Escrito en OPINIÓN el

Hace poco más de dos décadas, los mexicanos fuimos testigos de la primera transición democrática en nuestro país. Lo increíble se convirtió en realidad. El 2 de julio del año 2000 terminó la era del partido único y se inauguró una nueva época política en México. Aquella noche cerrábamos la edición de Proceso con una imagen de José Manuel Jiménez, joven fotógrafo que hacía su servicio social en la revista y que ese día se ganó su contrato con nosotros, cuando yo dirigía el departamento de foto en Proceso.

Esta foto con el ataúd del PRI, siendo cargado por miles de brazos anónimos en el Ángel de la Independencia, le dio la vuelta al mundo. Esta imagen sintetizaba tres pilares de una foto emblemática. Un momento histórico y una escena insólita, en un contexto extraordinario.

Los mexicanos aprendimos que el voto era una herramienta clave para el cambio y una esperanza para un mejor futuro. La realidad, con el tiempo, también nos demostró que el cambio en la Presidencia no lo soluciona todo ni lo puede todo. La presidencia de Fox fue un fracaso, pero quizá su único logro fue sacar al PRI de Los Pinos.

Foto: José Manuel Jiménez

En aquel entonces, los medios de comunicación entrábamos al siglo XXI con plena salud económica y referencia obligada para una sociedad cada vez mejor informada y más participativa. Terminaba también una época en los noticieros de Televisa y su monopolio en la información electrónica nacional.

Con los años, vendrían cambios dramáticos en ese mundo. Aunque el internet ya era una realidad, su potencial de penetración se expandió con la llegada de los teléfonos inteligentes, la red inalámbrica y móvil, para profundizarse con la explosión de redes sociales en la primera década de este siglo.

Esta fotografía sintetiza un momento clave en la política mexicana, pero también marca un punto de consolidación del quehacer periodístico que se reflejaba en el agotamiento de nuestros altos tirajes de venta en aquella época. Miles de jóvenes soñaban con ser fotoperiodistas y conocer el mundo. Había la perspectiva de un futuro razonable en ese sector. Sin embargo, la realidad se impondría años después. 

Por ello, lo que alguna vez fue el “monopolio” de la información asentada en los periodistas profesionales de principios de siglo, se ha desgastado, devaluado y pulverizado con la proliferación de dispositivos móviles en las manos de cada ciudadano e información de mediana calidad totalmente gratis.

Hoy el fotoperiodista profesional compite con miles o decenas de miles de improvisados fotógrafos en cualquier hecho social o desastre natural. Incluso las primeras imágenes de cualquier desastre ya nunca son exclusivas de nadie. Las cámaras incluso sin humanos nos reportan en dos segundos el video de cualquier evento trágico.

Nuestra generación de periodistas vivió un periodo privilegiado en los medios, viajes, buenos salarios y respetabilidad aceptable entre la sociedad. Trascendencia y valoración pública, factores claves para nuestro desarrollo. 

Hoy la cosa es distinta, las audiencias se fragmentan cada segundo, las fake news inundan las redes, cualquiera se siente periodista y además puede difundir sus “revelaciones”. Hoy el público se informa igual en un portal que por Whats, y casi les cree de la misma manera a su tía que a un periodista con trayectoria intachable. 

Así como aprendimos que la democracia no lo resuelve todo, es obvio que es la mejor manera de organizarnos. El triunfo de Andrés Manuel López Obrador, que ayer cumplió tres años de haber sido electo presidente, es prueba de ello. Pero falta mucho por hacer. Imagino que en el terreno de los medios y su relación con la sociedad, mejorará con el tiempo y se estabilizará cada quien en sus nichos, pero para ello cruzaremos años de desgaste e incertidumbre en el modelo de negocio, antes de que se consolide como realmente viable. 

En cualquier caso, ahora que se cumplen 21 años de esta imagen y su mensaje de cambio nacional, celebro también este par de décadas en las que hemos visto casi de todo en el ámbito político y periodístico. Vivimos tiempos extraordinarios.

Hoy que somos literalmente sobrevivientes entre pandemias, quiero hacer un reconocimiento a todos los que han contribuido a tener un mejor país en el ámbito político, periodístico y social. México merece un gran futuro.