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Votar para decidir

Hoy da la impresión que están más sancionados los actos anticipados de precampaña y campaña por menores que sean, que un mal gobierno.

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Escrito en OPINIÓN el

El sistema electoral que hoy tenemos es un esquema que se ha ido perfeccionando con el paso de los años. Nuestro forma de hacer elecciones trae consigo una serie de procedimientos que lo hacen uno de los más robustos y complejos en el mundo, y eso, lo convierte también en un sistema costoso y muy complejo; habrá que ir pensando en simplificarlo.

 

La última reforma constitucional en materia electoral se dio apenas el año pasado, misma que se está instrumentando por primera vez en el proceso electoral en marcha, y en donde uno de sus objetivos fue uniformar las reglas y criterios con que se llevan a cabo elecciones tanto federales como locales; situación que está teniendo su prueba de fuego con el concurso concurrente de la renovación de la Cámara de Diputados Federal y las elecciones locales en 16 entidades federativas y el Distrito Federal.

 

Ante este panorama, las elecciones se convierten en nuestro país, a escasos 9 días de la jornada electoral, en el mayor foco de atención por muchos factores que explico a continuación.

 

De acuerdo con nuestras normas legales, las elecciones son el medio cívico en el que los ciudadanos podemos, a través de diversos mecanismos socialmente aceptados, participar con nuestro voto, para elegir entre partidos políticos, coaliciones y candidatos, la propuesta que mejor nos presente condiciones de bienestar. En este sentido, uno de los aspectos que busca la reforma político electoral es incrementar la participación ciudadana llevando a cabo elecciones en una misma fecha, para que los electores puedan en un mismo acto votar por sus autoridades federales y locales.

 

Las elecciones son un mecanismo de control, por ejemplo para buenos o malos gobiernos. Con nuestro voto tenemos la oportunidad de ratificar una determinada opción que llevó a cabo diversas acciones en beneficios de una población, o bien, buscar una nueva alternativa por malos resultados presentados. Sin embargo, los legisladores deben de revisar este aspecto, ya que deben de incrementarse los mecanismos de auditoría y deben establecerse sanciones ante los gobiernos que no cumplieron sus promesas de campañas. En este último caso, hay ejemplos a nivel internacional, que bien pudieran ser analizados. Hoy da la impresión que están más sancionados los actos anticipados de precampaña y campaña por menores que sean, que un mal gobierno.

 

Las elecciones deben ser una fiesta cívica, en donde la sociedad en paz y con seguridad asista a las urnas, emita un voto razonado y se constituya como juez de quienes pretenden gobernarnos. Sin embargo, en diversas latitudes las elecciones se ven como la gran oportunidad de llamar la atención; de llevar a cabo acciones para exigir demandas que muchas de ellas son causas nobles y justas y que se ven en la necesidad de irrumpir el proceso electoral porque algo ha sucedido, algo se ha roto o algo no funciona en los canales institucionales de comunicación entre sociedad y gobierno, entre población y autoridades, o bien, entre ciudadanos y sus representantes populares.

 

La solución demostrada y que ha dado buenos resultados para los ciudadanos es que todo gobierno, autoridades o representantes populares cierren lo más posible la distancia entre los dos, que exista una permanente comunicación, pero sobre todo atención y resultados palpables. Cualquier cosa fuera de este binomio genera descontento y malestar social que no sólo se pone de manifiesto con marchas, toma de carreteras o manifestaciones de que en tal o cual lugar no se dejarán llevar a cabo las elecciones, también tiene su expresión en la apatía y descontento de la gente que, al final, decide mejor no participar, no asistir a las urnas y manifestarse; perdemos todos, como sociedad y como nación.

 

Las elecciones son también un referente de estabilidad social y nuestra cara para con el resto del mundo. Seguramente tendremos un número importante de observadores electorales y visitantes extranjeros, quienes junto con los medios de comunicación nacional e internacionales serán los referentes del acontecer en la ya muy cercana jornada electoral del 7 de junio, en donde más de 83 millones de electores podrán asistir a las urnas.

 

Bien puede apuntarse que el porcentaje de participación de electores es el reflejo del interés de la población en sus instituciones y en el Sistema Político Electoral que hoy tenemos.  Si existiera una baja participación deberá replantearse el esquema de participación social y de atención de la población.

 

¿Qué nos queda entonces? En mi opinión, participar y manifestarnos con nuestro voto por la opción política o candidato que mejor consideremos. Exijamos a través de nuestro voto lo que queremos para nuestra nación y seamos vigilantes del entorno con el que se desarrollen las elecciones.

 

No participar no significa nada, si bien una baja participación puede ser una llamado de atención al Sistema en general, está demostrado que elecciones van y elecciones vienen, y por baja participación registrada el resultado al final, no tiene ningún efecto para quienes toman decisiones.

 

@fdodiaznaranjo