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Voto amenazado

Con la ley en la mano se gobierna y no amenazando con dejar sueltos a los tigres | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

Ni Andrés Manuel López Obrador, ni Ricardo Anaya y mucho menos José Antonio Meade Kuribreña garantizan la transformación profunda de México. Tan malos los pintos como el colorado. 

Pero, de todos, el mal menor es AMLO aunque la falta de transparencia en su accionar político genera dudas de si sería un buen presidente en caso de que el voto lo favorezca.

Se ha querido satanizar al candidato de Morena; se le compara con los fallecidos Fidel Castro (Cuba) y Hugo Chávez (Venezuela). Tampoco, tampoco. No es para tanto. Tiene sus arrebatos y a todos los que difieren de su forma de pensar los llama seguidores o miembros de la “mafia del poder”. Ha habido, a lo largo de estas últimas décadas, una especie de intolerancia de su parte. Parece que ha madurado en su pensamiento político.

El país no se puede gobernar bajo la óptica del rencor y la amenaza. Esta nación requiere de un pacto de gobernabilidad que ayude a sacarlo del atraso, la marginación, la pobreza y poner tras las rejas a los ladrones de cuello y corbata que extraen millonarias sumas de dinero de las arcas de la federación, y también encerrar a los que hurtan bajos montos.

Con la ley en la mano se gobierna y no amenazando con dejar sueltos a los tigres. México requiere de un liderazgo a toda prueba, regido por la Constitución, lejos del chantaje político. Nadie está por encima de la ley.

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Las urnas serán el mejor termómetro. Ahí medirán fuerzas AMLO, Anaya y Meade. Los demás no figuran y no son alternativa de cambio o continuidad. 

Los mexicanos acudiremos a votar bajo la amenaza de seguir en una especie de inercia y empobrecimiento o aventurarnos a dar un viraje. Ambos escenarios son inciertos.

Lo que sí conspira contra el desarrollo de México es el robo descarado de recursos que realizan algunos gobernadores y la fuga mil-millonaria de dinero desde diversas secretarías. Hace falta más transparencia, mayor fiscalización, mejor participación ciudadana y responsabilidad social.

Hay dos opciones: o votamos o no sufragamos por ninguno de los candidatos que, la verdad, no convencen. La perorata y queja constante de López Obrador ya cansa y las acusaciones contra Anaya de que es corrupto nos llevan a la conclusión de que estamos más que jodidos. En este escenario no la tiene nada fácil José Meade, a quien se le responsabiliza, por su parte, de los incrementos de los carburantes. Mitad verdad, mitad mentira.

Como solamente hay de chile y de manteca, toca evaluar quién tiene las mejores cartas credenciales en el campo de la transparencia personal, la academia y su proyecto de nación para México. 

Es cierto, no podemos andar experimentando cada seis años. Pero no hay de otra. Tan malos han salido los priístas como pésimos los panistas y queda el beneficio de la duda si con López Obrador realmente serán mejores las cosas o nos enfrentaremos realmente a un caudillo con tintes de dictador y si esto se convertirá en Venezuela, con escasez de alimentos y persecución contra los disidentes políticos como ha ocurrido en la Cuba de los Castro.

Aquí no hay para donde irse. Pero mientras eso sucede y como este es el “Año de Hidalgo”, bajo el argumento de que es “tonto el que deje algo” ya se empezaron a vaciar las arcas de diversos estados. En Chiapas, por ejemplo, no hay recursos para pagarle a proveedores, se ha prostituido la política con el “chapulinazgo”, es decir, la brincadera de los políticos de un partido a otro y como no hay un gobierno de mano firme, todos hacen lo que les viene en gana.

No hay un solo día en que maestros, estudiantes, campesinos e indígenas no salgan a tomar carreteras o bloquear las calles de ciudades como Tuxtla Gutiérrez o Tapachula para exigir desde salarios hasta atención médica o fuentes de empleo.

Al gobernador Manuel Velasco Coello le quedó grande el encargo y decepcionó a los chiapanecos, como decepcionados están los ciudadanos de otros estados como Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca o Guerrero donde los gobernadores han llegado a servirse menospreciando la voluntad popular.

Por eso hay que hacer un ajuste en la ruta y analizar si realmente quienes quieren ser diputados locales, alcaldes, gobernadores o presidentes de la República son gente honesta y garantizan la gobernabilidad. El país ya no da para más. Hay una especie de cansancio social. Pero siguen de tercos los políticos queriendo torcerle la cola al tigre que esperemos no despierte porque muchos saldrán afectados.

Hay solo dos rutas: la de la transformación profunda, ordenada con un pacto de gobernabilidad o la de los tigres sueltos.

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@JLCastillejos | @OpinionLSR | @lasillarota