Pretender hacer política en México es una actividad de alto riesgo que, en algunos casos, se paga con la vida, previo a amenazas y extorsiones sin que nadie frene a los violentistas.
La actual administración que lidera Andrés Manuel López Obrador no es garantía de nada. No le interesa la gobernabilidad y no da certeza a nadie que se involucre en actividades políticas.
La creciente violencia afecta el actual proceso electoral en México, donde aspirantes a cargos de elección popular han sido afectados.
Uno de ellos, Juan Salvador Camacho, del partido Morena, sobrevivió a un intento de linchamiento por parte de una turba indígena de Chiapas.
De acuerdo con datos oficiales Veracruz se ha convertido en una de las entidades más peligrosas para el quehacer político.
Ahí se han registrado 45 víctimas de casos de violencia en contra de aspirantes y candidatos a elecciones populares, lo que pone a la entidad en primer lugar de violencia política, seguido de Guerrero y Oaxaca, de acuerdo con el Cuarto Informe de Violencia Política en México 2021 de Etellekt.
Sin precedentes en la historia, la violencia contra los políticos ha escalado de manera vertiginosa, y aspirar a un cargo de elección popular es como jugar a la ruleta rusa.La violencia contra aspirantes a cargos de elección popular ya es una constante y constituye un acto de vergüenza nacional.
Entre los hechos de inseguridad en contra de actores políticos de la entidad veracruzana se pueden contabilizar desde asesinatos y ataques armados, hasta secuestros de familiares e intimidaciones, según El Economista.
Veracruz ha registrado 14 crímenes que representa 18 por ciento del total de asesinatos de políticos ocurridos en México durante el actual proceso electoral.
¿A quién beneficia estos actos de intimidación? ¿Al crimen organizado, a enemigos del régimen? ¿Quién los orquesta y con qué fin?
Hay muchas preguntas sin resolver pero tampoco interesa al gobierno dar respuestas, mientras el país se cae a pedazos en medio de errores y desaciertos de AMLO que no atina a nada y se escuda persiguiendo a sus detractores políticos.
El Tercer Informe de Violencia Política en México 2021 de la consultora Etellekt reveló que durante el actual proceso electoral se han registrado 65 políticos asesinados, 20 de ellos aspirantes a cargos públicos.
Hace una semana, el candidato a la presidencia de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, por el partido Morena, Juan Salvador Camacho, sobrevivió a una amenaza de ahorcamiento por parte de un grupo indígena de la comunidad Los Llanos.
Desde las redes sociales sus enemigos políticos pretendieron ridiculizarlo, hicieron memes en su contra y se atrevieron a decir que era una campaña para elevar su popularidad.
Lo cierto es que no hay nada más triste que ser llevado al cadalso y soportar la burla de "poco-hombres", quienes desde la fuerza de la turba y bajo sus usos (abusos) y costumbres humillan a una persona, envalentonados y muy machitos por estar en multitud.
A muchos les provoca risa y fomentan el linchamiento mediático de Juan Salvador, cosa que personalmente rechazo.
Eso no es otra cosa que una pobreza mental, espiritual y del alma de quienes buscan un Like, el reconocimiento que nunca tendrán como personas.
Nadie que se precie de ser humano y hombre bien nacido puede burlarse de esa manera frente a un hombre que sufrió directamente esta vejación, una amenaza que debe ser sancionado con todo el peso de la ley.
No puede tomarse como burla un acto delincuencial. No sé trata solo de un político sino de la vida de una persona. A muchos seudo comunicadores les faltó ética y se dedicaron a denostarlo.
Lo de Chiapas y Veracruz es preocupante pero más preocupante y peligro que un gobierno insensible como el de López Obrador deje todo transcurrir como si aquí no pasara nada.
¿Cuántos ataúdes habrá que mostrarle al presidente para que se sensibilice?
"Así no se pinches puede", dijeran los millennials.