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Viajar en Tamaulipas, como si estuviéramos en el Viejo Oeste

¿Cómo explicar que "hay indicadores de baja en la incidencia delictiva" cuando tenemos entidades como Guerrero, Michoacán o Tamaulipas que se encuentran fuera de control?

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Escrito en OPINIÓN el

"Cariño prepárate, hay que salir a tiempo porque nos anotamos en el convoy de Policía Federal de las 8 am": Anónimo.  

 

Perder ese convoy significa no poder viajar por carretera en auto, significa la necesidad de viajar (inseguros) en autobús de línea o de plano no viajar en una entidad como es Tamaulipas.

 

Así es como se vive en entidades que enfrentan una situación de alta incidencia delictiva, donde se aprende a convivir con renuncias a la libertad individual, equiparables a lo que vive una persona en situación de guerra o lo que vivieron los colonizadores de este continente hace siglos.

 

Estos son testimonios cotidianos de lo que significa vivir en Tamaulipas, es decir, de lo que enfrentan las personas que son ciudadanos comunes, que trabajan, ahorran y hacen esfuerzos por llevar una vida digna dentro de la ley. Ningún privilegiado que goza o puede adquirir un auto blindado; nadie de los que cuente o pueda contratar escoltas o trasladarse en helicóptero por su entidad; personas con poco para defenderse y mucho que perder.

 

Personas que relatan que para atravesar la entidad de manera segura, la única manera es apuntarse en una lista de los convoyes que atraviesan la región; convoyes que van a diferentes velocidades y que se van cambiando en diferentes zonas.

 

Las personas "pueden decidir" si se van con el convoy de Policía Federal que viaja a 140 km/hr; convoy que llega a componerse de 60 ó 70 autos para salir en caravana, como se hacía en el viejo oeste. El lugar más peleado es el que va pegado a los vehículos oficiales; en el camino no faltan los frenones y el riesgo de carambola, riesgo mucho menor que el que representa la delincuencia organizada.

 

La Policía Federal no para, ellos arrancan y siguen el camino; si alguien debe cargar gasolina o debe, por algún motivo parar, decide si esperar otro convoy, acelerar para darle alcance al que se adelantó o "atreverse a viajar solo".

 

"Gracias a esto pude ir a visitar a mi familia en auto y aprovechar para hacer compras en Brownsville" comenta un testigo. "...Tenía 5 años sin ir de Tampico a Matamoros por carretera por lo que los veía cada vez menos... viajaba en autobús, lo que tampoco es la cosa más segura. Han habido robos en carretera a los pasajeros de autobús, secuestros y hasta camiones completos desaparecidos... casos como el de San Fernando, aquí en Tamaulipas, no son nuevos para nadie".

 

Este relato nos provoca preguntar ¿y las declaraciones del presidente, del secretario de Gobernación o de varias autoridades más de que estamos mejor en materia de seguridad? ¿Cómo explicar de manera sencilla que "hay indicadores de baja en la incidencia delictiva" cuando tenemos entidades como Guerrero, Michoacán o Tamaulipas que se encuentran fuera de control?

 

Es difícil en las pocas líneas de un artículo o en los pocos minutos de una entrevista explicar la complejidad del problema de seguridad que vivimos. Explicar la mezcla de información entre las declaraciones de autoridades que hablan de abatimientos, capturas, desarticulaciones e incidencia a la baja y, por otro lado, tenemos la vivencia de lo cotidiano ¿cómo decirles a los tamaulipecos que, según información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública a nivel nacional el secuestro en 2014 bajó un 17.90%[1] respecto a 2013 cuando las personas en su ciudad conocen 2 ó 3 personas que están secuestradas cada semana?

 

Estos mismos testigos relataban cómo frecuentemente reciben información sobre conocidos, hijos de amigos, colegas y empleados secuestrados. Situaciones y montos diferentes, resultados diferentes, y, denuncias, poca o ninguna.

 

En ambas historias me impresionó la naturalización del drama personal, del que, evidentemente, han perdido referencia. Tres secuestrados por semana ya no conmueven o indignan, son mensajes que muestran de conversaciones en su celular con una mirada resignada. Ninguna de estas personas era un desalmado, un cínico o morboso, era un simple testigo de la realidad de una entidad que lleva décadas bajo el control de poderes fácticos al margen del Estado.

 

Viajar como en el Viejo Oeste significa vivir como en el Viejo Oeste, impera la ley del más fuerte, no el Estado de Derecho.

 

Las personas han modificado muchos aspectos de su vida diaria. En épocas de brotes de violencia como el que ocurrió en el periodo entre abril y julio del 2014, muchas escuelas cancelaron clases por periodos de una a dos semanas para no arriesgar a los alumnos. Muchas escuelas cuentan con protocolos de seguridad en caso de balaceras.

 

Parece cierto, pese a todas las debilidades, que en general, la incidencia delictiva va bajando. Sin embargo, el problema no está en lo general, no está en los números para la estadística; lo que nos debe mover como país es el miedo con el que muchos mexicanos vivimos: miedo a que nos asalten en la calle, a que nos secuestren, a perder a un ser querido, a ser víctima por haber tenido el valor de hablar y decir que, pese a las aparentes mejoras, aún muchos mexicanos seguimos siendo víctimas del delito.

 

Es hora que los mexicanos en conjunto nos unamos por nuestro país, por Tamaulipas, Guerrero, Michoacán así como Baja California, Distrito Federal, Estado de México, Jalisco, Oaxaca, Tabasco, Veracruz por citar sólo algunas de las entidades. Es hora que seamos ejemplo de cultura de la legalidad; que rechacemos con nuestras acciones todo acto de corrupción; que seamos observadores del trabajo de las instituciones; que ejerzamos nuestro voto de manera razonada y consciente, castigando chapulines y autoridades que no cumplen; que construyamos comunidad.

 

Por eso un reconocimiento a esos valientes, mujeres y hombres, que son voz de la problemática social, los twitteros de Tamaulipas, periodistas de todo el país, ciudadanos honestos que no se prestan a ser parte del problema; personas como los integrantes de la red de observatorios del Observatorio Nacional Ciudadano que en lo local, desde Tampico, como en La Laguna, Chihuahua, Saltillo, Cuauhtémoc, Delicias, Parral, Puebla, Tehuacán, León, Ciudad del Carmen o Xalapa, ponen todo su compromiso en incidir en las políticas de seguridad del país. Ejemplos como éstos son los que hacen pensar que, pese a que haya quien aún vive en el Viejo Oeste, podemos hacer de México un país de leyes y de justicia.

 

@frarivasCoL

@ObsNalCiudadano

 

[1]Fuente: SESNSP, datos actualizados al 31 de diciembre de 2014