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¡Vótalos de ahí!

Seguimos siendo una sociedad que está acostumbrada genéticamente a ser cola y no cabeza.

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Escrito en OPINIÓN el

Un tema se pone en la mesa, hablar sobre las campañas electorales y las redes sociales, podría hablarse inmensamente sobre el mismo, sobre lo que está permitido y lo que no, lo que es ético y lo que no lo es, se podría incluso decir que la shitstorm de la que habla Byung Chul-Han en su brillante tratado filosófico digital titulado “En el enjambre” acaba de materializar un éxito con la renuncia de David Korenfeld, se puede (¿se debe?) afirmar que la mexicana es una sociedad arquetípica jungiana, se puede hablar y hablar y citar y citar autores y datos al por mayor para poder cumplir con los requisitos barrocos de la academia centralista que me permitirá ser publicado (¿escuchado?) en foros y revistas pseudo-intelectuales, se puede, se puede…

 

Por ejemplo afirmar que en México la mitad de la población es cibernauta, es decir, tiene acceso a internet y que alrededor de un 98% de esos usuarios cuentan con una cuenta en Facebook (el juego redundante de palabras es por el arquetípico Cachirulo quien era un cuenta cuentos necesario) y que 2015 será un año en donde el consumidor utilizará las redes sociales digitales y los medios digitales de búsqueda en un 80% para tomar una decisión final de compra sólo en México, según Google.

 

Se puede afirmar sin temor a equivocarse que ahora más que nunca es necesario mezclar varias disciplinas como la psicología social, la mercadotecnia y la sociología para poder estar preparados ante las opciones inmediatistas de publicidad que hacen que una cándida candidata de una entidad federativa ajena a la de quien teclea este artículo le mande un mensaje de texto impersonal, molesto, imprudente por proponer que le regale yo un follow en Twitter (acto seguido busqué su perfil y le hice un halago y una petición) “linda, deje de molestarme”.

 

Es que vivimos en una sociedad tan sui generis que exige castigo a los culpables de siempre pero que es capaz de abandonar en la calle a la mascota de la casa porque tiene una enfermedad que saldrá caro curar, seguimos viendo Televisa y el pinche futbol pero nos indigna que Korenfeld se mueva en helicóptero, seguimos siendo una sociedad que está acostumbrada genéticamente a ser cola y no cabeza, a muchos de nosotros nos enseñan a decir “mande” desde niños, servidumbre desde pequeños vemos con malos ojos el éxito ajeno y aplaudimos al gandalla, por eso Layín se seguirá pitorreando de nosotros, es el tío borrachote y dicharachero, mujeriego y parrandero con el que muchos de nosotros crecimos.

 

¿Qué podemos exigirnos? Si seguimos “celebrando” a nuestras madres el 10 de mayo “sacándolas” a comer, “sacándolas” de la putrefacta cárcel que las tiene metidas en una gota de ámbar que mata sueños y esteriliza todo, hasta el alma.

 

¿Quiero hablar de las campañas? ¿Y quiero hablar de ellas en las redes digitales? Sería superficial, inocuo y además teto de mi parte, sí, no se escandalice querido lector, escribí teto que quiere decir baboso, nerd… pendejo y me da un pavor indescifrable e infinito pasar por uno porque me he esforzado a lo largo de mi vida para cometer la menor cantidad de pendejadas probables.

 

Campañas casi todas iguales carentes de propuesta que se quieren acercar a mí y hablarme “de tú” para generar calidez y empatía. Perdón, ¿nos conocemos? Entonces, ¿porque me tutea? (¿porque me tuitea?).

 

Sin embargo así sigue nuestro país y aquí seguimos nosotros, barrocos y efímeros, sufriendo con cada noticia, por eso leo cada vez menos las noticias y un poco más los comics, aunque por desgracia también a Archi lo acaban de matar…

 

En México el abstencionismo y el sistema de partidos está agotado, el andamiaje constitucional así como las viejas reglas del antiguo régimen fueron utilizadas por un presidente simplemente ignorante en el 2000 que desaprovechó replicar en México un Pacto de la Moncloa, pero bueno, aquí somos expertos en criticar sin proponer, por eso mi propuesta es simple: Sigamos a nuestros candidatos y cuestionémosles sobre sus propuestas y su plan de trabajo, sobre los recursos utilizados en sus campañas y sobretodo, salgamos a votar.

 

¿Qué pasaría si la mayoría lo hiciéramos?

 

Dejemos de criticar a todo y a todos en la maldita modorra futbolera frente a la televisión con la cerveza al lado y tuiteando nuestra indignación por un policía abusón captado en video y al mismo tiempo festejando el “orgullo nacional” de un gol, no mamen.

 

El activismo digital no hace que las cosas cambien, sólo los ciudadanos como tú y como yo que salimos de casa de manera responsable a manifestar en la jornada electoral nuestro sentir, podemos generar un cambio.

 

Lo demás son patrañas.

 

¿Hasta pronto?

 

Tal vez, en cuyo caso… fue un placer.

 

@_TORRESBERNAL