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Voltaire

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida”.

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Escrito en OPINIÓN el

El 30 de mayo de 1778 murió François Marie Arouet, conocido como Voltaire, el genio de la libertad y autor de Zadig, la Historia de Carlos XII, el Tratado sobre la Tolerancia, entre muchas otras genialidades. En el Tratado sobre la Tolerancia, Voltaire escribe en esencia, sobre la libertad de conciencia y de religión. Relata con pasmosa realidad la matanza de San Bartolomé en donde los cristianos asesinan a los hugonotes por sus creencias religiosas y narra la historia de Jean Calas, ejecutado por el Estado sólo por ser protestante.

De Voltaire es la frase “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría la vida por el derecho que tienes a decirlo”. Paradójicamente, por sus creencias y expresiones fue huésped de la Bastilla y, por lo mismo, se auto-exilió en Ferney, Suiza durante 18 años.  Voltaire aprendió de los ingleses que el ser humano es dueño de sus pensamientos, de sus ideas y de sus creencias y que valía la pena dar la vida por ellas.

Eso fue a mediados del Siglo XIX y parece que el ser humano no ha aprendido a respetar las creencias y decisiones de los demás. No hemos entendido, en colectivo, que las decisiones personales y las creencias son individuales. Que por más convencido que se esté de una idea, no se puede imponer al prójimo. Que el hecho de que existan opiniones y convicciones divergentes, nos hacen ser. Que el otro, es el requisito del yo: eso que se llama otredad.

Ahora en Nuevo León, pretenden criminalizar una creencia. La idea de que una mujer pueda decidir sobre su propio cuerpo, sobre su proyecto de vida y sobre una decisión elemental de vida, ser o no ser madre. La premisa no es si es correcto o no el aborto, eso que cada mujer lo decida; la cuestión versa sobre si es válido que el Estado intervenga en una decisión tan íntima y personal.

Max Weber, en su conferencia titulada el “Político y el Científico” propone dos tipos de ética, la de la convicción y la de la responsabilidad. La primera es aquella que nos lleva a hacer y actuar con base en nuestras creencias, la segunda, la del político, es aquella que se debe en función de la representación. Eso lleva a que un representante popular no imponga una convicción personal a los ciudadanos que gobierna.

Un gran ejemplo de ello fue el presidente francés Valery Giscard d'Estaing. Una líder católico que, cuando en Francia se discutía la legalización o despenalización del aborto, le dijo al Papa Juan Pablo II que en su casa y a sus hijas, buscaría inculcar los valores de la vida y protegerla desde el momento de la concepción, pero que no podría, como presidente, imponer sus creencias a los franceses.

La idea de penalizar una decisión que se basa en una creencia, es una negación a las libertades más básicas del ser humano. Es un caso que no sólo atañe a las mujeres, sino que nos implica a todos como sociedad. Se trata de una intromisión del Estado en una decisión individual sobre el proyecto de vida de una persona.

Un gobernante debe de actuar con responsabilidad, no con base en sus convicciones personales. Si una diputada cree que el aborto consiste en eliminar la potencialidad de una vida, pues que no aborte, de ser el caso. Pero esa convicción no la puede imponer a una sociedad. Es soberbio, es prepotente e incluso amoral.

Una mujer tiene el derecho a decidir sobre su cuerpo y sobre su proyecto de vida; tiene el derecho a decidir si es madre o no lo es; tiene el derecho a elegir el número de hijos que quiera; tiene derecho a creer sobre si un grupo de células es o no es vida; y tiene el derecho a no creer que un conjunto de células es una persona con espíritu o alma. Es su decisión. Como lo es el derecho a elegir ser o no ser cristiana.

La libertad no sólo es el fundamento de la sociedad, es la esencia de la persona. La criminalización del aborto no sólo implica a las mujeres neoleonesas, sino que atenta contra la libertad de todos los mexicanos.

@gstagle